Tras décadas marcadas por la violencia y los cultivos ilícitos, campesinos y campesinas le apuestan al cacao, el café y la palma como semillas de paz, transformación y dignidad
Diana Galvis
En el corazón del nororiente colombiano, tierra fértil habitada por comunidades trabajadoras se encuentra el Catatumbo, municipio símbolo de resistencia, conflicto y esperanza, tras estar marcado por años de abandono por parte de gobiernos anteriores y siendo cuna de cultivos ilícitos. Hoy enfrenta hoy el reto de cambiar su economía con proyectos agrícolas, que buscan devolver la dignidad al campo nortesantandereano.
Cacao, la semillas que crece en medio de dificultades
Son siete de los ocho municipios pertenecientes a los programas de desarrollo con enfoque territorial (PDET), quienes participan en el proyecto “Cacao, el corazón del Catatumbo” entre ellos están, el Tarra, Teorama, Tibú, Convención, San Calixto y El Carmen. Iniciativa apoyada por la FAO y organizaciones campesinas de las cuales se benefician más de 300 familias que cultivan cacao en tierras resilientes. Además, les ofrecen ayudas técnicas, equipos de transformación y capacitación en ventas y comercio.
El instituto Colombiano Agropecuario ICA promueve inversiones por más de tres mil novecientos millones de pesos. De esta manera se espera cumplir el sueño del campesinado nortesantandereano, de una agricultura legal, sostenible y rentable, incluso en una zona tan complicada y golpeada por la violencia.
Cultivos que siembran paz
El café, es otro de los productos importantes en el país y de los cuales está encontrando un lugar en el Catatumbo. La Agencia Nacional de Tierras (ANT) entregó a 54 mujeres víctimas del conflicto 724 hectáreas para sembrar café y cacao en el programa “fincas para la paz”.
Para muchas de estas productoras agrícolas, la tierra no solo significa tener comida, sino también reparación y con la ayuda de la Agencia de Desarrollo Rural y la Unidad de Restitución de Tierras, estos proyectos buscan dar igualdad en el acceso a la tierra, fortalecer la economía de las familias y promover el liderazgo de las mujeres en el campo.
La palma de aceite ha sido una opción prometedora pero también vulnerable. La Federación Nacional de Cultivos de Palma de Aceite (Fedepalma) afirma que a pesar de la violencia y los bloqueos que han dado pérdidas de hasta el 50% en la producción de aceite de palma en la zona, los catatumberos y Catatumberas siguen con la seguridad de convertirse en una fuente estable de ingreso para las familias.
El futuro entre miedos y esperanzas
Es un proceso que necesita seguridad, caminos, mercados y voluntad política. Pero también requiere que quienes siguen sembrando lo hagan con compromiso y esperanza. porque no solo siembran cacao o café, también siembran futuro y esperanza.