domingo, mayo 4, 2025
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El cónclave que definirá el futuro de la Iglesia

¿Cómo funciona el Colegio Cardenalicio que elige al nuevo papa? ¿Cuáles son los principales debates al interior de la milenaria institución religiosa? ¿Se mantendrá la unidad? Estos son algunos de los interrogantes que surgen tras el fallecimiento de Francisco

Simón Palacio
@Simonhablando

El papa Francisco se despidió del mundo bajo un cielo azul de una mañana primaveral. Fue el sábado 26 de abril, cuando 200 mil personas se congregaron en la plaza de San Pedro en el Vaticano para darle el último adiós al sumo pontífice latinoamericano.

La ceremonia fue sobria y contó con la participación de fieles procedentes de diversos lugares del mundo, líderes de otras confesiones religiosas y delegaciones oficiales de varios países.

“Estamos reunidos en oración en torno a sus restos mortales con el corazón triste, pero sostenidos por las certezas de la fe”, fueron las palabras del decano del Colegio Cardenalicio, el italiano Giovanni Battista Re, quien además ostenta la responsabilidad de sacar adelante el cónclave que elegirá al nuevo papa de la Iglesia católica.

Y aunque se mantiene el luto, en los pasillos de la Ciudad del Vaticano ya comienzan los pormenores de lo que será la solemne reunión para designar al sucesor de Francisco.

El cónclave

En líneas generales, el cónclave es la reunión del Colegio Cardenalicio para elegir un nuevo papa, que además de ser el obispo de Roma, es también el jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano.

Las normas determinan que el cónclave debe celebrarse una vez concluyan los Novediales, un periodo de nueve días de misas consagradas al papa recientemente fallecido. En esta oportunidad, el luto concluiría el 4 de mayo, lo que determina que la reunión cardenalicia podría iniciar entre el 5 y el 10 del mismo mes.

El escenario del cónclave será la Capilla Sixtina y estará orientado doctrinalmente por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, proclamada por el papa Juan Pablo II en 1996. El día a día de la solemne reunión comienza con una misa en la basílica papal de San Pedro, para después en la tarde salir en procesión desde la Capilla Paulina del Palacio Apostólico hasta la Sixtina.

De acuerdo a una tradición medieval, el decano del Colegio Cardenalicio pronuncia la frase Extra omnes! (¡todos fuera!). Este es el momento en que las personas ajenas a la elección abandonan la capilla y se cierran las puertas, aislando al cónclave con el mundo exterior.

Después, empieza un rito que fue retratado con realismo en el reciente film Cónclave (2024): La papeleta con la inscripción Eligo in Summun Pontificem (Elijo como Sumo Pontífice), la caminata al altar de todos los cardenales con el papel visible, el juramento en latín, el plato que funciona como urna, los dos escrutadores que leen el voto y el tercero que perfora las boletas, entre otros detalles.

Para ser elegido como papa, un cardenal necesita dos tercios de los votos. Si ninguno logra el suficiente apoyo, se procede a un nuevo ejercicio de sufragio, que son dos en la mañana y dos en la tarde.

Las papeletas y notas se incineran en una estufa cada dos rondas de votación. Si la fumata es negra, la votación sigue. Pero si la fumata es blanca y el cardenal elegido acepta, Habemus papam.

Debates

En teoría, ni los cardenales tienen una tendencia política definida, ni hay una relación de mayoría y oposición en el clero. Sin embargo, esta afirmación oficial es falsa.

Desde el Concilio Vaticano II (1965), en la jerarquía de la Iglesia católica hay una disputa entre las posiciones progresistas por una mayor apertura al mundo y reformas de alto impacto, versus los enfoques neoconservadores de reformas moderadas, mantenimiento de la doctrina y aplicación de la antigua disciplina eclesiástica.

Por supuesto, Francisco representó al primer sector. El papa latinoamericano no solo adelantó procesos reformistas al interior del clero, sino que también se mostró como un ecologista y anticapitalista, tolerante con la población diversa y sensible ante el fenómeno migratorio.

Pero estas batallas tienen enemigos con representación en el cónclave y que en el pasado ya han conspirado en contra de Francisco y los postulados progresistas. Es el caso de los altos jerarcas estadounidenses que quisieron tumbar al papa en agosto de 2018, muy cercanos al presidente Donald Trump y a grupos de extrema derecha.

De hecho, las recientes opiniones del cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller dejan en evidencia las intenciones de estos sectores opuestos a los actuales lineamientos. El religioso teutón ha pedido revertir los cambios de Francisco y evitar elegir a un “papa hereje”.

Otro criterio que divide a la alta jerarquía es la relación centro-periferia. Mientras unos cardenales son más cercanos al poder centralizado de la Iglesia en el Vaticano, otros tienen más influencia en lugares profundos donde hay mayor población católica.

Desde esa perspectiva, se van estableciendo los llamados papabili, aquellos cardenales que reúnen las cualidades para convertirse en máximo jerarca de la Iglesia: influencia, carisma, experiencia eclesiástica, multilingüismo, sentido de diálogo y personalidad equilibrada.

Las voces expertas hablan que en la actualidad existen 19 candidatos que reúnen las condiciones. Sin embargo, hay un adagio romano que resume la situación: “quien entra en el cónclave como papa, sale como cardenal”.

Una de las características de este cónclave es que, de los 135 cardenales convocados, 108 fueron designados por el papa Francisco, mientras que Benedicto XVI nombró a 22 y Juan Pablo II tan solo a cinco.

El progresismo

Para los sectores progresistas de la Iglesia, el principal reto es avanzar en los cambios que lideró Francisco. En síntesis, se trataría de mayor justicia social y prioridad por los pobres, migrantes y sectores excluidos.

Además, el progresismo defiende la “conversión sinodal” de la Iglesia que significa mayor apertura, diálogo ecuménico entre todas las formaciones cristianas, compromiso con posturas ecologistas para defender la naturaleza, apertura hacia la bendición de las parejas del mismo sexo, debate sobre el celibato sacerdotal, lucha contra el abuso sexual y la corrupción, posibilidad de que existan mujeres diaconas, entre otras tesis bergoglianas.

Una vez se cierre las puertas de la Capilla Sixtina, los jerarcas de la Iglesia definirán su futuro y los pueblos del mundo esperaran las definiciones. ¿Seguirá el progresismo al frente de la Iglesia católica o regresarán al poder los neoconservadores?

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