Pietro Lora Alarcón
Colombia tiene hoy un papel protagónico en el campo de las relaciones internacionales y eso se debe, en gran medida, a la diplomacia presidencial activa y claramente posicionada en favor de la paz y contra las agresiones más atroces de los imperios a la humanidad, suficientemente versátil para plantear con firmeza el tema de la justicia climática o de la seguridad alimentaria a partir de una visión contrahegemónica.
La realización de la IV cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe – CELAC y la Unión Europea – UE, en Santa Marta el próximo 8 y 9 de noviembre, corrobora esta idea. Colombia ocupa la presidencia pro tempore de la entidad, pero además la acción internacional por parte del presidente Gustavo Petro ha generado un impulso del diálogo político a partir de premisas más realistas, que tiende a compromisos en temas como conocimiento, multilateralismo y las transiciones digital, energética y ambiental.
Analizada dentro de un contexto de tensiones geopolítica globales, la CELAC juega un papel como mecanismo de concertación en medio de divergencias regionales y presiones imperiales. Por eso, ante la presencia del presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que deben llegar para dirigir parte de los trabajos, es importante demarcar claramente la orientación estratégica de la preservación de la soberanía y la búsqueda de condiciones para un clima de paz y seguridad regional, un propósito común, planteado en la Declaración de jefes de Estado adoptada en Tegucigalpa en abril de este año.
Desde luego, el tema de la integración es central en perspectiva de reducir la dependencia externa, al tiempo que proyecta el mensaje directo de que las carencias del día a día de nuestros pueblos es proporcional a la abundancia de los acaparadores de la riqueza global.
Por eso, es fundamental la realización de la III CELAC SOCIAL, un ámbito para los diversos actores no gubernamentales, sindicatos y en general del movimiento popular, sin el cual no habría la garantía del enfoque inclusivo y participativo de aquellos que sufren las consecuencias más graves de la crisis sistémica que sacude el planeta.
Esta dinámica internacional obliga a pensar global y regionalmente. La evidencia dolorosa e indignante de la situación en Palestina es un elemento catalizador de voluntades y resistencias antimperialistas y antifascistas. A ello se suman la conciencia de resistir a las amenazas y provocaciones de Trump y trabajar para obtener victorias en los procesos electorales de este año y del 2026.
La conjugación de esta IV Cumbre de CELAC y la UE con la III CELAC SOCIAL es clave, no solo para un diagnóstico sobre la crisis de un capitalismo descompuesto por la corrupción, cuyo modelo funcional es desafiado por bloques como los BRICS, sino para avanzar unificando esfuerzos para la paz y la integración.