Estados Unidos amenaza con desatar un gran incendio en Irán, Yemen y África. Mete sus narices en la zona ártica y en los asuntos internos de Chinafrente a Taiwán. Desarrolla maniobras militares ofensivas en Asia Pacífico, en el Báltico. Amenaza a Canadá, Cuba, México y Panamá. Anuncia nuevas bases militares en Argentina y Ecuador
Ricardo Arenales
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump admitió, a través de redes sociales y declaraciones de prensa, que dio la orden de comenzar pruebas con armas nucleares, lo que podría significar el inicio de una nueva carrera armamentista y por consiguiente pondría al mundo a las puertas de una hecatombe nuclear, en la que inobjetablemente, como advierten los científicos, no habría ganadores.
Trump dio la anterior instrucción alegando “los programas de ensayo de otros países”, en alusión a Rusia, que una semana antes realizó pruebas con armas de propulsión nuclear, como los misiles Burevéstnik y Poseidón, las cuales según manifestaron en el Kremlin, no constituyen en absoluto ensayos nucleares.
Conocidas las declaraciones de Trump, el portavoz presidencial del Kremlin, Dmitri Peskov, afirmó que si algún país se aparta de la moratoria unilateral y voluntaria frente a la ejecución de ensayos nucleares, Rusia actuará de acuerdo con la nueva situación y responderá simétricamente.
No amenaza a nadie
Alrededor del comentario sobre las armas rusas arriba mencionadas, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, dijo que su país no amenaza a nadie, sino que “desarrolla su potencial nuclear tal como anunció”, al igual que las demás potencias nucleares.
“Todo lo que estamos hablando ahora es un trabajo anunciado desde hace mucho tiempo. Todos nuestros planes para crear sistemas de armamento prometedores, desarrollar el complejo industrial de defensa y dotar al ejército y la flota de Rusia de tecnología y armamento modernos se están llevando a cabo”, destacó el mandatario.
El vicepresidente de Consejo de Seguridad de Rusia y expresidente del país, Dmitri Medvédev, ha evaluado las posibles consecuencias de las afirmaciones de Trump sobre los ensayos nucleares.
“Nadie sabe a qué se refería Trump con ‘pruebas nucleares’ (probablemente ni él mismo lo sepa). Pero es el presidente de Estados Unidos. Y las consecuencias de esas palabras son inevitables: Rusia se verá obligada a evaluar la conveniencia de realizar sus propias pruebas nucleares a gran escala”, escribió el alto funcionario en sus redes sociales.
El arsenal ruso es defensivo
El problema no se reduce a un cruce de afirmaciones, con amenazas veladas entre Rusia y Estados Unidos, es más de fondo. Lo primero que se ve es que Rusia en realidad no anda por el mundo buscando pleitos, repartiendo amenazas. Su potencial armamentístico es esencialmente defensivo.
Otra cosa sucede en Washington. Ahora se sabe que, durante todo el conflicto en Ucrania, la Casa Blanca estuvo suministrando armamento ofensivo al régimen de Kiev para atacar a Rusia. Incluso en el momento en que Trump mantenía conversaciones con Putin para distensionar el conflicto y buscar una salida negociada.
Pero así fue también durante los meses del genocidio contra el pueblo palestino. El arsenal utilizado por Israel básicamente fue suministrado por Estados Unidos. Y ahora mismo en el Caribe, no son pocos los gobiernos que andan con los pelos de punta ante el despliegue militar ofensivo, donde buques con potencial nuclear apuntan contra Venezuela, contra Colombia y el resto de la región.
No es mero folclor
Estados Unidos amenaza con desatar un gran incendio en Irán, en Yemen, en África. Mete sus narices en la zona ártica, se inmiscuye en los asuntos internos de China frente a Taiwán. Desarrolla maniobras militares ofensivas en Asia Pacífico, en el Báltico. Amenaza a Canadá, a Cuba, a México, a Panamá. Anuncia nuevas bases militares suyas en Argentina y Ecuador.
A comienzos de octubre, el presidente Vladimir Putin advirtió que algunos países estaban preparando pruebas nucleares, “lo sabemos, y si se llevan a cabo, haremos lo mismo”.
Si miramos retrospectivamente, recordaremos que los ensayos nucleares comenzaron el 16 de junio de 1945 cuando en el campo de pruebas del desierto de Alamogordo, Nuevo México, Estados Unidos detonó su primera bomba atómica que después, en agosto de ese año lanzó contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Desde entonces acá, la nación estadounidense sigue siendo la única que ha lanzado un arma nuclear contra otra nación, lo que nos recuerda su agresividad y su apetito de conquistar el mundo. Por eso, lo que hoy se vive en el mar Caribe, frente a las costas de Venezuela, no es mero folclor.
Letra muerta
Ese primer ensayo, con el nombre clave de ‘Trinity’, abrió las puertas para que durante varias décadas tuvieran lugar más de 2.000 pruebas nucleares. En 1990, la extinta URSS propuso una moratoria sobre los ensayos, la que fue aprobada por el Reino Unido y Estados Unidos. Seis años después, la Asamblea General de la ONU aprobó el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, TPCE, que cerró las pruebas atómicas en aras de la seguridad en el mundo.
El problema que tenemos hoy es que las mayores potencias nucleares, no solo EE UU y Rusia, sino las demás, vienen realizando pruebas nucleares, incrementando los arsenales y de paso haciendo del tratado aprobado por las Naciones Unidas letra muerta.
Moscú practicó ensayos de este tipo la última vez en 1990 y Washington en 1992. Ahora, con las declaraciones de Trump sobre la reanudación de pruebas nucleares, altos funcionarios en el Kremlin anunciaron que Rusia está dispuesta a hacerlo mismo.
El ministro de Defensa de esa nación euroasiática, Andréi Beloúsov, instó a comenzar “de inmediato” los preparativos para pruebas nucleares a gran escala. El jefe del Estado mayor, Valeri Guerásimov, apoyó tal postura, explicando que, si Rusia no toma las medidas adecuadas ahora, “perderá la oportunidad de responder con prontitud a las acciones de Estados Unidos” en el futuro. A su vez, el presidente Vladimir Putin ordenó evaluar la viabilidad de preparar ensayos nucleares a gran escala.






