domingo, mayo 4, 2025
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Por una academia crítica para la reforma agraria

Diferentes liderazgos políticos, sociales e intelectuales se reunieron el pasado 24 y 25 de abril en Medellín, en el primer encuentro de académicos e investigadores hacia el Pacto por la Tierra y la Vida

Sergio Estevan García Cardona

La historia de Colombia ha estado marcada por reformas y contrarreformas. Es la naturaleza de una clase social que se ha opuesto poderosamente a las transformaciones. En el campo, esta oposición ha mostrado formas más violentas y descarnadas.

Mientras que los impulsos modernizadores en el gobierno de Alfonso López Pumarejo en 1934 fueron bloqueados, el ciclo reformista de los sesenta capituló ante el poder de los terratenientes. Por su parte, los tímidos impulsos redistributivos de los años ochenta sucumbieron ante la apertura de los noventa.

Pero el cierre definitivo del ciclo del reformismo agrario se gestó en el gobierno de Misael Pastrana (1970-1974). Las Leyes 3 y 4 de 1973 fueron el producto de una gran alianza de empresarios, terratenientes, militares, dirigentes políticos y líderes gremiales, unidos por un mismo objetivo: detener y sepultar la reforma agraria.

En enero de 1972, en la Hacienda Almaviva, corregimiento de Chicoral, en El Espinal, Tolima, se acordó la muerte del impulso transformador, y se selló la contrarreforma agraria que ha regido los destinos de la Colombia rural desde hace más de 50 años. Nacía entonces el Pacto de Chicoral.

El Pacto por la Tierra y la Vida

Los cincuenta años de contrarreforma agraria han hecho evidente la incapacidad de la élite para resolver los problemas de la ruralidad. Es así como uno de los objetivos centrales del Gobierno nacional ─respaldado por el mandato popular─ ha sido destrabar definitivamente la reforma agraria en el país: democratizar la tierra, transformar las relaciones sociales del campo, garantizar la soberanía alimentaria y reconocer al campesinado.

Así surgió la iniciativa de realizar un nuevo acuerdo, resignificando el antiguo Pacto de Chicoral y sustituyéndolo por un compromiso histórico cuyo fin central fuera reiniciar el impulso reformista y profundizarlo hasta el último término.

Nació en febrero de 2025, producto de una movilización masiva y como acuerdo fundante del campesinado, indígenas, negritudes, trabajadores(as) rurales, el Pacto por la Tierra y la Vida, PTV. Un nuevo Pacto, pero con signo político y social opuesto: entregarle la tierra a quienes la trabajan, aflojarla para sembrarla.

Una nueva alianza: movimiento agrario, Estado y academia

El nuevo momento político ha vuelto a colocar la reforma agraria como columna vertebral de las preocupaciones institucionales y académicas. Tras décadas en que la cuestión agraria permaneció relegada a una agenda pública e investigativa marginal, la posibilidad de un cambio estructural del campo colombiano reavivó el interés de la sociedad civil y, particularmente, de la academia, en asuntos que habían pasado como anacrónicos.

Aprovechando este este impulso, nutridos liderazgos políticos, sociales e intelectuales se citaron el pasado 24 y 25 de abril en Medellín en el primer encuentro de académicos(as) e investigadores(as) hacia el Pacto por la Tierra y la Vida. El objetivo fue poner a disposición del PTV una masa crítica de académicos(as) que, en la pluralidad del pensamiento, pudieran recoger y desarrollar sistemáticamente un acumulado de años de reflexiones sobre la reforma agraria y el desarrollo rural.

La meta es consolidar la disputa por la construcción de un nuevo sentido y transforme el sentido común vigente en universidades, centros de investigación, instituciones públicas y empresas privadas. Se apuesta por una academia crítica y transformadora.

En palabras del dirigente agrarista Jaime Osorno, la intención del espacio era “poder construir con la academia”, refiriéndose al papel que la burocracia estatal y la tecnocracia deben tener en un momento de quiebre con concepciones que escinden del movimiento popular. Una alianza entre el Estado, el movimiento agrario y la academia para el logro de las grandes transformaciones populares.

Para Martha Carvajalino, ministra de Agricultura, es necesaria la construcción de una “gran plataforma para elaborar acuerdos entre las organizaciones agrarias, el Gobierno y la academia. Para poder revertir esa tendencia histórica de negar la apuesta redistributiva, de recuperación y restauración de la tierra. Esta iniciativa empieza a sumar voluntades que entienden y significan que la reforma agraria no es un trabajo solo del Gobierno, sino fundamentalmente del movimiento social y popular de al menos diez años. El Pacto es el punto de partida de la reforma agraria”.

En el mismo sentido se pronunció Daniel Rojas, ministro de Educación: “Chicoral legitimó el despojo desde la academia. Requerimos una academia que legitime la reforma agraria, la justicia agraria, en articulación con el movimiento social y el Estado. El Ministerio de Educación Nacional está reconstruyendo la institucionalidad que se destruyó desde hace 50 años”.

La academia y el Pacto

Ye Jingzhong, de la Universidad de Agricultura China, manifestó: “El éxito de la reforma agraria en China, de su sistema de transferencias, fue sustraer la tierra del mercado”. Esta reflexión denota la importancia de la sistematización académica de esa experiencia histórica.

De ahí que, para Jun Borras, del International Institute of Social Studies de La Haya, la reforma agraria “va a depender en mucho del impulso que dé el movimiento campesino, afro e indígena. Pero sin una masa crítica de académicos y de burócratas en el Estado, va a ser muy difícil. Lo que el Nuevo Pacto representa es un nuevo tipo de alianza, una burocracia, academia y movimiento agrarios inclinados por la reforma.

»Pero incluso esta alianza puede comportar dificultades en este proceso de confrontación. Entonces, necesita más aliados: intelectuales públicos que tomen partido por los explotados, los oprimidos, las clases trabajadoras”.

Para Morgan Ody, coordinadora general de La Vía Campesina, “la academia ha tenido esfuerzos en contra de la justicia social. Es necesario que se organice en función del cambio social. Este evento es una manera de organizar a la academia en ese propósito. El Nuevo Pacto es importante porque hace décadas que el movimiento agrario se ha dividido y es necesario unificarlo para que el proceso de reforma agraria pueda cumplir su objetivo: atacar a los grandes terratenientes”.

Juntar sectores, ampliar sujetos sociales y políticos y cambiar el sentido común dentro la academia, son las tareas aún pendientes del movimiento social y del proceso transformador.

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