A tres años del gobierno del cambio, los resultados han sido significativos en medio de una oposición que busca desprestigiar la gestión del presidente Gustavo Petro. Ahora, la mirada debe estar en la unidad como esperanza para las próximas elecciones
Harold Olave Martínez
El gobierno del cambio, liderado por Gustavo Petro, nació de una coalición compuesta por progresistas, la izquierda y corrientes de centro, entre los cuales se encuentra el Partido Comunista Colombiano, PCC.
Este gobierno ─inscrito en las corrientes progresistas latinoamericanas─ ha enfrentado una férrea oposición del poder hegemónico, el cual ha instrumentalizado ciertas instituciones del Estado para construir una especie de coraza que impida el avance de las reformas sociales propuestas, y así mantener intacta la esencia de sus privilegios.
Tres años de gobierno, lucha y resistencia
Próximamente, se cumplirán tres años del gobierno del cambio, caracterizado por una confrontación permanente con los representantes del gran capital, quienes han recurrido a todos los medios posibles para deslegitimar la gestión del presidente de la nación.
Un ejemplo de ello es el uso de los medios de comunicación privados como principal herramienta para la desinformación, mediante relatos que minimizan y opacan los logros del Gobierno y engrandecen sus desaciertos. Se trata de una campaña dirigida a desprestigiar la figura de Gustavo Petro.
Asimismo, el Gobierno también libra batallas internas contra el proceder de sectores que, aun siendo parte de la coalición gubernamental, reproducen formas de dominación propias de quienes ostentan el poder, expresadas en corrupción, trampa, clientelismo y la actitud feudal de asirse a los cargos.
Distorsionan el verdadero ejercicio de gobernar con la mirada puesta en avanzar en los derechos sociales, económicos y políticos de los colombianos y colombianas.
En ese sentido, el caso del excanciller Álvaro Leyva es quizás el ejemplo más disiente del peligro que encierra la visión de gobernar recurriendo a atajos corruptos y despóticos, propios de una lumpenburguesía criolla, que muchos aprendices de esta orilla ya han incursionado y a la que otros, posiblemente, también aspiran integrarse.
Así pues, es necesario que desde la izquierda, los sectores progresistas y democráticos, se pongan a disposición los saberes acumulados, tanto intelectuales como éticos, para que, junto con su visión democrática y transformadora, contribuyan a trazar caminos que permitan interpretar las intricadas relaciones del ejercicio de gobernar.
Su accionar debe orientarse a seguir avanzando hacia una nueva sociedad, basada en la ampliación de nuevos espacios democráticos, que le permita al pueblo colombiano construir, en la actual coyuntura, relaciones sociales donde la voz de las mayorías sea realmente escuchada.
Mujeres comunistas al frente de la lucha por la dignidad del pueblo
Desde esta perspectiva, debe valorarse el papel desempeñado por Gloría Inés Ramírez como ministra del Trabajo, quien centró su gestión en acciones orientadas a dignificar el trabajo en Colombia y a reivindicar los derechos de la clase trabajadora. Estos esfuerzos se materializaron en la Reforma laboral y Reforma pensional, hoy convertidas en leyes de la República.
Es importante recordar que ambas reformas sufrieron una intensa obstrucción por parte de los representantes de la clase dominante. Sin embargo, fueron aprobadas gracias al apoyo popular en las calles, la tenacidad del presidente Gustavo Petro y el papel crucial de la entonces ministra, Gloría Inés Ramírez.
Por su parte, también merece destacarse el trabajo persistente de la ministra de Agricultura, Martha Carvajalino, quien, en su empeño por sacar adelante la reforma agraria, ha abierto caminos para la reconstrucción del tejido social y ha dado paso a una nueva etapa en la lucha por la reivindicación de los derechos de los campesinos y campesinas, centrando su esfuerzo en el desarrollo agrario del país.
Asimismo, enfrenta grandes retos, especialmente el de contribuir a superar el atraso de las relaciones económicas en el campo, resultado del latifundio, el narcotráfico y las economías ilegales; fenómenos vinculados a las violentas expropiaciones sufridas por el campesinado colombiano a lo largo de la historia.
La ministra Carvajalino aborda estos retos con claridad, entendiendo que la relación entre el Gobierno y las comunidades campesinas es vital para asegurar la consolidación de la reforma agraria.
Ejemplo del Partido Comunista
Gloria Inés Ramírez y Martha Carvajalino son ejemplos de cómo nuestro partido, junto con otros procesos, destaca y deja huella; marca un antes y un después en el país. Ellas inauguran una nueva etapa: su enfoque, ejercicio y resultados contrastan con las formas de gobernar del establecimiento.
Nuestra verdadera legitimidad no viene de reproducir la dominación a partir de sus formas perversas de “administrar”, ese camino nos deslegitimaría. Reside, más bien, en construir, renovar y avanzar hacia nuevas formas de gobernar, haciendo de la voluntad popular nuestro principio rector.
Para continuar y consolidarse como gobierno nuevamente, es necesario valorar lo logrado, desechar aquello que se aleja de la promesa transformadora y mantener la certeza de que existe una izquierda coherente entre lo que piensa, dice y hace.
Por lo tanto, la continuidad en el gobierno dependerá de la capacidad para articular de forma coherente lo político, organizativo e ideológico, bajo un proyecto de gobernanza pensado desde un nuevo Pacto Histórico.