viernes, abril 19, 2024
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Palabra itinerante: Cauchoman

Jaime Cedano Roldán

Definitivamente el ministro de Defensa es todo un caucho. Todo le resbala. Militares bajo su mando son detenidos por crímenes de lesa humanidad y la cosa no es con él. Otros son detenidos por gravísimos delitos de corrupción y el hombre sigue tan campante. Ni se despeina el engominado. Se descubre por millonésima vez a unidades del ejército en acciones de espionaje ilegal y como si nada. Pareciera que los crímenes, los contratos corruptos y las acciones ilegales las hiciera un ejército de la estratosfera. O de las lejanas tierras de Andrómeda.

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Revelan coordenadas secretas del traslado de negociadores de las FARC hacia La Habana, chuzan a los negociadores del gobierno, esculcan en los correos del propio Presidente y su familia. Y el ministro ahí. Es una situación que revela un extraño poder. Y quizás la descubierta agenda del ministro en su reciente viaje a los Estados Unidos podría indicarnos que es un funcionario fuertemente protegido por el gobierno norteamericano. La agenda haría ruborizar y llenarse de vergüenza a cualquier persona que tuviera un poco de dignidad. Que tal parece no es el caso.

Es sencillamente aberrante la forma cipaya como el gobierno se dirige al imperio para solicitar autorización en políticas que son asuntos soberanos del país. Este sometimiento siempre se ha sabido pero pocas veces se ven las evidencias. Es sorprendente que en medio de la profunda crisis que golpea a las Fuerzas Militares uno de los principales objetivos del viaje del ministro y sus consultas a los norteamericanos sea el de como rodear de mayores niveles de impunidad a los militares comprometidos en crisis de lesa humanidad.

Y resulta curioso que ahora nadie hable de la moral afectada de la tropa. Que esta se mella cuando se habla de paz y no cuando se descubren negociados y deslealtades.

Cualquiera pensaría que propuestas como la de otorgarles voto a los militares debería ser un debate nacional, con todos y cada uno de los partidos con representación en el Congreso y con el inmenso país allí no representado, en una decisión que va mucho más allá de la de votar o no votar y que tiene que ver con el papel de las Fuerzas Militares en el desarrollo del país y que tipo de Fuerza es la que necesita el país para su desarrollo. Para ello habría primero que desmantelar tanto aparataje oscuro y con mano suelta que ronda por los batallones. El país debe participar de estas discusiones. No debe ser un asunto que solo se toque si el Pentágono da permiso para ello. Que vergüenza.

El presidente y el ministro le quedan debiendo una explicación al país ante tan alto nivel de dependencia a un gobierno extranjero. Que han sido pillados, unos con la mano en la masa y otros con la rodilla en el suelo.

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