viernes, marzo 29, 2024
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La Conferencia Ideológica y la paz por-venir

La paz por venir y la paz para el porvenir son dos lugares diferenciados de la unidad. No es ya una continuidad de la política, es decir, de las viejas estructuras de dominación y explotación, sino un acontecimiento de lo político.

Presencia de comunistas en las calles bogotanas.
Presencia de comunistas en las calles bogotanas.

Giovanni A. Libreros

La III Conferencia Nacional Ideológica del PCC se realiza en un momento único de nuestra historia nacional: la aceleración del proceso de paz y la posibilidad en 2015 de alcanzar un acuerdo final. En este marco, las tesis ideológicas abordan un conjunto de problemas que reflejan, en mayor o menor medida, las contradicciones inherentes al proceso de unidad popular, contradicciones que es preciso recrear y resolver si de lo que se trata es de avanzar en la construcción de un bloque alternativo de fuerzas, que trabaje por abrirle camino a la paz por-venir.

Si todo pensamiento verdadero debe dejarse determinar por lo mismo que hay que pensar, entonces lo que está al orden del día en nuestro debate ideológico consiste en aclarar la perspectiva y papel de la izquierda en la gran tarea del momento: preparar el terreno democrático para alcanzar la unidad de lo múltiple y en lo múltiple en torno a la paz, la democracia, la soberanía y la justicia social.

Porque lo que está en juego son dos ideas muy diferentes de paz. Una de ellas es la “paz de Santos” que ahora se abriga con el ropaje del “soy capaz”, iniciativa de los empresarios y los grandes medios de comunicación que quieren liderar la transición política conservando intacto el neoliberalismo, el despojo y las formas depredadoras de acumulación del modelo extractivista del capital transnacional. De triunfar este proyecto sería una paz de los vencedores.

Pero existe un proyecto de paz alternativo en ciernes. Este se viene anunciando hace tiempo desde el campo popular. Se trata de la paz social del buen vivir que le pertenece al ideario de los pueblos de Nuestra América. Aunque aún sin nombre, este anhelo se asocia con la “paz democrática” que es un proyecto descolonizador y emancipador, con protagonismo popular para hacer posible las reformas económicas, sociales y políticas postergadas durante décadas de saqueo, exclusión y violencia estatal.

Estas dos ideas de paz no son solo antagónicas, sino que además se encuentran en disputa en el horizonte de los cambios por-venir. ¿Es posible un punto de inflexión en esta línea de poder que pretende dirigir y asegurar una paz de los vencedores? Una bifurcación es posible en esta pretendida “transición tranquila” (es decir sin resistencias) que quiere la burguesía hacia un “posconflicto” sin soluciones de fondo. Pero es preciso apresurar el paso de la unidad si lo que se desea es derrotar el estado de resignación a que nos quiere llevar la “paz total” de la Unidad Nacional.

De lo contrario el ejercicio de la política en el actual momento quedará subordinado a lo que eufemísticamente algunos sectores en la izquierda llaman “cogobierno”. Se trata entonces de pensar la política más allá de los estrechos marcos de esta vieja institucionalidad decadente cuya expresión de continuidad fue el reciente debate sobre reforma de “equilibrio de poderes”. Por eso la batalla de ideas es un medio para ayudar a generar un movimiento social de la unidad popular hacia la dimensión de lo político, que es una perspectiva más general y radical del horizonte de posibilidad de cambio y transformación de nuestras luchas.

La paz por-venir es algo que aún no es pero que está ocurriendo todos los días. Es un acontecimiento que anuncia la llegada de lo nuevo, de lo otro que está por construirse, por hacerse y por constituirse. Si la unidad no es una simple representación política con etiqueta para la participación formal en el juego de la política, entonces la unidad es un movimiento de constitución de un nuevo sujeto y una nueva subjetividad que quiere ir más allá de los límites de la “democracia restringida” hacia un nuevo orden de lo político.

Es un deseo latente colectivo que quiere desplegarse desde los territorios ancestrales y desde las periferias urbanas ya sea en la calle, la fábrica, la empresa, la escuela o la universidad. No solo se espera que llegue el día del silenciamiento de los fusiles, sino también el día en que se acaben las grandes injusticias, discriminaciones y desigualdades de este régimen de vida cada vez más autoritario, oprobioso e inaceptable. Este impulso es ya de por sí una presencia aún no representada de las masas, que necesitan urgentemente un proyecto de unidad creíble para decidir políticamente la paz que desean para el porvenir.

La paz por venir y la paz para el porvenir son dos lugares diferenciados de la unidad. No es ya una continuidad de la política, es decir, de las viejas estructuras de dominación y explotación, sino un acontecimiento de lo político, o sea un momento de “transición” hacia otra forma de relación-Estado. La paz por-venir debe significar nuevas formas de gobierno local, emergencia de lo popular en el Estado, poder democrático-constituyente de los sectores sociales en territorios y regiones.

No se trata sólo de aislar y derrotar los sectores de la ultraderecha militarista. Se trata también de apoyar la paz con ideas propias y un proyecto auténticamente representativo de las comunidades rurales, los movimientos etnosociales, las protestas urbanas que reclaman empleo, salud, educación y vivienda digna. En esta dirección debe concebirse y entenderse este querer-ir-más-allá-de-nosotros-mismos (como izquierda unitaria) hacia la conformación de un Frente Amplio por la paz, la democracia y la soberanía.

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