El Parque Ecológico Distrital de Montaña Entrenubes es producto de procesos históricos de construcción del territorio, sus contradicciones y luchas
Escuela Popular Ambiental Vamos a Andar
El Parque hace parte del sistema de áreas protegidas de Bogotá, se ubica en el suroriente, entre las localidades de Rafael Uribe Uribe, San Cristóbal y Usme; está conformado por los cerros de Guacamayas, Juan Rey y la Cuchilla del Gavilán y alberga ecosistemas de bosque altoandino y subpáramo. El actual Plan de Ordenamiento Territorial (POT), Decreto 555 de 2021, define su uso para la preservación y restauración de flora y fauna nativos.
La “Escuela popular ambiental Vamos a Andar” visitó el Parque Entrenubes, desde el mirador de Juan Rey en la localidad de San Cristóbal, pasando por el aula ambiental y terminando por la salida ubicada junto a la Piedra del Amor, en la localidad de Rafael Uribe Uribe.
Creación del Parque Entre Nubes
A mediados del siglo XVI, tras años de luchas y enfrentamientos con las comunidades indígenas, la invasión de la Corona de Castilla y Aragón (hoy España) ejerció en el continente un dominio militar y cultural que reorganizó la población y el territorio de conformidad con sus intereses económicos.
En la Sabana de Bogotá se consolidó el centro colonial en Teusaquillo y la Candelaria, mientras los pobladores Muiscas fueron obligados a asentarse en los denominados pueblos de indios (Usme, Tunjuelito, Bosa, Soacha, Fontibón, Engativá, Suba, Cajicá, Funza, Sopó, Cota, Chía) y trabajar en las haciendas periféricas de los terratenientes de la época colonial.
El siglo XIX aumentó la población de forma sostenida en la entonces Santafé, con transformaciones del paisaje y la tala de los bosques nativos de los cerros orientales. El aumento de la población a inicios del siglo XX, se dio inicialmente por la mejora en las condiciones de sanidad y la agudización de la migración a la ciudad derivada de los conflictos por la propiedad de la tierra en Colombia, lo que obligó a las familias migrantes a concentrarse en el centro histórico en inquilinatos y hacinamientos.
A mediados del siglo XX, el arquitecto Le Corbusier, quien con el entonces Alcalde de Bogotá, Fernando Mazuera Villegas, crearon el “Plan de Renovación”, en el cual se daba un papel fundamental al agua, al paisajismo de los cerros orientales, los parques lineales convertían los ríos en el escenario más importante de recreación de la ciudad.
Con posterioridad fue modificado con colaboración de la empresa Town Planning Associates (TPA), fundada en Nueva York, la cual tuvo a su cargo los planteamientos urbanos impuestos por el Banco Mundial, abandonando su carácter inicial y priorizando intereses económicos.
En 1954 la dictadura de Rojas Pinilla, mediante el decreto 3640 de 1954, anexiona seis municipios vecinos a Bogotá (Usaquén, Suba, Engativá, Fontibón, Bosa y Usme) sin planeación ni regulación estatal, el mercado se encargó del volteo de tierras con el silencio cómplice de la administración de la ciudad y del país.
Demografía e informalidad
La presión demográfica de la ciudad contribuyó con este proceso. Las haciendas productivas fueron loteadas y vendidas, sus nuevos propietarios autoconstruyeron formando cientos de barrios sin planificación articulada, cada lote y cada hacienda estableció el trazado de sus calles, no contaban con servicios públicos, vías ,equipamiento, infraestructura pública, muchos menos con espacios para la recreación, pues los urbanizadores informales no dejaban de percibir ingresos por cada metro vendido.
Esta dinámica de desarrollo urbano se mantuvo hasta entrados los 90 y, en las localidades de Usme y San Cristóbal, el crecimiento urbano fue poblando las faldas de los cerros orientales. Tras la identificación de un reducto de bosque nativo, las comunidades organizadas solicitaron a la alcaldía de la ciudad el establecimiento de un espacio público dedicado a la recreación. Lo anterior generó que se concediera la protección ambiental del hoy Parque Entrenubes.
En la actualidad, desde sus miradores es posible evidenciar la gran mancha urbana de Bogotá, la fragmentación ecosistémica que sufre, los conflictos ambientales y las consecuencias de este desordenamiento histórico que son evidentes. Se puede observar el Parque Minero Industrial del Tunjuelo, cuyos huecos de 70 metros de profundidad, que ha dejado la extracción de materiales de construcción, fueron inundados en el año 2002 debido al desbordamiento del río Tunjuelo, creando lagos artificiales en la mina a cielo abierto más grande ubicada en una ciudad, en el mundo.
Se observa también en los cerros de Ciudad Bolívar el Parque Minero Industrial de Mochuelo como una gran herida, alrededor del cual se encuentran comunidades con problemas de salud por la presencia en el aire del material particulado PM10 producto de la actividad minera. Así mismo, es posible evidenciar el Botadero de basura de Doña Juana, hoy una grandísima montaña de basuras que no procesa los lixiviados y vierte su contaminación al río más importante que atraviesa la ciudad, el Tunjuelo.
¿Y la planeación de la ciudad?
Estos lugares se mantienen en el Plan de Ordenamiento Territorial “Bogotá Reverdece” y parecen perpetuar las injusticias ambientales y el desorden de la ciudad que lleva décadas supliendo las desigualdades urbanas derivadas de la mala planeación.
A pesar de todo, hoy se desarrollan tres espacios de planeación sin la participación ciudadana, a saber: i) La RAPE (Región Administrativa y de Planificación Especial), esquema asociativo para la gestión del desarrollo económico y social de la región, conformada por Bogotá, Cundinamarca, Boyacá, Meta y Tolima; ii) La Región Metropolitana Bogotá – Cundinamarca, modelo de asociación entre municipios que pretende desarrollar la región (ley 2199 de 2022); y iii).
Los poderes tradicionales solo proyectan la ciudad en términos del mercado y no de la capacidad de los ecosistemas para soportar la demanda de recursos y la contaminación. Es por ello que es tan importante conocer el territorio que se habita para identificar sus necesidades, sus contradicciones, quererlo y transformarlo desde la organización consciente y democrática, como ha sido la historia del Parque Entrenubes.
Desde sus miradores es posible evidenciar la gran mancha urbana de Bogotá, la fragmentación ecosistémica que sufre, los conflictos ambientales y las consecuencias de este desordenamiento histórico que son evidentes.