En 25 años de cambios sociales bajo la izquierda, la oposición de derecha siempre ha buscado deslegitimar los procesos electorales, acusando a las autoridades de fraude o de falta de garantías
Ricardo Arenales
Los primeros resultados electorales ofrecidos por el Consejo Nacional Electoral (CNE), a la media noche del pasado domingo 25 de mayo, indican que el chavismo obtuvo la mayoría de los escaños en la Asamblea Nacional (parlamento), así como en las gobernaciones y gobiernos locales.
Esto ocurrió a pesar de los vaticinios de la derecha nacional e internacional, que auguraban una abrumadora abstención para deslegitimar el proceso, y de un plan de atentados terroristas que fue desmantelado en forma oportuna por los organismos de seguridad del Estado bolivariano.
El presidente del organismo, Elvis Amoroso, agradeció al pueblo venezolano su participación en estos comicios nacionales y regionales, y valoró que se llevaron a cabo en paz, sin incidentes que lamentar. Carlos Quintero, vicepresidente del CNE, anunció por su parte que, a la media noche del domingo, con el 93,01 por ciento de las mesas escrutadas, y una participación del 42,63 por ciento de los electores, ya se tenían resultados muy cercanos al veredicto final de las urnas.
La alianza del Gran Polo Patriótico, coalición de fuerzas que encarnan el ideal chavista, obtenía 4.553.484 votos, que representan un 82,68 por ciento del electorado. La Alianza Democrática obtuvo, por su parte, 344.422 votos, con un 6,25 por ciento del electorado.
Pluralidad de fuerzas
La Alianza UNTC Única, que lidera Henrique Capriles Radonski, con 285.501 votos, se sitúa en el tercer lugar, con el 5,18 por ciento del electorado. De acuerdo con un despacho de Globovisión, esta fuerza consiguió elegir a Capriles a la Asamblea Nacional, junto con Luis Emilio Rondón y Stalin González. En un cuarto lugar estaba la Alianza Fuerza Vecinal, con 141.566 papeletas y el 2,57 por ciento del electorado.
El órgano rector electoral indicó, en un boletín posterior, que el ganador de la contienda, el Gran Polo Patriótico, habría conseguido inicialmente al menos 40 escaños parlamentarios, eligiendo a dirigentes históricos del chavismo como Jorge Rodríguez, Cilia Flores, Iris Varela, Jesús Faría y Ángel Mercano.
El Consejo Nacional Electoral informó finalmente que el Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, aseguró 23 de las 24 gobernaciones, con excepción de Cojedes, pero recuperó a Nueva Esparta, Barinas y Zulia, antes en manos de la oposición antichavista.
Derrota a los fascistas
En esta contienda participaron 6.687 candidatos, adscritos a 54 organizaciones políticas, entre nacionales y regionales, cuyo detalle puede consultarse en un portal habilitado por el organismo electoral.
La jornada estaba prevista para elegir 569 cargos, de los cuales 285 corresponden a legisladores parlamentarios, 260 a miembros de organismos municipales y departamentales y 24 gobernadores, incluyendo uno de la Guyana Esequiba.
Al momento de ejercer su derecho al voto, el presidente Nicolás Maduro destacó que se realizaron unos comicios “sin un incidente”. Además, agregó que se logró “derrotar la violencia que los terroristas tenían preparada para el país. Los volvimos a derrotar. A los terroristas, a los violentos, a los fascistas”.
Conocidos los primeros resultados, el mandatario declaró que se trata de la “victoria de la paz y de la estabilidad”. “Esta batalla le pertenece al pueblo noble, aguerrido, victorioso”. “Hemos demostrado el poder del chavismo, del bolivarianismo”, enfatizó Maduro.
En 25 años de cambios sociales bajo el chavismo, la oposición de derecha siempre ha buscado deslegitimar los procesos electorales, acusando a las autoridades de fraude o de falta de garantías. Además, en cada episodio electoral, cuando se han conformado grupos terroristas desestabilizadores, casi siempre descubiertos por un muy efectivo organismo de seguridad, los turiferarios de la derecha fascista acusan a las instituciones de perseguir a la oposición ‘democrática’.
Complot terrorista
En esta ocasión no fue diferente. Mientras el sector más recalcitrante de la oposición golpista y pronorteamericana, que dirige María Corina Machado, invitaba a la población a no votar, a marginarse de la contienda electoral, sus más cercanos colaboradores adquirían material explosivo y contrataban mercenarios extranjeros para organizar atentados contra instituciones del Estado, centros hospitalarios y sitios estratégicos, buscando golpear y deslegitimar el ejercicio de las urnas.
Proceso desestabilizador que, por cierto, ha contado con el apoyo y la anuencia de organismos de inteligencia militar de Estados Unidos, de la casi totalidad de países de la Unión Europea y la complicidad de algunos gobernantes latinoamericanos.
Los organismos de inteligencia militar, en el abortado plan derechista para sabotear el proceso electoral de este año, encontraron, con información suministrada por organizaciones vecinales y populares, el cabecilla del grupo terrorista, Juan Carlos Guanipa, asesor principal de la excandidata María Corina Machado.
La información permitió la captura y detención de otros complotados. En el allanamiento a sus residencias se encontraron explosivos C-4, detonadores eléctricos y agendas de información de operativos que apuntaban a posibles atentados contra embajadas, hospitales, estaciones de servicio público y otras instalaciones del Estado.
Vuelos desde Colombia
Conforme a un reporte del ministro del Interior, Diosdado Cabello, hay 38 personas capturadas por su presunta participación en estos planes violentos. De este grupo, 21 son venezolanos y 17 son extranjeros, algunos de nacionalidad colombiana, mexicana y ucraniana.
El ministro Cabello expresó que algunos de estos capturados entraron de manera irregular a Venezuela, mientras que otros lo hicieron en vuelos procedentes de Colombia, que vienen de otros destinos. Por esta razón, el gobierno dio instrucciones para suspender “de manera inmediata” la entrada de aeronaves provenientes del vecino país.
Según Cabello, una de las formas en las que esta red obtenía recursos monetarios para ejecutar “la conspiración en Venezuela” sería a través de la creación de empresas de fachada, como una en la que utilizaban cargamentos de camarones “para preñarlos de cocaína”.
El método de trabajo de este grupo delictivo, según Cabello, se habría concretado en una reunión realizada en Colombia, en la que participaron María Corina Machado y el empresario venezolano del Estado de Zulia, José Enrique Rincón, propietario del Grupo Lamar.