sábado, agosto 23, 2025
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Los caminos de la duda: El viejo y el nuevo colonialismo

El colonialismo de nuevo cuño, aun cuando mantiene elementos de la vieja época, basa su dominación en el control económico de una nación con apariencia de independencia política por parte de otra con mayor poder.

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Alfonso Conde

En épocas de crisis económica, el capital que se invierte no obtiene la rentabilidad que desearía su propietario. No se trata de falta de recursos para invertir sino de su decreciente o nula rentabilidad. En otros tiempos se buscó como salida el traslado del excedente a otras latitudes que permitían una mano de obra más barata, suministro abundante de materias primas y un control político y militar que facilitaba las condiciones del negocio. La “Perla de los Mares”, esa Borinquen querida que desde la guerra hispano-estadounidense en 1898 quedó bajo el dominio gringo, continúa siendo regida directamente por el imperio; Puerto Rico pertenece a los Estados Unidos pero no forma parte de esa nación.

Pero la crisis llegó a la colonia. Agudizada su explotación por causas similares a las que sufren la inmensa mayoría de regiones del orbe, la isla no está ahora en capacidad de asumir los costos de su deuda con el sector financiero, verdadero gran explotador del mundo, y se prevé la suspensión de pagos de su servicio. Al no ser estado soberano y ante la bancarrota evidente, las salidas a la profunda crisis se restringen aun más que para otras regiones “soberanas” como Grecia, cuyo pueblo ya tomó la decisión valerosa de enfrentar las políticas que intenta profundizar el imperialismo del sector financiero mundial, representado para ellos por la troika del Banco Central Europeo, el FMI y la Comisión Europea.

El colonialismo de nuevo cuño, aun cuando mantiene elementos de la vieja época, basa su dominación en el control económico de una nación con apariencia de independencia política por parte de otra con mayor poder. Las necesidades de consumo de la neocolonia dependen de importaciones de la metrópoli, circunstancia agudizada ahora por los llamados tratados de libre comercio que se firman entre colonizador y colonizado; la exportación de materias primas renovables o no y su devaluación, y la concentración de la producción en manos extranjeras es otra de las características de esta relación; y en esta época, es de la mayor relevancia el mecanismo de la explotación financiera a través de las condiciones del endeudamiento.

Todo ello conduce a un déficit creciente en la balanza de pagos, es decir: convierte al colonizado empobrecido en exportador neto de capital para beneficio del poderoso colonizador.

Grecia y Colombia no son muy diferentes. La profundidad de la crisis es variable pero la tendencia es semejante. Mientras en Grecia crece en la población la valoración de la importancia de asumir la conducción de su propio destino, en nuestro medio seguimos amarrados al mandato extranjero y de sus intermediarios locales. La democracia no es de fácil asimilación.

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