martes, abril 16, 2024
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La historia de una madre de Simití (Bolívar)

En muchas regiones del país los paramilitares se llevaron a las niñas, las violaron y luego las devolvieron drogadas. Algunas de ellas se suicidaron. La Unidad de Víctimas pide pruebas de las violaciones para poderlas vincular a su programa

Luz Dary Calderón, líder y víctima de los paramilitares en Bolívar. Foto Kikyō.
Luz Dary Calderón, líder y víctima de los paramilitares en Bolívar. Foto Kikyō.

Kikyō

Entre el 10 y el 11 de julio se realizó en la ciudad de Barrancabermeja (Santander), el Segundo Foro Regional de Víctimas. Durante este foro y el realizado en Villavicencio se han escuchado dolorosos relatos de las víctimas del conflicto, historias que parecieran películas, pero que forman desafortunadamente parte de la realidad que ha dejado la guerra en este país.

La violencia sexual en medio del conflicto es una de esas crudas realidades de las cuales hay miles de víctimas, más mujeres que hombres, pero hombres también.

Luz Dary Calderón

En su rostro se observan las marcas del dolor, sus ojos reflejan la impotencia y en su voz se distingue un tono tardío de esperanza, aunque alberga cierto temor a vivir de nuevo las tragedias que la llevaron a ser una víctima del conflicto que vive Colombia.

Para Luz Dary Calderón Arcila, una madre cabeza de familia, de 48 años de edad, la tragedia vestida de paramilitares entró y le robó la felicidad el día en que ingresaron a la fuerza a su casa ubicada en el corregimiento de San Blas en el municipio de Simití (Bolívar) y se llevaron a su niña de 13 años a quien violaron, drogaron y maltrataron por cuatro días.

“Fue un domingo. A las 11 de la noche entraron estos personajes, a mí me pusieron un fusil en la cabeza, me dijeron que no podía hacer nada, la sacaron, yo gritaba a la comunidad para que me ayudara, ninguno me ayudó. La busqué durante cuatro días y a los cuatro días me la devolvieron en un estado deplorable. La devolvieron casi desnuda, drogada, no conocía a nadie. A pesar de que nosotros íbamos a denunciar, nos amenazaron, nos dijeron que no podíamos decir absolutamente nada, porque mataban a toda la familia. Existe un riesgo ya que las personas que participaron no se desmovilizaron”.

Trece años después Luz Dary llora el presente de su hija, quien no ha podido superar el trauma, pues no contó con ayuda del Estado, ni del municipio. Fue obligada a tener el hijo producto de la violación, fue discriminada por su propia comunidad, incluyendo el colegio, por ello buscó refugio en el trago y ha intentado suicidarse varias veces.

Pero la tragedia de esta líder social no termina aquí. Ella tenía otros hijos varones, quienes fueron raptados también por paramilitares cuando apenas eran unos niños de cinco y seis años. A la fecha ella no sabe de su paradero. Aunque tiene una fortaleza admirable, eso no le impide que una cascada de lágrimas brote en plena entrevista.

“Durante mucho tiempo no supe de ellos, no los vi crecer. Nunca tuve la oportunidad de compartir con ellos ni nada. Hace un año supe en dónde estaban pero no me los han dejado ver. Al Estado le pido que esto no se vuelva a repetir. Que logre solucionar las cosas en La Habana y no solo con la guerrilla, sino con esos otros grupos que se están creando. Que haya una reconciliación para que estas cosas no vuelvan a ocurrir”.

Ayuda psicosocial y vinculación laboral

Luz Dary cree que en estos casos lo mejor sería contar con ayuda psicosocial y de capacitación para poder trabajar: “Porque no solo ella tiene ese problema. Allá en la misma zona dos niñas se quitaron la vida, debido a que nunca hubo nadie quien les ayudara a superar el trauma. En estos eventos de víctimas es donde yo he aprendido a sobrellevar la situación y a ayudarle a ella, a decirle: ‘vamos a hacer esto’, y me invento la manera de ocuparla en algo, y cuando ella está ocupada, ella me dice ‘madre hoy no he pensado en lo que me pasó’. Entonces me di cuenta que manteniéndola ocupada, que trabaje, vamos a lograr que ella olvide eso”.

Educación gratis

Una de las propuestas que se ha planteado en varias mesas de los foros es la dificultad para el acceso a la educación que tienen los desplazados y otras víctimas que requieren muchas veces de internados y de la gratuidad obligatoria.

“Existe un internado en Monterrey (Bolívar) en el cual muchas víctimas han intentado llevar a sus hijos, pero no ha sido posible ya que es muy caro, los trámites son complicados, y no hay excepciones para víctimas. Allí dicen que víctimas o no víctimas, tienen que pagar. También en los colegios exigen que si usted no va con uniforme no tiene derecho a entrar al aula. Entonces no todo lo que dice la ley se cumple. Como líder, como representante de víctimas, he tenido una lucha respecto al problema de la educación, porque tienen que aceptar a las víctimas sin uniformes o con chanclas, como sea, porque la ley lo dice”.

Ayuda real a víctimas

En muchas oportunidades las víctimas desean mudarse del lugar en donde ocurrieron los hechos y empezar una nueva vida lejos de los malos recuerdos. Sin embargo no todas las veces tienen los recursos económicos. Casi siempre las víctimas son población muy pobre.

“Me he querido cambiar de lugar de vivienda, pero no tengo los recursos. La Unidad de Víctimas no ha ayudado a nada, incluso nosotros denunciamos lo que le pasó a mi hija a la Unidad de Víctimas y ellos son tan bajos que me manifestaron que no es víctima ya que necesitan pruebas de la violación.

Empezando porque en el momento en que la devolvieron no había médicos en la zona, siempre hemos tenido ese problema, no hay enfermera, nada. Para trasladarnos al municipio es hora y media. Y no podíamos salir porque los paramilitares controlaban todas las entradas del corregimiento. Y ellos nos amenazaron. La Unidad de Víctimas no me la quiso aceptar como víctima, eso es muy desagradable ya que los hechos ocurrieron, nosotros no nos vamos a inventar algo tan grave, y así ocurre con cientos de víctimas”.

En Colombia 489.687 mujeres fueron víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado entre 2001 y 2009. Este crimen incluye prostitución forzada, embarazo forzado, aborto forzado, esterilización forzada, acoso sexual y violación, entre otros.

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