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Mínimos históricos en los ríos Cauca y Magdalena

El problema va más allá de las fuertes sequías y responde a la sedimentación, la minería y la pérdida de conectividad entre los ecosistemas

El paisaje del río Magdalena es desértico. Foto José David Tapias.
El paisaje del río Magdalena es desértico. Foto José David Tapias.

Colombia atraviesa por el momento más crítico del fenómeno de El Niño, que ha ocasionado un aumento de las temperaturas, una reducción de los niveles de los ríos y embalses hidroeléctricos y numerosos incendios forestales.

“Uno de los efectos del fenómeno de El Niño es la disminución de la intensidad y frecuencia de días de lluvia y un aumento de la temperatura”, dijo Omar Franco, director del Ideam.

Desde agosto del año pasado el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (Ideam) había advertido sobre la sequía del 2016. Para entonces el país afrontaba serios problemas por las altas temperaturas, la falta de lluvias y el bajo nivel de los embalses y represas a nivel nacional. El 2016 llegó y no dio espera en materia ambiental: los incendios forestales en más de diez departamentos se han reactivado y son mas de veinte los departamentos que presentan alerta roja por la inminente aparición de las conflagraciones.

Uno de los indicadores de la gravedad del asunto es el río Magdalena. Ya existen puntos en los que la profundidad del agua no supera los 60 centímetros. La situación es tan crítica que las autoridades se han visto obligadas a suspender la navegación en un sector del río.

Asimismo, en la desembocadura del Magdalena en el mar Caribe, cerca de Barranquilla, se han formado bancos de arena que dificultan la navegación de barcos grandes.

El Gobierno colombiano ha intensificado en los últimos días el llamado para el ahorro de agua, que en numerosos municipios del país se raciona desde el año pasado por la intensidad de El Niño.

El presidente Juan Manuel Santos afirmó que existe la posibilidad que se generen racionamientos energéticos si la tendencia del Fenómeno continúa tal y como ya se está desarrollando.

El Niño se produce por la llegada a la costa del océano Pacífico de corrientes cálidas, lo que ocasiona cambios en el clima. En algunos países esto deriva en un aumento de las lluvias, mientras que en Colombia produce sequía.

Desde 1997 no se presentaba un fenómeno de tal magnitud. Según la NASA, El Niño “ha creado un caos climático alrededor del mundo”. Según la predicción de expertos apenas estamos entrando en la fase más crítica de este fenómeno y 2016 se pinta como el más caluroso de los últimos años.

Colombia tiene al año dos temporadas de lluvias, de abril a junio y de septiembre a diciembre, pero en los últimos meses de 2015 las precipitaciones fueron escasas, lo que ha reducido paulatinamente el nivel de los ríos y los embalses hidroeléctricos y ocasionado numerosos incendios forestales.

Para Ricardo Lozano, exdirector del Ideam y consultor ambiental, “el problema no es el cambio climático, es que no hemos querido aceptar que nuestro desarrollo se basa en el agua, el clima y las condiciones ambientales de los territorios”.

Como explica Juan Carlos Gutiérrez, subdirector científico de la Fundación Alma, las planicies de inundación de los ríos cumplen una función. Cuando se pierde por falta de conectividad entre los ecosistemas, sedimentación, contaminación por minería, se afectan los humedales que permiten mantener el agua e irla entregando a los grandes ríos paulatinamente. “No tendríamos estos mínimos históricos de los ríos y temperaturas extendidas en el tiempo si hubiéramos conservado la estructura ecológica”.

Gutiérrez también sostuvo que la sequía de hoy demuestra que ese sueño de volver navegable el río Magdalena es un espejismo y un atropello. “Los ríos necesitan una mirada distinta y es entenderlos en su integridad como ecosistemas, como áreas que deben protegerse y no sólo como autopistas para exportar carbón y petróleo. Es importante que los gremios garanticen áreas de uso común, por ejemplo las rondas de los ríos, caños naturales, bajos y playones que hoy están ocupados ilegalmente por ganadería extensiva, palma aceitera, usos industriales y contaminados por la minería legal e ilegal”, aseguró.

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