El Tribunal Supremo de Antioquia condenó al hermano del expresidente Álvaro Uribe por concierto para delinquir y homicidio. La historia de ‘Los Doce Apóstoles’ es emblemática porque deja al desnudo los primeros años del fenómeno paramilitar en el norte de este departamento
Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos
Según el Tribunal Supremo de Antioquia, el caballista y ganadero Santiago Uribe Vélez “conformó y dirigió” el grupo paramilitar ‘Los Doce Apóstoles’.
La decisión de segunda instancia condenó a 28 años de prisión al hermano menor del expresidente Álvaro Uribe Vélez por los delitos de concierto para delinquir y homicidio agravado.
Este fallo revocó la sentencia absolutoria proferida en 2024 por el juez Jaime Herrera Niño, al tiempo que compulsó copias para seguir la investigación de posibles homicidios ocurridos en la Hacienda La Carolina, propiedad de los hermanos Uribe Vélez y principal base del grupo paramilitar en la década de los años noventa. Sin embargo, el caso seguirá abierto. La defensa ha impugnado la decisión y espera una definición de tercera instancia.
La historia de ‘Los Doce Apóstoles’ es emblemática porque deja al desnudo los primeros años del fenómeno paramilitar en el norte de Antioquia. En especial, el expediente judicial se concentra en las alianzas non sanctas entre ganaderos, comerciantes, policías, militares y paramilitares, que permitieron una particular “gobernanza” criminal que sembró el terror en este territorio.
Una biografía oficial
La historia oficial de la familia Uribe Vélez puede ser consultada en las memorias del expresidente Álvaro. El libro No hay causa perdida (2012) es un testimonio autobiográfico sobre los principales acontecimientos que lo llevaron a ser uno de los mandatarios más polémicos en la historia.
En esas memorias, Álvaro Uribe se concentra en su padre, Alberto Uribe Sierra, como “un habitante de esa otra Colombia: un lugar de belleza cegadora, con caballos, música y baile”. Según la descripción del exmandatario, la familia Uribe Vélez respondía a la clásica estirpe regional de poncho, carriel y sombrero aguadeño, aficionados a la tauromaquia y el aguardiente.
“Donde más feliz se sentía mi padre era en su finca”, dice el exmandatario. Alberto Uribe tenía varias propiedades rurales, pero las más famosas eran las haciendas La Carolina en Yarumal y Guacharacas en San Roque, su favorita. En esta última fue asesinado en junio de 1983. Si bien los hechos nunca fueron esclarecidos, la familia Uribe Vélez siempre culpó al Frente 36 de las Farc.
Después de “la tragedia de Guacharacas”, Álvaro Uribe siguió su prolífica carrera como senador, gobernador de Antioquia y finalmente como presidente. Y su hermano menor, Santiago, quedó a cargo de los negocios que dejó el patriarca.
En resumen: Álvaro era el brillante político y Santiago el reputado caballista y ganadero. Los hombres de una distinguidísima familia antioqueña de bien.
Algo ocurre en Yarumal
La alarma la encendió un informe del Centro de Investigación y Educación Popular, Cinep, publicado en octubre de 1993. En el documento se denunciaban ejecuciones extrajudiciales y una operación de “limpieza social” en Yarumal y otros municipios del norte de Antioquia.
El origen de la alerta era múltiple. La desaparición y asesinato de dos militantes de la Unión Patriótica en 1990, Olga Luz Chavarría y Eliécer Pérez; la aparición en febrero de 1992 de un panfleto firmado por las Autodefensas del Norte Lechero anunciando lucha contrainsurgente y “limpieza social”, y una serie de asesinatos selectivos, tanto de campesinos como de habitantes urbanos, fueron los hechos detonantes que llamaron la atención.
Tiempo después se habló de una “lista negra”, donde estaban los nombres de esas personas que eran “indeseables sociales” para el grupo paramilitar y que debían ser “ajusticiados”.
El rumor en la zona es que los crímenes eran cometidos por las “autodefensas”. Los lugareños, y después los medios de comunicación, bautizaron al grupo como ‘Los Doce Apóstoles’. La razón es que todos sabían que el cura del pueblo, Gonzalo Palacio Palacio, era un integrante del comando paramilitar, que se valía del sacramento de la confesión católica para “dar dedo” a quienes colaboraban con la insurgencia.
A mediados de 1995, el grupo de ‘Los Doce Apóstoles’ se desactivó. Ante las serias denuncias de asesinatos, desapariciones y la captura del padre Palacio en abril de ese año, las investigaciones de la Fiscalía ya daban cuenta de un comando de “limpieza social”.
No obstante, el capítulo de ‘Los Doce Apóstoles’ sería tan solo el inicio. La aparición en 1996 de ‘Los Costeños’, enviados por Salvatore Mancuso, y la fundación de Deyavanc, convivir de Yarumal, Valdivia, Angostura y Campamento; así como la subsiguiente mutación en el ‘Grupo de Pérez’ al mando de Rodrigo Pérez Álzate, más conocido como Julián Bolívar, y finalmente la entrada al territorio en 1998 del Bloque Mineros de la AUC, fueron los hechos que consolidaron al paramilitarismo en la región.
Cojea, pero llega
Tanto en la década de los años noventa como en los primeros años del 2000, los expedientes judiciales fueron archivados. Pero la bomba llegó en 2010.
Desde Argentina, el mayor retirado de la Policía, Juan Carlos Meneses, decidió hablar. El oficial había estado en Yarumal por escasos cuatro meses, tiempo suficiente para ser parte de la estructura criminal contrainsurgente y de “limpieza social”.
Pero lo nuevo en el testimonio es que existía un lugar que era el centro de operaciones, la Hacienda La Carolina; también había un jefe, el caballista Santiago Uribe Vélez, y finalmente había un asesinato clave, el del conductor de la chiva Camilo Barrientos Durán, sindicado de ser colaborador de la insurgencia.
Ese fue el inicio de un largo proceso judicial, donde decenas de testigos, abundante material probatorio y una cobertura mediática nacional, dieron cuenta que no solo existieron las Autodefensas del Norte Lechero, sino que este fue comandado en la sombra por el hermano del expresidente Álvaro Uribe Vélez, cuando éste era senador y luego gobernador de Antioquia.
Quince años después de iniciado el proceso, la sentencia de la justicia colombiana condena al caballista Santiago Uribe Vélez por dirigir y coordinar a ‘Los Doce Apóstoles’, además por ser el determinador en el asesinato de Barrientos Durán.
“La justicia cojea, pero llega”, es el viejo y conocido refrán que hoy pueden invocar las 533 víctimas de las Autodefensas del Norte Lechero. En este capítulo también tiene un especial merito los trabajos periodísticos de Olga Behar con su libro El clan de Los Doce Apóstoles (2014) y de Sergio Meza Cárdenas con su texto El apóstol Santiago (2022), rigurosas investigaciones que exponen las verdades del proyecto paramilitar en los municipios antioqueños de Yarumal, Angostura, Campamento, Briceño, Valdivia, Santa Rosa de Osos, Donmatías, Carolina del Príncipe, Gómez Plata, San José de la Montaña y Toledo.







