Se conmemora una década del asesinato del rapero y compositor venezolano Tyrone José González. “El niño terrible” es considerado en Nuestra América como uno de las mayores exponentes del hiphop independiente
Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos
Tyrone José González tenía 26 años cuando lo asesinaron. En la madrugada del 20 de enero de 2015, su cuerpo fue encontrado a las afueras de un edificio en la urbanización Andrés Bello en Maracay. La primera versión, que rápidamente se posicionó en los principales medios locales, contemplaron la posibilidad de un suicidio.
Diez pisos arriba se encontraba apuñalado Carlos Molnar, compañero sentimental de Natalia Améstica, quien era la manager de Canserbero y testigo de los sucesos. Se acusó al rapero venezolano de emprender la acción criminal en un ataque de esquizofrenia y depresión, y que al ser consciente del homicidio, este se dirigió a la cocina para después lanzarse por la ventana.
Si bien las piezas del móvil eran confusas, las autoridades cerraron el caso. Sin embargo, el por entonces defensor del pueblo Tarek William Saab no compró la versión. Acudiendo a la familia de Canserbero, que argumentaba que el rapero no tenía enfermedades mentales, prometió justicia.
Nueve años después, ahora como fiscal general, Saab reabrió el caso, ató los cabos sueltos, reconstruyó la escena del crimen y capturó a los responsables, los hermanos Natalia y Guillermo Améstica. Según la confesión de la mujer, esta drogó y lanzó deliberada a Canserbero por la ventana, al mismo tiempo que asesinó a Molnar acuchillándolo. Los motivos serían las complejas tensiones de una reciente gira y la ambición por el dinero recaudado.
Can
Tyrone José González Orama nació en Caracas el 11 de marzo de 1988. Su infancia y adolescencia las vivió en Las Ánimas de la Pica, estado de Aragua. Su nombre artístico es un homenaje a Cerbero, el perro guardián del dios Hades de la mitología griega.
El asesinato de su medio hermano fue influyente en su vida y sus referencias musicales que pasaron del rock, el reggae y el reguetón, al hiphop y hard rock.
Influenciado por la escena underground del hiphop venezolano, conoció al rapero Lil Supa y emprendió una carrera musical que revolucionó los sonidos urbanos latinoamericanos. Aunque estudió Derecho y Ciencia Política, abandonó sus estudios para dedicarse a su prematura carrera musical que terminó en los fatídicos hechos de Maracay de 2015.
En su corta trayectoria grabó como solista tan solo tres álbumes: Guía para la Acción (2008), Vida (2010) y Muerte (2012). No obstante, existen múltiples colaboraciones como el disco Apa y Can (2013), en coautoría con el rapero caraqueño Apache; la canción Ella, junto con la Mala Rodríguez; entre otras piezas artísticas.
Su inconfundible voz y su genuino estilo musical lo llevaron a ser catalogado por la revista Rolling Stone como el principal artista rap en español de todos los tiempos. Sus letras estaban caracterizadas por reflejar la realidad de la juventud que habita la calle venezolana, al tiempo de emitir críticas profundas a la religión y la política.
No era chavista ni opositor, pero si un crítico convencido en el cambio social. “Nunca habrá revolución sin evolución de conciencias, depende de ti la diferencia”, es una frase que se escucha en su canción CAN-biate.
Es Épico
En su brazo estaba tatuada la frase All we need is love. Las canciones Querer querernos, Jeremías 17:5, Y la felicidad, ¿qué?, Maquiavélico, De la vida como película, tragedia, comedia y ficción, entre otras composiciones, quedan para la posteridad del hiphop independiente en español.
“Y el corazón tucum tucum tucum tucum… y las balas pacam pacam pacam”. La frase se escucha en Es Épico, una composición que se bate entre la vida y la muerte, la venganza y la redención, la crítica social y la descomposición de la humanidad. Y en el telón de fondo una alegoría a la leyenda venezolana de Florentino y el Diablo, solo que en este nuevo duelo de versos están rapeando Tyrone y Satanás. El tema es quizás una extraordinaria profecía.
Canserbero vive en las calles de Maracay, Caracas, Bogotá y en toda Nuestra América. Al fin y al cabo, siempre fue ese chamo apasionado que hizo poesía a los sinceros. Y como el pidió, diez años después, “cuando yo me muera lancen un lápiz en la caja e’ madera / Y no dejen pasar a los que en vida no quiera”.