Jaime Cedano Roldán
Una convocatoria recorre todos los rincones del país, invitando a la construcción colectiva, democrática y desde abajo, del ideario político y organizativo del Pacto Histórico como un partido unitario.
Este proceso recoge el sentimiento de la gente en los territorios y en las bases, y llega en un momento muy oportuno. En un contexto marcado por confusiones y contradicciones en las alturas, que, si se niegan, solo causan más daño, pero que deben y pueden resolverse, como siempre lo ha hecho el movimiento popular: a través del debate y el consenso.
El presidente Petro ha señalado que el unanimismo, la ausencia de pensamiento colectivo y la egolatría ahogan los proyectos. Una barrera difícil de superar, dada la tradición caudillista y clientelista que caracteriza a la política colombiana. Aunque resulta fácil predicar este tema, su implementación es mucho más compleja. Sin embargo, el movimiento transformador y rupturista, así como sus miembros en todos los niveles, deben estar abiertos al debate, a la crítica, la autocrítica, para fortalecer el proyecto común.
A aquellos que se asombran por los debates y contradicciones al interior del Pacto Histórico, es necesario recordarles el diverso y contradictorio origen de este gobierno. Surge de múltiples caminos y luchas; se agiganta en las barricadas del estallido social, pero solo logra consolidarse a través de los acuerdos con otros sectores políticos y sociales, incluyendo a aquellos herederos del viejo régimen político. En esta compleja y contradictoria diversidad reside tanto la grandeza como el talón de Aquiles del proyecto.
El estallido no culminó con un asalto al palacio de invierno. No hubo toma del poder ni siquiera una apropiación total del Gobierno. Sin embargo, contrario a lo que afirmó el presidente en su entrevista con el diario El País, sí hubo una revolución. Una parte muy grande del país despertó y rompió las cadenas de la subordinación resignada.
Aunque no se lograron concretar las reformas, aún falta camino por recorrer, lo cierto es que el país ya no es el mismo. Hoy se debaten temas vedados y la sociedad tiene una comprensión más profunda del poder y sus dinámicas. La reforma agraria sigue adelante, la economía avanza, el turismo crece, los precios y la inflación disminuyen, y los salarios han aumentado.
Los meses restantes son un camino arduo para ejecutar y cumplir, para lograrlo, se necesitan acuerdos. Algunos no deseados, otros incómodos, pero necesarios. Siempre y cuando en ellos no se pierda el alma. Quizás el presidente fue exagerado al afirmar que el nuevo gabinete representaba “todo el poder a los movimientos sociales” o que los ministerios están destinados a organizar la movilización social. Esta, en realidad, debe surgir principalmente desde los propios movimientos, desde barrios, territorios y sectores.
Pensando en la unidad, la movilización y en la construcción de los cimientos de un nuevo poder, hoy decimos con optimismo: ¡Venga esa encuesta país!