Alfonso Castillo Garzon
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En pleno siglo XXI cuando la humanidad ha “reforzado” su discurso sobre democracia, derechos humanos y paz, este discurso, se ve enfrentado a una cruda realidad, están en aumento las acciones de unos pocos, que en la práctica vulneran la integridad y la dignidad humana en distintas regiones del planeta, catástrofes ambientales originadas por la explotación irresponsable de los recursos naturales por parte de los grandes conglomerados económicos, hambrunas y guerras desiguales, también provocadas por la voracidad del modelo económico de acumulación de riqueza.
En muchas regiones avanza la guerra, como método para resolver diferencias, generalmente por intereses económicos, alentadas por potencias y conglomerados poderosos, que intentan imponerse a naciones militarmente débiles, para aumentar la extracción de recursos naturales y favorecer sus economías de explotación, agravando cada vez la irreversible crisis climática que vive el planeta.
Frente a este panorama aparentemente desolador, está la dignidad de los pueblos, que se organizan, levantan y luchan por la soberanía, expresan solidaridad internacional, son estos valores a los que la tiranía y la barbarie siempre han temido, porque ellos logran derrotar guerras, el hegemonismo y la barbarie.
Se evidencia en muchos capítulos de la historia reciente, la humanidad venció al fascismo, el apartheid y las más violentas dictaduras y también vencerá el criminal genocidio del estado Israeli, que en complicidad del gobierno Norteamericano y Unión Europea, contra el pueblo Palestino, intentando expulsarlo del territorio que históricamente les pertenece, usando una feroz ofensiva militar que combina bombardeos y presencia militar, que a diario provoca decenas de asesinatos de civiles entre niños, mujeres y adultos mayores y ahora suman, la decisión del criminal de guerra Benjamín Netanyahu, de no permitir el ingreso de la ayuda humanitaria.
Sin embargo, la movilización de los pueblos libres, exigiendo a cada nación y realizar acciones más contundentes contra esta barbarie y al mismo tiempo exigir captura y juicio en tribunales internacionales a la cúpula genocida que permitió toda esta atrocidad.
El compromiso de cada organización y gobierno progresista, de cada ciudadano libre del mundo, debe ser, no desfallecer en la denuncia, utilizar las redes sociales, las paredes, los actos públicos y privados, aprovechar cada día y cada oportunidad, para seguir promoviendo las movilizaciones en las calles, realizar jornadas culturales la recolección de alimentos y elementos básicos para la supervivencia, como expresión de solidaridad y aliento para la lucha del pueblo Palestino, contra la tiranía y la opresión. Es necesario convertir indignación e impotencia, en actos de rebeldía y dignidad.