Identificar el machismo como algo perjudicial para todos y todas, viabiliza una posibilidad de cambio y de construcción de un mundo de nuevas relaciones más justas y fraternas.
Renata Cabrales
El tema de las nuevas masculinidades es algo que está tomando fuerza ya que plantea asuntos relacionados con los hombres, la igualdad y sobre cómo estos se ven afectados debido a la socialización fundada en el género. También se debe tener en cuenta en qué se basa la masculinidad hegemónica y todo esto pensando en un cambio en los hombres como algo necesario para poder conseguir la igualdad entre los sexos.
Pero para que haya una verdadera sociedad igualitaria, con los cambios que han obtenido las mujeres a través del movimiento feminista, como es el ingreso al mercado laboral (a pesar de la notoria brecha salarial de género) su acceso a la educación y otras maneras de formación, así como al ámbito de la política, los hombres deben asumir que el cambio es asunto de todos(as) y solo así se podrá construir una sociedad más justa. A estos avances significativos es necesario que se le unan los hombres de manera participativa, pues lograr la igualdad entre los sexos es algo que implica la participación de toda una sociedad que se verá beneficiada.
Por otro lado, el hecho de que las mujeres hayan logrado un significativo avance en diferentes ámbitos, considerados socialmente como masculinos, no significa que haya una participación equitativa de los hombres en las labores que se llevan a cabo en el campo de los privado y denominadas como femeninas, es decir, las labores domésticas y el cuidado de la familia.
Una toma de conciencia
Hablar de nuevas masculinidades tiene como fin que los hombres tomen conciencia y reflexionen acerca de las injusticias y la desigualdad que se crean dentro del sistema patriarcal que como es de saber, pone a las mujeres en una situación de subordinación con respecto de los hombres, pero de la misma forma tiene consecuencias negativas para ellos, ya que los estereotipos en función del sexo impuestos en esta sociedad, también los afecta de manera negativa.
En su intervención en el taller de género dirigido a las mujeres que hacen parte del Movice (Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado), Jhonatan Forigua, miembro del capítulo Bogotá del movimiento, explica que la masculinidad se manifiesta de diferentes formas y una de ellas es la del estado de competencia en que permanecen los hombres con las otras personas que hacen parte del espacio público, el cual niega al espacio privado y por eso, según la distribución social de roles de género, los hombres no realizan labores domésticas.
También la homofobia es un rezago de esta masculinidad, un hombre no puede aceptar que es homosexual o expresar afecto hacia otro hombre porque es muy mal visto dentro de la sociedad patriarcal.
Así mismo, un hombre no puede llorar, no puede exteriorizar el dolor y se ve en la obligación de guardase todo lo que siente. Si un hombre siente deseos de llorar o llega a hacerlo, desde que es muy pequeño, le advierten: ¡los hombres no lloran!
Protectores y defensores
A los hombres se les ha conferido dentro de la cultura patriarcal el papel de líderes, de seres superiores. Se les ha catalogado como los defensores de la familia y es por eso que se les asignó el rol de proveedores y protectores, por lo cual se les exige ser fuertes física y mentalmente. Así mismo, deben estar preparados para asumir las responsabilidades de liderazgo y proteger a la familia o pareja contra los rivales. Del mismo modo, se les exige trabajar duro y competir todo el tiempo con los demás para poder asegurar la manutención a la familia. Es por eso que en los cuentos de hadas es reiterativa la imagen del fuerte y protector príncipe azul que salva a la débil princesa de toda adversidad.
Los privilegios que los hombres han disfrutado en esta sociedad y sin cuestionar el porqué representan una serie de obligaciones que deben cumplir sin importar que las relaciones afectivas queden en segundo plano. Pero este conjunto de privilegios están relacionados con las diferencias salariales entre hombres y mujeres, la feminización de los cuidados, como las tareas del hogar o la atención de hijos e hijas y personas dependientes, lo que por otro lado hace que les quede muy difícil renunciar a su posición.
La condición masculina obliga a los hombres a exponerse más al riesgo, pues vale la pena mencionar que por medio de esta se demuestra que se es más hombre. También se evidencia un alto descuido cuando del cuerpo se trata, pues los hombres poco cuidan su salud y a algunos poco les importa cuidar la higiene.
El poder masculino: guerra y violencia
El poder es el rasgo más destacable de la condición masculina por ser el símbolo de las guerras y de la violencia “el hombre arma guerras, lo que determina también la construcción de la masculinidad en la sociedad patriarcal”, afirma Forigua y agrega: “También está el alto índice de mortalidad debido a las exposiciones de alto riesgo, a la drogadicción, al pandillismo que consiste en una demostración de cómo se construye el macho”.
Advierte el expositor que las mujeres están en constante situación de desventaja debido a la supremacía de lo masculino, pues se pretende que se tiene derecho sobre ellas cuando estas se encuentran en espacios públicos y es “por eso que se les acosa y hostiga, el famoso piropo, que no es más que acoso callejero, es una prueba de ello”. Añade que “los hombres podemos ir por la calle, incluso de noche y solos, sin miedo a que nos agredan”.
El patriarcado no es consensuado, no se le pregunta a nadie si quiere hacer parte, estamos inmersos culturalmente, pues los hombres también están en desventaja con el machismo ya que los hace seres injustos, los aísla y hasta embrutece.
La liberación de los sexos
Como ya sabemos, el patriarcado es injusto y discriminatorio ya que ha favorecido la supremacía de los hombres sobre las mujeres. “Es por eso que las nuevas masculinidades tomamos conciencia y planteamos la posibilidad de una cultura diferente, pues se cuestiona este sistema de dominación y cómo afecta también a los hombres, asimismo se cuestiona el desarrollo humano, cómo es que debemos desarrollarnos integralmente como también aprender a amar de manera correcta. También buscamos plantear una renuncia a ese “privilegio” en el que nos encontramos los hombres y que se desmonten las piezas de ese rompecabezas, de esa idea de masculinidad que impone la sociedad, pues en ese espacio de dominación son dominados tanto hombres como mujeres (…) Debemos trabajar mancomunadamente para la liberación de ambos sexos”, concluye Forigua.
Identificar el machismo como algo perjudicial para todos y todas, viabiliza una posibilidad de cambio y de construcción de un mundo de nuevas relaciones más justas y fraternas.