martes, noviembre 11, 2025
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Las complejidades de la transición energética

En el país se ha venido extendiendo la conciencia sobre la necesidad de transitar de los recursos fósiles al uso de energías renovables. ¿Cuáles son sus dificultades y retos?

Luis Jairo Ramírez H.

Aunque Colombia no es un país petrolero, las élites gobernantes, formadas en una mentalidad neoliberal, desmontaron la industria nacional, quebraron la agricultura, nos llevaron a ser dependientes de los hidrocarburos y nos impusieron artificialmente un fallido modelo de economía extractivista.

Desde hace algún tiempo se han ido instalando algunas tendencias que romantizan el tema, que van desde el sonado eslogan de “agua si, petróleo no”, a la idea de que se puede terminar de tajo la producción petrolera y de gas, por decreto, sin consultar la realidad del país, altamente dependiente de los hidrocarburos.

El propio presidente Gustavo Petro, ha planteado reiteradamente que la transición se haga de manera inmediata, pero ocurre que este deseo no está respaldado por las condiciones materiales y recursos necesarios para ello.

Causas del cambio climático

Hemos señalado que las causas del cambio climático en Colombia, como a nivel global, son principalmente las actividades humanas que generan gases de efecto invernadero; el petróleo, gas y carbón son utilizados para la generación de electricidad, el transporte y la actividad industrial de bienes de consumo.

El lucrativo y poderoso negocio de la ganadería extensiva que genera gas metano, de enorme efecto invernadero; la deforestación de bosques para la expansión agrícola y ganadera; el uso de fertilizantes químicos en la agricultura; la minería, el mercurio y la gestión inadecuada de residuos. El conjunto de estas actividades (y no solo los hidrocarburos) aumenta la concentración de gases en la atmósfera, generando alteraciones climáticas.

La mayor responsabilidad de los estragos climáticos del planeta recae en los países capitalistas más desarrollados industrialmente, que son enfermos adictos al petróleo. En comparación con la enorme contaminación de los países industrializados, las emisiones de CO2 de Colombia son marginales, pero se tiende a magnificarla.

Algunos ambientalistas tienden a ignorar el hecho de que el consumismo desbordado implica la extracción masiva de recursos para la producción de bienes y el transporte, lo que genera un aumento de gases de efecto invernadero (GEI) y residuos.  Cada año se producen en el mundo 380 millones de toneladas de plásticos para diversos usos de los cuales, 12.7 millones llegan a los océanos que dañan la vida de más de 700 especies.

Actuar con realismo y no con el deseo

La transición energética busca gradualmente dejar de utilizar combustibles fósiles para la producción y consumo de energía y reemplazarlos por fuentes de energía renovable como la eólica, solar, biomasa y otras. Esto significa construir durante un periodo de tiempo un sistema energético integral, menos contaminante, que sea más equitativo y democrático y tenga en cuenta los derechos de los trabajadores y las comunidades.

Sin embargo, eso es solo una parte de lo que se debe hacer, pues la dependencia no es solo en la generación de energía, sino que el desarrollo industrial y de bienes de consumo ha estado centrado en el uso de los hidrocarburos.

Productos que usamos a diario como plásticos, acrílicos, nylon, fibras sintéticas, guantes, pinturas, envases diversos, detergentes, cosméticos, insecticidas, adhesivos, colorantes, refrigerantes, fertilizantes, llantas, muebles, etc., son obtenidos del petróleo y el gas, lo que plantea un reto mayor en la transición planteada. ¿tenemos hoy los mecanismos, la infraestructura y las materias primas para sustituirlos? Definitivamente no.

El actual debate debe considerar como garantizar el autoabastecimiento energético del país. Hoy 12 millones de hogares cocinan con gas, ¿de cuánto tiempo dispone el gobierno para sustituir este producto por otra fuente energética? ¿Se ha hecho conciencia de esto con las comunidades? Mientras la gente no tenga otro sustituto hay que incrementar la actividad exploratoria en el país, de lo contrario se debe importar gas a precios elevados. Esa es la realidad que tenemos y que debe resolverse transitoriamente.

Hoy el país tiene 18 millones de vehículos, de los cuales el 56% son motos de personas que la usan como medio de trabajo y subsistencia, generalmente en la informalidad. Mientras no haya un eficiente servicio de transporte masivo hay que reactivar la exploración y producción de petróleo en el país para abastecer esos vehículos, al mismo tiempo que se avanza en la generación en energías alternativas, y esto no se hace en unos pocos meses. Lo real es que durante un tiempo la producción petrolera deberá financiar la transición energética.

¿Cuál es la transición posible?

Este y los gobiernos que vengan deben generar un gran espacio de consulta, debate y concertación con los trabajadores y las comunidades de cada región sobre las dimensiones de la transición energética posible, costos y tiempos de ejecución. Es cierto que el país tiene evidentes limitaciones para financiar estos cambios, que implican simultáneamente una transición socio-económica, de la cual poco se habla, pero que requiere de preparación y colosales esfuerzos.

Es evidente que el uso de fuentes energéticas no serán las mismas en cada región, hay que concertarlas y desarrollarlas conforme a las características geográficas, económicas, climáticas, culturales de cada territorio y esto está en ciernes.

La transición requiere cambiar culturas de trabajo y formas de desarrollo muy arraigadas. No va a pasar de un día para el otro. No es posible en seis meses dejar en la calle, sin salario, a 100 mil trabajadores petroleros. La transición justa significa cambiar el modelo de producción y consumo, una reconversión laboral y desarrollo de nuevas competencias laborales para apoyar a los trabajadores en la transición.

Estamos retardados en transformar Ecopetrol en una empresa eco energética, que asuma por ahora la exploración y producción de hidrocarburos, y que acelere la incursión en las energías alternativas y sostenibles.

Lamentablemente el futuro inmediato no será promisorio por el desequilibrio entre oferta y demanda y la oscilación de precios internacionales del petróleo; esa brecha será aún mayor, en la medida que las contradicciones y tensiones geopolíticas a escala global crezcan; así, la discusión sobre la permanencia en el permian, o la viabilidad o no del fracking, está permeada por una realidad de incertidumbre, que se da al margen de nuestra voluntad.

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