VOZ publica las palabras de la precandidata del Partido Comunista al Senado, en el lanzamiento de la campaña. Soberanía, justicia social, derechos fundamentales, profundización de las reformas y de la unidad son parte de sus propuestas
María Eugenia Londoño
@MariaEugeniaLo
No hablo únicamente como candidata al Senado por el Partido Comunista Colombiano, sino como hija de una nación que se niega a aceptar que la injusticia sea su destino; como maestra de escuela pública; como trabajadora y mujer que ha visto a su pueblo levantarse una y otra vez para defender la vida, la dignidad y la soberanía.
Vengo a convocarles a un proyecto de país que ponga la humanidad por encima del lucro, la paz con justicia social por encima de la guerra, y la verdad por encima de la manipulación.
Soberanía y justicia social
Vivimos una encrucijada histórica. De un lado, los poderes que pretenden mantener un orden de dominación. Del otro, los pueblos que buscamos un horizonte de soberanía, justicia social y autodeterminación.
Esa disputa global—entre el viejo unilateralismo y un mundo verdaderamente multipolar—se define también en América Latina, en Colombia, en nuestros barrios y veredas.
Hoy es inevitable no levantar nuestra voz por Palestina. Lo que ocurre en Gaza es un genocidio que bombardea escuelas y hospitales, que condena a la población al hambre y al destierro. Como educadora y como colombiana, no puedo ser neutral cuando asesinan niñas y niños, cuando se criminaliza el pan y la palabra.
Exigimos alto al fuego inmediato, fin del bloqueo y justicia internacional. Por ello, hacemos un llamado al movimiento social y popular, campesino y magisterial, a la juventud: boicot, desinversión y denuncia permanente. La neutralidad ante este crimen es complicidad.
Alzamos nuestra voz también por el pueblo hermano de Venezuela. Las mal llamadas “sanciones”, los bloqueos financieros y las amenazas militares no son diplomacia, son instrumentos de asfixia para forzar la entrega de su riqueza y su soberanía.
Exigimos respeto al principio de autodeterminación de los pueblos y el retiro de despliegues armados en el Caribe. Nuestra región fue declarada zona de paz y Colombia debe ser garante. Defender la soberanía venezolana es defender la nuestra: sin independencia regional no hay independencia nacional.
Educación, derecho fundamental
Ante esta dura realidad, nuestra candidatura busca la consolidación y garantía de los derechos del pueblo. Nuestras banderas legislativas vienen de las luchas populares y tienen el propósito de transformar la vida cotidiana de la gente. Por supuesto, van de la mano del programa de nuestra futura presidenta Gloria Inés Ramírez Ríos.
Desde el legislativo continuaremos luchando para que la educación sea un derecho fundamental garantizado desde la cuna hasta la universidad. Esto significa materializar el plan decenal en construcción, que cierre las brechas entre las ciudades y el campo, que construya escuelas dignas, con bibliotecas, conectividad y alimentación escolar ligada a la economía popular.
A nuestros jóvenes queremos decirle que no más ICETEX persiguiéndolos como deudores. Nos comprometemos a la condonación de esas deudas injustas. Además, impulsaremos una nueva ley de educación superior que ponga el conocimiento al servicio de la soberanía nacional, de la ciencia propia y de la paz con justicia social.
Este programa es de la clase trabajadora, de los obreros de las fábricas, de los empleados públicos, de los vendedores informales, de las mujeres que sostienen la vida con su trabajo invisible. Por eso seguiremos promoviendo el Estatuto del Trabajo que la Constitución prometió y que las élites negaron. Vamos a defender la negociación colectiva, las libertades sindicales y la dignidad laboral para todos los sectores.
El capitalismo nos ha enseñado que valemos por lo que producimos, pero nosotros afirmamos que valemos por lo que somos, seres humanos con derechos. Y en ese camino, lucharemos también por trabajo digno que cuide la vida, la naturaleza y el futuro de nuestras hijas e hijos.
Un país democrático y en paz
La revolución será feminista o no será. No habrá justicia social si las mujeres seguimos cargando sobre nuestros hombros el peso del cuidado sin reconocimiento.
Vamos por la igualdad salarial, por las licencias menstruales y parentales igualitarias. Es fundamental que se reconozca la economía del cuidado como trabajo y en la política exigimos paridad real. No más mujeres como cuota, sino como protagonistas de la transformación.
Campesinas, campesinos, pueblos indígenas, comunidades afrocolombianas: ustedes son la raíz de esta nación. Sin campo no hay ciudad, sin tierra no hay vida. Por eso nuestra bandera será la reforma agraria integral y popular, la tierra para quien la trabaja, la semilla como patrimonio de los pueblos y la soberanía alimentaria como derecho fundamental.
Defenderemos los páramos, el agua, los bosques y la biodiversidad no con discursos, sino con gobernanza campesina y agroecología. Y vamos a exigir el cumplimiento y profundización de los Acuerdos de La Habana en materia rural. La paz no es solo el silencio de los fusiles. Es la justicia en los territorios. Es salud, vivienda, conectividad e igualdad.
El Partido Comunista Colombiano ha sembrado su vida en la lucha por un país democrático y en paz. Por eso queremos regar esa semilla y verla florecer en un Senado que legisle para el pueblo y no para las élites.
Levanto mi voz para decir: sí es posible una educación digna, un trabajo justo, un campo con tierra, un país sin violencia patriarcal y paz con justicia social. Sí es posible porque los pueblos organizados jamás han sido vencidos.
Acá manda la vida
Prometemos trabajo, coherencia y combate político al servicio del pueblo. No transar con los poderosos a costa de los débiles, no confundir los intereses de la banca con los de la patria, no callar ante el genocidio ni ante la injerencia, no temer a las presiones cuando se trate de defender a Colombia como zona de paz. Legislar con ustedes, consultarles, rendir cuentas y volver siempre a los territorios.
Hoy sabemos que nuestra responsabilidad es profundizar las reformas del cambio y fortalecer la unidad.
Yo, María Eugenia Londoño, militante comunista, les convoco a caminar juntas y juntos. Por un país que abrace a su niñez, que reconozca a sus mujeres, que dignifique a sus trabajadores, que respete a sus pueblos, que siembre pan y coseche paz. Por una Colombia que le diga al mundo: aquí no manda el odio sino la vida.