El 14 de noviembre se celebran los cuarenta años del primer congreso del partido político de izquierda. Apertura democrática, reformas sociales y solución política al conflicto fueron las bases programáticas de un proyecto que sigue vigente
Simón Palacio
@Simonhablando
1985 será recordado como un año determinante en la historia. La empresa nipona Nintendo lanzó al público el videojuego del fontanero Mario Bros al mismo tiempo que Microsoft presentó la versión de Windows 1.0. Ronald Reagan asumía su segundo periodo como presidente de los Estados Unidos, entre tanto Mijaíl Gorbachov se convertía en el secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética.
Los pueblos de América Latina no eran ajenos a los convulsionados tiempos. Centroamérica ardía en agudos conflictos armados alentados por el imperialismo estadounidense con la premisa de evitar otra experiencia revolucionaria como la desarrollada por el sandinismo en Nicaragua. En el cono sur del continente ya se evidenciaba el desgaste de las dictaduras, siendo un ejemplo el fin de doce años de gobierno militar en Uruguay.
Ascenso de la lucha social
El pueblo colombiano resistía no solo a la crisis económica regional producida por las deudas externas impagables, sino al recrudecimiento del conflicto armado animado por el militarismo que se oponía con vehemencia a los dispersos procesos de paz con el movimiento guerrillero. Fueron los tiempos de la génesis del experimento paramilitar en el Magdalena Medio.
Esto produjo un claro aumento de la lucha social que se manifestó en el Paro Cívico Nacional del 20 de junio, movilización social que agitó los territorios más olvidados del país.
Sin embargo, un mes en particular de 1985 dejó una huella imborrable. Los acontecimientos del 6 y 7 de noviembre estremecieron la historia nacional. La toma del Palacio de Justicia por parte de un comando armado de la guerrilla del M-19 y la brutal retoma a cargo de las Fuerzas Militares, indicarían la bancarrota de la institucionalidad política.
Seis días después, otra tragedia conmovería al país. El 13 de noviembre erupcionó el cráter Arenas del volcán Nevado del Ruiz, ocasionando una avalancha de lodo, tierra y escombros que sepultaron la población de Armero, Tolima, dejando un saldo escalofriante de 29 mil personas muertas.
Con la doble tragedia en el corazón del país, el movimiento político Unión Patriótica sesionó los días 14, 15 y 16 de noviembre en su primer congreso nacional. “¡Paso a la paz, paso a las reformas!”, fue la consigna de una convención desarrollada en un punto neurálgico de la historia.
Propuesta insurgente
La UP nació en las montañas de la cordillera oriental. La propuesta que fue estructurada por la insurgencia de las FARC-EP se dio como cumplimiento a los Acuerdos de cese al fuego, paz y tregua firmados por esta guerrilla con el gobierno de Belisario Betancur en mayo de 1984.
“Las FARC-EP cumplen con su promesa de crear las condiciones para poner en marcha un amplio movimiento popular, capaz de recoger la enorme inconformidad que late hoy día en nuestra patria”, dijo el comandante guerrillero Jacobo Arenas a este semanario en febrero de 1985.
La idea central era poner en marcha la política de apertura democrática a partir de un nuevo instrumento que luchará por los cambios políticos. Fue así como oficialmente el 28 de mayo de 1985 nació la Unión Patriótica.
Junto con el llamamiento a construir el nuevo movimiento político, se presentó al conjunto de la sociedad una plataforma programática de 20 puntos. “Todo lo expuesto en esta plataforma es alcanzable, si las masas populares se movilizan y luchan”, dijo en video Jacobo Arenas en la presentación de su libro Cese el fuego: una historia política de las FARC en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán el 21 de marzo de 1985.
En resumen, el proyecto de la Unión Patriótica se basaba en tres pilares programáticos. El primero se concentraba en materializar la política de apertura democrática en la disputa por la democratización del régimen político. En segunda medida, la lucha por reformas sociales, en el entendido que Colombia tenía que transitar a un nuevo momento en materia económica, política, social y cultural, trasformando lo históricamente construido.
Y finalmente, compromiso con la propuesta de solución política y paz democrática, como construcción colectiva necesaria para sacar al país de la guerra por medio de la solución de los problemas estructurales que dieron origen a la confrontación.
El primer congreso
La convocatoria determinó que el primer congreso de la UP sesionara en la tercera semana del mes de noviembre en la ciudad de Bogotá. Por obvias razones, las distintas fuerzas políticas que citaban el espacio no podían prever la doble tragedia nacional que antecedería a las deliberaciones del nuevo movimiento político.
Al dramático contexto se le sumó el asesinato en Barrancabermeja del excombatiente eleno y líder del Magdalena Medio, Ricardo Lara Parada, y la bomba que estalló en la madrugada del 15 de noviembre en la sede del Comité Central del Partido Comunista. Sin embargo, aunque el ambiente era tenso, más de 3.000 personas acreditadas cumplieron con la cita.
“El Congreso de la UP fue un evento engalanado por sombreros y ponchos campesinos y por rostros propios de la clase obrera. El Caribe, el interior, Urabá, Santander y el Magdalena Medio, Caquetá, Meta, Arauca, Antioquia y demás departamentos demostraron al leer sus informes que la UP es una alternativa nacional y que, pese a la hostilidad militarista, avanza”, reportó para este periódico Manuel Cepeda Vargas.
Cuarenta años
“La histórica tarea de la Unión Patriótica es trabajar por la unión de las fuerzas democráticas en Colombia. El camino para la liberación de nuestro pueblo es el del frente amplio, es el de las luchas y acciones unificadas de las masas”, concluyó en aquella oportunidad el veterano secretario general del Partido Comunista, Gilberto Vieira White.
El proyecto sigue vigente. Cuatro décadas después, aún con las heridas de un genocidio en contra, la UP integra el movimiento Pacto Histórico, es partido de Gobierno y redime a las víctimas con una apuesta programática por las reformas sociales y las transformaciones estructurales. Paso a la paz, paso a las reformas.
Por eso, es trascendental lo que ocurrirá en estos días de noviembre en el marco de la Celac Social. En ese espacio internacional, el presidente Gustavo Petro reconocerá la responsabilidad del Estado en el genocidio contra la UP y el Partido Comunista, dando cumplimiento a la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Corte IDH.
Y así los estribillos de “Yo te daré” se escucharán en Santa Marta. Porque la patria hermosa se construye siempre con verdad, justicia y resistencia política.







