sábado, marzo 15, 2025
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Los Diálogos en la Habana: Entre la especulación y la desinformación

Algunos de los grandes medios de comunicación colombianos hoy, desafortunadamente, actúan como verdaderos Sping doctor; es decir, como entes dedicados ya a orquestar el desprestigio de un opositor, o ya el beneficio de las élites en el poder, mediante tácticas manipuladoras, filtraciones, maquillados “sondeos” y estadísticas acomodadas. El proceso de paz de la Habana no se ha salvado de este tipo de maniobras.

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Al respecto, debemos hacer precisiones sobre argumentos que resuenan desde ciertas rotativas, apuntando a indicar que las FARC han ido construyendo un Acuerdo de tranformación rural integral, inferior a las conquistas hasta ahora ganadas por el pueblo en luchas que le han costado sudor y sangre. Valga decir de entrada, que la Reforma Agraria por la que durante décadas han luchado los campesinos, siempre ha sido aplazada con sofismas y terror; ello incluye lo que algunos se atreven a llamar “la revolución agraria” del gobierno Santos, la cual de manera precisa hemos caracterizado como un proceso de despojo legal que pretende abrir un camino expedito a la inversión extranjera, esquema que hay que superarar, si en verdad se quiere hacer la paz.

Así las cosas, nunca estará de sobra decir que cualquier entendimiento sobre restitución, formalización y distribución de tierras, deberá tener en cuenta las 100 propuestas mínimas para el Desarrollo Rural y Agrario para la Democratización y la Paz de Colombia que han radicado las FARC-EP en la mesa de conversaciones. Ello implica no perder de vista que en nuestro país no son 250 mil los campesinos desposeidos o que tienen microfundios insuficientes para la subsistencia; en realidad en un cuarto de siglo, para no irnos muy lejos en la historia de despojo sangriento orquestada por los latifundistas repaldados por el Estado, son alrededor de 8 millones de hectareas las que han sido arrebatadas a los pobladores del campo, generando más miseria, masacres, desapariciones, encarcelamientos y un desplazamiento forzado de más de cinco millones de compatriotas.

Toda esta gente y la que se ha mantenido contra viento y marea en el campo, debe ser reivindicada, resarcida en sus derechos económicos, políticos y sociales fundamentales, pues se trata de tomar en cuenta a todo el escenario rural, tanto el impactado de manera más directa por la confrontación y la violencia institucional, como el que se encuentra sometido al abandono y a la miseria secular.

Pese a las afirmaciones de algunos medios capitalinos, las cuales son presentadas como “exclusivas” derivadas de fuentes gubernamentales hablando de supuestos acuerdos concluidos, de momento podríamos adelantar que no hay nada que lleve por nombre Banco de Tierras o que indique que las FARC-EP hubiesemos concertado que la permanencia del latifundio o de la praderización del país es buena para el campo, o que las implementaciones catastrales y sobre impuesto predial que adelanta el gobierno, sean lo que en el Acuerdo se conciben como tales. Mucho menos debe darse por cierto que existan convenios en los que el asunto de Zonas de Reserva Campesina se vaya a finiquitar transando redacciones que estén por debajo de las espectativas y los logros que los campesinos han materializado con sus propios esfuezos y sacrificos; no. Por supuesto, entonces, más allá de cualquier generalidad que reivindique los derechos de campesinos, comunidades indígnas y afrosdescendiente, las FARCF-EP comparten el anhelo de los compatriotas que han emprendido la lucha por las más de 9 millones de hectareas que se comprenden en el medio centenar de procesos que están en la vía de construcción de las Zonas de Reserva Campesina, y sobre los cuales se aspira a lograr autonomía, descentralización y respeto.

Pero más allá de esta justa reivindicación, que no es una pretensión de las FARC-EP, sino de los campesinos, nuestra idea de Reformas Agraria, como bien lo hemos explicado antes, no admite la idea de que cada día el territorio destinado a la producción alimentaria se vaya reduciendo solamente para beneficiar al latifundio ganadero o a las economías extractivas; no. Nosotros soñamos con que el país recupere su capacidad de autoabastecimiento y que además de las Zonas de Reserva Campesina, se establezcan Zonas Campesinas de Producción de Alimentos y se fortalezcan los resguardos y los territorios de las comunidades afrodescendientes.

Todo esto requerirá voluntad política y financiación contante y sonante, pues no es sobre promesas vanas que se construye la paz. Nosotros somos optimistas y confiamos en que este noveno ciclo termine con anuncios que al país le den certeza de avance y fe en la posibilidad de la reconciliación.

DELEGACION DE PAZ DE LAS FARC-EP

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