jueves, abril 18, 2024
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A un año de su desaparición, el mundo recuerda a Chávez

La revolución bolivariana retoma la iniciativa para detener los planes de la derecha contra el proceso de transformaciones sociales en Venezuela

Alberto Acevedo

Este miércoles 5 de marzo se cumple el primer aniversario del fallecimiento prematuro del líder de la Revolución Bolivariana en Venezuela, comandante Hugo Chávez Frías. A tiempo que las fuerzas democráticas rememoran el legado del líder bolivariano que rompió la hegemonía bipartidista de la burguesía de ese país e instauró un proyecto de reformas sociales avanzadas, con el mismo interés se mira el futuro de este proceso, amenazado por una ofensiva sin precedentes por parte de los círculos de derecha nacionales e internacionales.

Muchas han sido las transformaciones vividas por el vecino país desde que Chávez llegó al poder, hace tres lustros. Venezuela era un emporio petrolero donde la pobreza alcanzaba al 80% de la población. Las casitas de cartón de la periferia de Caracas eran parte del paisaje, narrado por cantantes y poetas comprometidos con la lucha popular.

Ahora el pueblo ha llegado al poder y por primera vez en su historia accedió a derechos universales como educación, salud, vivienda, seguridad social, libertades políticas y democracia auténtica. Por primera vez en ese país, la renta petrolera se dedica al bienestar del pueblo, y eso es lo que la burguesía no le perdona al chavismo, pues ya no se pueden embolsillar impunemente cifras astronómicas, mientras el pueblo sufre toda suerte de carencias.

Desde luego, este primer año sin Chávez ha sido difícil para el pueblo venezolano. La inflación superó el 50%. Creció de manera criminal el desabastecimiento de productos esenciales de la canasta familiar, desde el papel higiénico hasta el aceite de cocina. La especulación, el acaparamiento, el mercado negro de productos y divisas, el alza desmesurada de precios en artículos básicos, son el pan de cada día.

Todo esto, producto de una guerra económica desatada en la última etapa contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro por parte del sector más retardatario de la burguesía nacional y los Estados Unidos.

Sembrando cizaña

El asedio contra Maduro ha sido una constante desde que el antiguo líder sindical asumió el poder. Desde un comienzo, los sectores de derecha levantaron la consigna “Maduro no es Chávez”, pretendiendo introducir un elemento de desconfianza y desestabilización, aprovechando el dolor que entre amplios círculos populares había causado la muerte del fundador del proceso. Pretendían vender la idea de que Maduro era un incapaz, al que habría que apartar el poder muy pronto.

Sin embargo, Maduro resultó más capaz de lo que sus enemigos imaginaron. En los primeros meses de su mandato respondió con una estrategia propia: la del gobierno de la calle, movilizando todo el poder ejecutivo a los barrios, las comunas, las empresas, a discutir las medidas frente a la crisis impuesta por empresarios y banqueros. A diseñar en colectivo una ofensiva económica contra la especulación y el acaparamiento. Al mismo tiempo, impulsó los consejos comunales, para darle una mayor base social al proceso de reformas.

Frente a la crisis de las últimas semanas, Maduro retoma la iniciativa. Convocó una conferencia nacional por la paz, que se realizó el 26 de febrero, con la participación de numerosos sectores empresariales, políticos, juveniles, académicos, con excepción de la denominada Mesa de Unidad, que le tuvo pánico a la idea de tomarse la foto con Maduro.

Reunió el Consejo Federal de Gobierno, con presencia de todos los mandatarios seccionales, con excepción de Henrique Capriles. Y movilizó al canciller Elías Jaua, que en 24 horas visitó Bolivia, Paraguay, Argentina, Uruguay, Brasil y más tarde las Naciones Unidas y logró no sólo ampliar consensos en defensa de la revolución bolivariana, sino la convocatoria a una cumbre de Unasur, que afianzará su estrategia en torno a la integración regional y a la defensa de la obra que encarnó el fallecido presidente Hugo Chávez.

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