El pasado 12 de marzo, hinchas de varios clubes de fútbol fueron convocados para acompañar la movilización que, desde hace meses, los jubilados mantienen cada miércoles frente al Congreso de la Nación. La respuesta policial fue la represión de la protesta. La violencia no tardó en escalar
Fernando Torres Padilla
El policía disparó una cápsula lacrimógena contra el cuerpo de Pablo Grillo, fotoreportero de 35 años que se encontraba documentando los hechos. El proyectil impactó en la cabeza de Grillo dejándolo inconsciente, siendo operado de urgencia y, al momento de escribir este artículo, se encontraba en coma, debatiéndose entre la vida y la muerte.
El arma que se usó para lesionar a Grillo, quien al momento de recibir el impacto estaba enfocando con su cámara a un grupo de gendarmes, tiene instrucciones claras que indican debe ser disparada en un ángulo de 45 grados y nunca a la altura del cuerpo, porque puede provocar heridas letales. Este fue el caso del fotógrafo, quien se encuentra con diagnóstico reservado debido a una rotura de cráneo con pérdida de masa encefálica.
Este artefacto hace parte de un nuevo tipo de arsenal que el Ministerio de Seguridad incorporó al equipamiento usado para reprimir manifestantes a partir del nuevo “protocolo antipiquetes”, implementado por este Ministerio en diciembre de 2023.
La ruta de la violencia policial
La manifestación, que inició frente al Congreso, también se desplazó hasta Plaza de Mayo frente a la Casa Rosada, sede del Gobierno nacional. En su recorrido de 12 cuadras, ocurrieron muchos hechos que quedaron registrados. La mayoría de las imágenes que aparecieron, tanto en redes sociales como en medios tradicionales, muestran, por un lado, cómo la policía golpea con violencia a las personas mayores que se habían congregado en el Congreso, y, por otro, a los manifestantes arrojando piedras y adoquines contra la policía al canto de “que se vayan todos”.
Pero también hay material que muestra a la policía en situaciones por lo menos confusas. Circula un video en el que se ve a un policía dejando tirada un arma de fuego en la plaza del Congreso muy cerca de los manifestantes, así como otra grabación que muestra cómo un grupo de policías deja un autopatrullero abandonado con las puertas abiertas. Este vehículo fue posteriormente incendiado.
Durante toda la jornada, la policía detuvo a más de cien personas en los alrededores del Congreso, algunas simplemente pasaban por el lugar, otras estaban esperando transporte público o algunas incluso se encontraban trabajando.
Esto también quedó registrado en muchos videos compartidos por ciudadanos en redes sociales. Todas estas personas consiguieron ser liberadas en la madrugada siguiente gracias a la orden de la jueza Karina Andrade quien determinó que las detenciones “no cumplieron con los requisitos mínimos”.
Antikirchnerismo y periodismo de derecha
Mientras médicos del hospital Ramos Mejía intentaban reconstruir el cráneo de Pablo Grillo, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, al ser cuestionada en vivo respecto a la situación del fotoreportero, aseguró que este estaba detenido, hecho que al parecer nunca ocurrió y dejó deslizar respecto a Grillo que “Es un militante kirchnerista”.
También afirmó que el impacto recibido por el periodista no fue directo, sino que se ocurrió después de que el proyectil rebotara en el piso. Esta y otras afirmaciones fueron desmentidas gracias a imágenes y grabaciones que aparecieron posteriormente, las cuales muestran con claridad cómo uno de los gendarmes a quienes Grillo estaba fotografiando fue quien le disparó directamente al cuerpo.
Los hechos ocurridos constituyen no sólo una violación a los derechos humanos y el derecho a la protesta, sino también una flagrante vulneración a la libertad de prensa, porque la principal víctima de la jornada no fue un manifestante, sino alguien que se encontraba documentando lo ocurrido. A pesar de los repetidos casos de represión en contra de jubilados y trabajadores, el cerco mediático que protege al Gobierno, especialmente en temas de protesta y represión, dificulta el acceso del público general a información que pueda desfavorecer la imagen del presidente.
Es común encontrar en los medios masivos titulares sugerentes como el siguiente: “Una jubilada de 87 años resultó herida por un fuerte golpe en la cabeza tras un altercado con un policía”, publicado el 12 de marzo por el diario La Nación. Esta titulación puede hacer que una acción violenta por parte de un uniformado contra una ciudadana mayor parezca un simple accidente a causa de un altercado menor.
Milei y el FMI, responsables
En un contexto en el que la pobreza ronda el 52%, según datos oficiales, y el Gobierno busca con urgencia la aprobación de un nuevo endeudamiento con el FMI para contar con mayor liquides y poder mantener el tipo de cambio y la inflación bajo control hasta las próximas elecciones, es muy probable que la inconformidad social sea cada vez mayor, al igual que la represión.
Cabe resaltar que el ajuste es una exigencia del acuerdo con el FMI, y la represión del descontento determina la confianza del Fondo en la capacidad de Javier Milei para ejecutar la visión del FMI sobre Argentina.
El próximo miércoles, los jubilados se movilizarán nuevamente en contra del deterioro de su poder adquisitivo. El apoyo que reciban por parte del resto de la ciudadanía será crucial y funcionará como termómetro para medir el rumbo que tomará la protesta social y la lucha contra el proyecto militarista y fascista de Milei.
