Ejercicios militares conjuntos, dirigidos por el Pentágono, involucraron a 20 países. Buscan justificar una invasión en América Latina inventando fantasmales enemigos, como sucedió en Irak

El pasado 7 de agosto culminaron en Panamá los ejercicios militares Panamax 2015, minuciosamente organizados por el Comando Sur de los Estados Unidos, y que se extendieron por espacio de dos semanas, con participación de 19 países latinoamericanos y comandos militares de Canadá, Francia y el Reino Unido. Entre los participantes, desde luego, estuvo el ejército colombiano. Estados Unidos no invitó a Venezuela, Cuba, Argentina, Ecuador ni Bolivia.
Según manifestó uno de los comandantes de tropa latinoamericanos participantes en los ejercicios bélicos, “el enfoque de este ejercicio es desarrollar operaciones entre nuestras unidades y tener la oportunidad de enfrentar de cerca nuestra realidad de amenazas regionales”.
Cuando recién Estados Unidos y Cuba han abierto embajadas en sus respectivos países e iniciado el camino de normalización de sus relaciones diplomáticas y comerciales y en La Habana se adelanta un proceso de conversaciones entre la guerrilla más antigua del continente y el gobierno colombiano, ¿cuál sería ese hipotético enemigo a combatir?
¿O se trata de agilizar planes de invasión contra un país latinoamericano, inventando pretextos como el de las armas nucleares en Irak, que nunca existieron?
El jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, al término del ejercicio, aseguró que “las relaciones que se hayan establecido y el entendimiento mutuo alcanzado, nos servirán mucho en el evento de tener que establecer juntos una fuerza de coalición para un evento real”.
Plan intervencionista
Dos cosas quedan claras en la declaración del alto oficial. La primera, que se contempla un ‘evento real’ de intervención en un escenario local. Segundo, que se quiere comprometer a tropas latinoamericanas en un hecho que busca además, con una gran provocación militar, hacer añicos el proceso de integración regional, liderado por países de signo progresista en la región.
En el caso colombiano, voceros de la OTAN y del Departamento de Estado, han mostrado su interés en que tras la firma de un acuerdo de paz, las tropas colombianas sirvan de ejército mercenario para actuar en otros países por cuenta de los intereses de las grandes potencias.
En la simulación de un enemigo, los operativos conjuntos identificaron a “los campesinos e indígenas panameños”. Estados Unidos en la práctica mantiene dos divisiones militares en Panamá, a pesar de que la constitución nacional de ese país prohíbe la organización de fuerzas armadas. El comentarista militar Alex Sánchez, en artículo de prensa reciente, asegura que Estados Unidos debe estar siempre preparado para invadir a Panamá en caso de amenaza contra la seguridad nacional de los Estados Unidos.
En 1956, Estados Unidos ocupó el Canal de Suez con un argumento tan peregrino como el que ahora esgrimen. Pero la amenaza podría ser contra otro país latinoamericano. Y no es un despropósito, cuando recientemente los gobiernos de Brasil y Venezuela han denunciado planes golpistas en sus naciones. Las fuerzas democráticas del continente deberán estar alerta frente a los desarrollos de este tipo de maniobras militares y de los líderes que se esconden detrás de ellas.