Wilfrido Jiménez Díaz
El ex alcalde de Barranquilla Alejandro Char, a quien por medio de una acuciosa campaña publicitaria presentaran en su momento como “el mejor alcalde” (quizás pensando en proyectarlo a cargos de mayor envergadura), acaba de ser sancionado por la Contraloría General de la República, con multa de $487 millones de pesos, por las irregularidades e inconsistencias con las que se entregaron las ayudas humanitarias a los damnificados de la ola invernal del año 2011 en esta ciudad.
Lina Tamayo, contralora delegada contra la corrupción, al evidenciar fallas que ocasionaron detrimento patrimonial en dicho proceso y demostrando que no se entregó adecuadamente la ayuda a los damnificados, condenó a Char por encontrarlo responsable de dichas faltas.
El Gobierno Central, en una de sus directrices sobre el tema de las ayudas, estableció que no se les daría dinero en efectivo a los damnificados, sino que se les repartirían unos kits de aseo y alimentos; pero el entonces alcalde, en contubernio con Combarranquilla, se ideó una tarjeta “Monedero”, que hizo las veces de dinero en efectivo, con la cual se compró, en los Almacenes Olímpica (de propiedad de la familia Char): aguardiente, perfumes, comida para gatos y perros, cosméticos, preservativos, bocachico importado, vajillas y otros productos suntuosos. Definitivamente, el corrupto aunque lo vistan de mejor alcalde, corrupto se queda.
