martes, marzo 19, 2024
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“Ser defensora no es un trabajo de oficina”

La directora regional del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos de Arauca, María Ruth Sanabria, ha sufrido amenazas constantes y atentados contra su vida y la de su familia, sin embargo sostiene con valentía el arma del altruismo

María Ruth Sanabria, directora regional del CPDH, Arauca. Foto Kikyo.
María Ruth Sanabria, directora regional del CPDH, Arauca. Foto Kikyo.

Kikyō

Viene trabajando desde hace más de 10 años en Arauca y pese a las amenazas contra varios de sus líderes, incluyéndose a sí misma, sigue firme acompañando a sus habitantes.

Así es María Ruth Sanabria, directora regional del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos en Arauca, sobreviviente del genocidio contra la Unión Patriótica con una trayectoria como defensora y luchadora social de más de 30 años.

Oriunda de La Dorada (Caldas), se fue a vivir en 1980 a San Alberto en el departamento del Cesar y allí descubrió sus dotes de dirigente política y social, actividades a las que se ha dedicado sin descanso.

En la Unión Patriótica siempre tuvo el cargo de coordinadora agraria en el Sur del Cesar, allí también fue concejala en 1994, hasta que tuvo que salir desplazada por las amenazas contra el movimiento político. Entre los años 2008 y 2011 fue concejala de Arauquita por el Polo Democrático Alternativo, destacándose en la Comisión Accidental de Paz.

“Yo soy defensora de derechos humanos desde hace mucho tiempo, desde que la violencia en el país me ha tocado, entonces como ser humanos hice un compromiso de apoyar a los que más necesitan. Soy una convencida de que si uno no denuncia lo que sucede nadie lo va a conocer y por lo tanto nadie va a ayudar. Pertenezco al Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos desde el año 2001 cuando se creó la seccional en el municipio de Arauquita y hemos venido trabajando allí en la secretaría de presos y presas políticas”.

Para María Ruth el trabajo que ha venido realizando el Comité es un trabajo de acompañamiento, lo que ella llama “de persona a persona”, en todo el departamento, en todas las veredas, en donde las personas le llaman y piden su apoyo, para lo cual se ha tomado el tiempo y la dedicación de visitar cada rincón de Arauca y hablar con los habitantes.

“El Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos hace un acompañamiento directo, no es un trabajo de oficina, es un trabajo responsable en el campo ya que la comunidad así lo exige. Ellos conocen nuestras líneas telefónicas y constantemente nos están contactando para pedir nuestro apoyo, para hacer las denuncias. Y lo hacemos a pesar de todas las amenazas que ha venido sufriendo el CPDH”.

Esta dirigente ha sido amenazada y desplazada prácticamente toda su vida. Su primer esposo, también un dirigente social, fue asesinado por la Fuerza Pública en 1990. Ya en Arauca ha sido amenazada junto con su actual esposo y sus seis hijos, de quienes tuvo que separarse temporalmente. Desde el año 2012 ha sido declarada objetivo de las AUC en Arauca y hasta fue víctima de un atentado con varios impactos de bala a su carro del esquema de seguridad.

A pesar de las amenazas y de las carencias económicas para sustentar y educar a su familia, la directora regional del CPDH sigue comprometida con la defensa de los derechos humanos en Arauca y este compromiso desinteresado ha logrado que la organización goce de gran credibilidad por parte de los pobladores.

En cuanto a la situación de las mujeres en Arauca comenta:

“Nos hace falta muchísimo, podemos decir que el impacto de la explotación petrolera en el departamento de Arauca ha tocado directamente a la mujer, ya que Arauca es un departamento que, a pesar de la gran riqueza que posee en su subsuelo, no invierte en la zona, no se cuenta con empleo. La Occidental no emplea a las mujeres del departamento, las pocas que han podido entrar a trabajar están ubicadas en los empleos más bajos como en los casinos o en el aseo.

Tengo que decir que en Arauca todo el mundo quiere estudiar, hay bachilleres niños y niñas a los 13 años, hay muchas mujeres que han sido víctimas de la violencia que desean superarse y han decidido estudiar en nocturna en el colegio Gabriel García Márquez, pero al terminar el bachillerato se encuentran con que no hay recursos ni instituciones para que puedan ingresar a un nivel superior de educación. No hay créditos educativos. Además reina el desempleo, por ello muchas mujeres deben rebuscarse la vida, vendiendo tintos, avena, comida, cargar mercancía en la orilla del río Arauca. O montarse en un triciclo o bicitaxi”.

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