Los conservadores resultaron ganadores por amplísimo margen: obtuvieron 330 curules, con lo cual puede David Cameron formar un gobierno sin que tenga que acudir a ninguna alianza con otro partido. Además en Escocia, el Partido Nacionalista Escocés logró 56 representantes del total de 59 escaños.

José Ramón Llanos
Entre los derrotados en las elecciones de Gran Bretaña también se cuentan todas las empresas encuestadoras, las cuales pronosticaban un empate técnico entre conservadores y laboristas y, por tanto, quien resultara ganador por un estrecho margen tendría que gobernar mediante una coalición con cualquier partido minoritario que aceptara entrar en el gabinete gubernamental. En el caso de las encuestadoras resultaron derrotadas por los resultados electorales.
Como ya es sabido, los conservadores resultaron ganadores por amplísimo margen: obtuvieron 330 curules, con lo cual puede David Cameron formar un gobierno sin que tenga que acudir a ninguna alianza con otro partido. Además en Escocia, el Partido Nacionalista Escocés logró 56 representantes del total de 59 escaños. Estos resultados implican situaciones complejas en el ámbito de la gobernabilidad, en la posibilidad de conservar la unidad del Reino Unido y aún en la estabilidad y funcionamiento de la integración europea.
Las secuelas negativas
La política de austeridad y otras acciones implementadas por los conservadores para tratar de superar la crisis económica que afecta a Gran Bretaña, igual que a Europa, desde el año 2008, hicieron posible que redujera el desempleo al 5,6%; también lograron exitosos resultados en la economía: los indicadores del crecimiento del año 2014 señalan que el país remontó la crisis con un incremento del PIB de 2,8%, superior incluso al de Alemania.
Estos hechos explican parcialmente la victoria. Además, sus asesores acertaron al orientar los discursos de Cameron a reiterar su promesa de organizar un referendo en el año 2017 para que los ingleses decidan si continúan en la Unión Europea o no. En el discurso para celebrar el triunfo, Cameron expresó su decisión de cumplir esa promesa electoral antes de que finalice el 2017.
Esa es la cuestión más grávida de interrogantes, casi todos con respuestas lesivas para la continuidad sin sobresaltos de la integración política-económica continental. Philip Hammond, ministro de Relaciones Exteriores, la tiene difícil: debe conseguir reformas en las condiciones de articularse el país a la Unión Europea, que satisfagan a los medios de comunicación, casi en su totalidad opuestos a esa institución, y a la mayoría de la población inglesa, única forma de impedir que el no resulte mayoritario en el referendo del año 2017. La salida de Gran Bretaña produciría una eclosión política y económica en la UE, de tal magnitud que pondría en grave riesgo la estabilidad de esa institución.
El problema de Escocia
Recordemos que el Partido Nacionalista Escocés, que resultara ampliamente ganador, es el que impulsó el referendo separatista. En consecuencia esa victoria penderá como espada de Damocles permanentemente sobre Inglaterra y David Cameron. Por esa razón el ministro conservador George Osborne declaró: “Hay planes para avanzar en la devolución de poderes a Escocia. Sería un error no hacerlo”. La cuestión tiene otros bemoles. Resulta que la opinión pública y el Partido Nacionalista sí son partidarios de la continuidad de esa región en la Unión Europea, integrada al Reino Unido o fuera de él. Como se ve, el triunfo de los conservadores en las elecciones inglesas está lleno de retos y complicaciones.
Vale la pena caracterizar al partido escocés, que resultó ganador de las elecciones, si bien no se puede considerar a la agrupación de Nicola Sturgeon tan a la izquierda como el Partido Laborista, algunos comentaristas europeos consideran que el Partido Nacionalista tiene propuestas realmente progresistas.
Las elecciones dejaron tendidos en la arena de la derrota los partidos laboristas; el Partido Liberal Demócrata; el UKIP, por sus propuestas llamado eurófobo. Los laboristas perdieron cerca de cien parlamentarios; los liberal demócratas perdieron 47, quedaron reducidos a solo ocho representantes. El UKIP, a pesar de obtener el 12,6% por ciento de los votos solo obtuvo un escaño. Todos los jefes de esas colectividades renunciaron a sus jefaturas. Por lo visto las elecciones inglesas resultaron verdaderamente subversivas.