Con música, alegría y mochilas cargadas de esperanza, bajo el abrasador sol guajiro, el pasado 31 de julio arribaron a Riohacha — capital de los Mágicos Arreboles— cientos de víctimas provenientes de diversos estados de Venezuela, varias provincias de Ecuador y de países tan lejanos como Australia, Noruega, Suecia, Argentina o Canadá
Redacción DD. HH.
Marta Gómez nos sorprendió con su saludo-canto Para la guerra nada, la brisa fue impulsada por los acordeoneros jóvenes del Sendero del Acordeón, estuvimos animados por los recitales de Juan Carlos Pérez, el Condor de la Paz, en un escenario de juntanza binacional de culturas.
Jota Ramos Haga ─artista afro que fusiona ritmos del Pacífico, salsa y rock─ nos deleitó con Una Canción por el Exilio y, como si fuera poco, cuando caía la tarde, allí donde el emblemático muelle se funde con el mar, la delegación del Táchira nos extasió con el artista J. Soto y Fusión Andina Pachavaina.
Desde Europa, delegados de Países Bajos y Bélgica, junto con la delegación de España ─Torre Vieja, Castellón, Alicante, Valencia y Barcelona─, tejieron con sus historias de vida las dos orillas del Atlántico.
Con el regocijo del regreso a la patria ─esta vez a Süchiimma, Tierra del Río en idioma wayuunaiki─, víctimas del conflicto delegadas desde Cuba, Panamá, Costa Rica, México, Estados Unidos y Brasil enriquecían el colorido mosaico de la nación colombiana en el exterior.
Pero aún faltaba el retorno, cuando diversas delegaciones cruzaron la emblemática plaza Padilla bajo la mirada triunfante del héroe de la batalla naval del Lago de Maracaibo. Con mucha alegría y esperanzas fueron llegando y llenando el recinto de la biblioteca Héctor Salah Zuleta, cuyo nombre rinde homenaje al religioso comprometido con la opción preferencial por los pobres.
Las reivindicaciones
El paisaje fluvial del río Ranchería trajo el mensaje cristalino de la Sierra Nevada, en cuyos recodos ─como espejos vitales─ se dibujó la palpitante realidad de las víctimas en los países de acogida. En medio de la solidaridad del pueblo guajiro, el X FIV, en su décimo aniversario abordó temática como los avances y falencias en el desarrollo legislativo, el estado de la implementación del Acuerdos de La Habana/Teatro Colón, las recomendaciones del Informe de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, CEV, y las víctimas como embajadoras de la memoria.
Además, las perspectivas de la Paz Total, la lucha mundial por la paz, la búsqueda de personas dadas por desaparecidas, el estado de los procesos en la JEP, la agilización de las indemnizaciones administrativas, el reconocimiento y reparación para las víctimas colectivas, la ejecución de la sentencia de la CIDH, los aspectos organizativos del FIV y la articulación con otros espacios de la migración y, por último, el impuso a la Mesa de Migraciones, Mesa de Víctimas y la constitución de Consejo Territorial de Paz en el exterior.
La construcción de alternativas
La mochila wayúu, o Susu significa “lo que camina con uno” y, en ese sentido, el FIV ha hecho camino buscando soluciones. Hemos caminado y salido de la zona de lamentaciones, y sin culpar ya a las circunstancias. Hemos elaborado informes dirigidos a las diferentes entidades del Sistema; contribuido voluntariamente con miles de entrevistas al Informe de la CEV y, con nuestros seminarios/talleres, hemos ido supliendo la ausencia de políticas públicas y de atención estatal, sin abandonar el nivel de exigencia.
Rafael Manjarrez, el reconocido compositor, glosa que “La Guajira se mete hasta el mar así, como si pelear quisiera …”, pues bien, esa es la misma actitud del FIV, con las mangas arremangadas, y junto con la Unidad Solidaria, nos metimos en la apuesta por la economía solidaria para las víctimas y migraciones. Así, en Riohacha, dimos un paso al constituir la cooperativa Coomupaz.
Igualmente, ante la ausencia de datos fiables del exilio y la migración, vamos a consolidar el Observatorio para las Migraciones e insistiremos en la Conferencia Internacional de Estados para armonizar legislaciones. Nos comprometimos a seguir impulsando el Segundo Centenario del Congreso Anfictiónico de Panamá en el 2026 y su concomitancia como la sede para la realización del XI Foro Internacional de Víctimas.
El gobierno del cambio con las víctimas
Al cierre, el 2 de agosto, constatamos una característica especial: los y las funcionarias del Gobierno seguían presentes y satisfechos de ser parte de un escenario de autorganización. Ante más de 250 asistentes, los funcionarios ─ya no los doctores distantes de otrora─ se percataron de un proceso, muy diferente a eventos organizados desde arriba. Gracias a aplicación de nuestro Protocolo de Participación, los resultados se materializan en procesos organizativos y con una seria incidencia política.
La participación institucional fue robusta, pues contó con la asistencia de Adith Romero (director de la UARIV) y el equipo del GAVE; de la canciller Rosa Yolanda Villavicencio; Mauricio Rodríguez (DPS); Simone Schwartz (ACNUR); Gloria Ramírez (exministra); Aura Bolívar (sub. URT); María Gaitán (directora del CNMH), Sandra Alfaro (JEP); Betty Moreno (Defensoría); Sebastián Garaviño (UAEOS); Fabio Alzate (Contralor Delegado); Jhon Romero y Heydi Margarita (Mesa de Víctimas), Termina Barrios (Mesa de Víctimas); Auris Pérez (SENA), las congresistas Imelda Daza, Aida Abella, Carmen Boscán.
Además, el Cónsul de la República Bolivariana de Venezuela Erik Gana. Por el movimiento social por la paz Danilo Rueda (Exconsejero Nacional de Paz), Rubiel Vargas (CPDH); Reverendo Samuel Salazar (CNPRC), Fabio Flórez (vicepresidente de FECODE); María E. Londoño (Fiscal de FECODE), Diego Martínez (constructor de la JEP), Martha Bolívar (Reparación colectiva PCC), Indira Murillo (Instituto CAPAZ), Deidamia Perdomo (Colectivo Sociojurídico Orlando Fals Borda), nos honraron con su presencia también Claudia Flórez (Secretaria General del PCC), Daniela Vega (Juco), Jorge Gómez (PCC) y Andrés Álvarez (UP).
Al cierre, en medio de cálidas despedidas, con la emoción del deber cumplido, en medio de un pendón de los diez años del FIV y con el trasfondo de una bandera Palestina, un rapsoda criollo, espontáneamente, nos despidió con este verso: “Quién es esa mujer engalanada de rosas que canta, que ríe,/que baila,/que goza/Bañada en azules cristales y temerosa/Es mi tierra bella,/es mi Guajira hermosa”.