A través de roles diversos, como madres, lideresas sociales, sindicalistas y defensoras de derechos humanos, han alzado su voz para reivindicar sus derechos y los de sus comunidades. Su lucha no solo es un ejemplo de resistencia, sino un motor de transformación
Jekssy Mary Perea Ramírez
Las luchas de las mujeres en diferentes culturas, países y espacios de representación social y política se han manifestado de diversas maneras, con el objetivo de abordar la desigualdad y reivindicar derechos. A nivel internacional, muchas mujeres han levantado banderas y alzado sus voces, contribuyendo a la construcción de sociedades más justas. Es pertinente destacar a figuras como Eleanor Roosevelt, Hansa Mehta, Minerva Bernardino y Bodil Begtrup, quienes lucharon por la igualdad y universalizaron los derechos humanos.
Estas valientes mujeres participaron en la negociación y redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, carta magna de la humanidad aprobada el 10 de diciembre de 1948. Su aporte garantizó que el texto fuera universal e incluyera los derechos de las mujeres en una norma que valoraba las libertades y la dignidad humana. Gracias a ellas, el mundo es más justo e igualitario.
Los desafíos asumidos
En el escenario colombiano, la lucha de las mujeres ha sido extensa, desarrollándose en medio de un machismo estructural que las ha relegado a roles de cuidado, limitando sus oportunidades históricas. En una sociedad tradicionalmente patriarcal, no se concebía a las mujeres como seres autónomos capaces de estudiar, votar, administrar su propio dinero, ser consideradas ciudadanas o tomar decisiones sobre sus cuerpos. Sin embargo, mujeres de diferentes épocas asumieron este desafío y lo convirtieron en la base para construir nuevas oportunidades.
Claudia Múnera y María Eastman promovieron cambios en la educación femenina durante el Cuarto Congreso Internacional Femenino en Bogotá, en diciembre de 1930. En este evento se discutieron las transformaciones necesarias en la educación de las mujeres para que ocuparan el lugar que les correspondía en la sociedad. El 1 de febrero de 1931, Rosenda Torres fue nombrada ministra de Educación Nacional, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar este cargo y siendo una figura clave para la educación femenina en Colombia.
Otras mujeres destacadas en la historia colombiana incluyen a Piedad Córdoba Ruiz, abogada y política reconocida por su lucha social; Sonia Osorio, embajadora del folclor colombiano en el mundo; Aida Avella, psicóloga y destacada dirigente social y política; y María Eugenia Londoño, educadora y sindicalista vinculada a FECODE. También es fundamental mencionar a Francia Helena Márquez Mina, abogada, líder social y activista medioambiental, quien se convirtió en un ícono al ser la primera mujer afrodescendiente en ocupar el cargo de vicepresidenta de Colombia.
Mujeres del Pacífico
En el departamento del Chocó, conocido cariñosamente como la “Perla Morena entre dos mares”, la mujer ha liderado luchas para reivindicar sus derechos y los de la población. Este territorio, rico en biodiversidad y en el calor de su gente, ha sido ancestralmente un espacio de paz y bienestar. Sin embargo, en tiempos convulsionados, donde la violencia afecta gravemente a la región, las mujeres chocoanas han alzado sus voces para defender la vida y los derechos de la juventud.
La mujer chocoana es un símbolo de resiliencia. Desde diversos roles, ya sea como madres, profesionales, políticas, sindicalistas, educadoras o líderes sociales, enfrentan situaciones comunes a todas las mujeres, sumadas a la discriminación racial y cultural. Entre las figuras representativas se encuentra Zulia Mena García, trabajadora social y primera mujer negra en ser Representante a la Cámara por Comunidades Afrodescendientes en 1994, así como asesora de procesos organizativos.
Además, es importante destacar el trabajo de Yaila Y. Mena del Pino, representante legal de la Fundación Mujer y Vida. Esta fundación sin ánimo de lucro, de carácter privado, nació en 2009 como respuesta a la difícil situación que atraviesa el departamento del Chocó. Su enfoque está dirigido a mujeres en situación de desplazamiento forzado, víctimas de violencia basada en género (VBG), violencia sexual y otros hechos victimizantes. Su misión es empoderar a las mujeres en todas las esferas: salud, educación, política y social, con el fin de reducir las violencias basadas en género.
Un trabajo conjunto
La Fundación Mujer y Vida combina esfuerzos con otras organizaciones para luchar por la equidad de género, la justicia de género y el empoderamiento económico de las mujeres, entendiendo que estas son herramientas clave para reducir la violencia de género. Además, trabaja en la salud mental a través de iniciativas como las “Yerbateras del Amor”, un espacio de sanación y acompañamiento para mujeres de todas las edades.
Su labor también se enfoca en la defensa de los derechos humanos, la verdad, la justicia, la reparación y la garantía de no repetición, transitando hacia caminos de paz y desinstrumentalizando el cuerpo de las mujeres en toda su diversidad, incluyendo a niñas, jóvenes y adolescentes, quienes históricamente han sido utilizadas como botín de guerra.
La mujer chocoana, al igual que muchas otras en Colombia y el mundo, ha desempeñado un papel fundamental en la lucha por la vida, la paz y la justicia social. Su compromiso y resistencia continúan siendo pilares esenciales para la construcción de un futuro más equitativo y digno para todas las personas.
A través de organizaciones como la Fundación Mujer y Vida, lideradas por mujeres como Yaila Y. Mena del Pino, se demuestra que la unión, el empoderamiento y la resiliencia son herramientas poderosas para transformar realidades y construir sociedades más justas e inclusivas. La lucha de las mujeres chocoanas no solo es un ejemplo de valentía, sino también un faro de esperanza para las generaciones presentes y futuras.
