Comunidad de El Mango, en el norte del Cauca, exige reubicación de la Policía fuera del casco urbano para evitar seguir siendo escudos de guerra.

Carolina Tejada
Las exigencias de la comunidad para que no sea tomada como escudo humano ante las confrontaciones armadas entre la guerrilla y la policía no son nuevas. Esta población, que entre habitantes de la región la reconocen como “la de las casas dañadas”, ha venido exigiendo que las más de seis cuadras que son utilizadas por la policía sean desalojadas, y desocupadas las casas que después de que fueron abandonadas por sus dueños, huyendo de los bombardeos y enfrentamientos armados, fueron ocupadas por la policía para montar sus trincheras y estación.
El miedo es humano
La población asegura que desde el 2007, cuando Álvaro Uribe impuso su política de “seguridad democrática”, la policía llegó a El Mango y ocupó una de las casitas abandonadas. Jonathan Patiño, líder de esta localidad, nos cuenta: “Ellos ocupan casi seis cuadras y las casas aledañas a la estación han sido desocupadas por el miedo a las confrontaciones militares. Cuando hubo cese al fuego, algunas familias volvieron a sus ranchitos, trajeron sus colchones y sus cosas, pero cuando el cese se levantó, la preocupación y el miedo volvieron”.
En el 2011 se presentó una confrontación entre la guerrilla de las FARC-EP y la policía. Las casas vecinas se vieron afectadas, el pueblo quedó con miedo. La comunidad comenta que “la misma policía vive con miedo y vive mal, en condiciones inhumanas”. Jonathan cuenta que “queríamos hacer unas fiestas deportivas y culturales que siempre se hacen y que se habían suspendido, pero ellos ocupan seis cuadras. Cuando salen a patrullar, nadie quiere estar cerca de ellos, y ellos saben que cuando hay conflicto armado ellos no deben estar en medio de la población, y nosotros terminamos siendo utilizados como escudo”.
Una acción de autoprotección
La semana pasada, la comunidad, ante el desespero y el miedo de que la guerra tocara nuevamente el techo de sus hogares, se animó y convocó a sus vecinos para exigirle a la policía que desocupara la zona, las casas abandonadas y que buscaran otro lugar, lejos de la población civil para su reubicación. Jonathan comenta: “La gente llegó pacíficamente en las horas de la mañana, hablaron con ellos y se les explicaron las razones por las cuales se pedía el desalojo. Los policías dijeron que se comunicarían con sus mayores y que esperaran hasta la una. La gente esperó, pero cuando llegó la hora y no pasó nada, entonces empezaron a desarmar los bultos de tierra que tenían como trincheras”.
Esta manifestación ha causado un gran revuelo en medios de comunicación. El general Rodolfo Palomino, director de la Policía Nacional, manifestó que desde el pasado miércoles la policía ingresaría a El Mango junto con el ejército. Jonathan comenta que “la primera vez que la policía quiso entrar, era tarde la noche y lo hicieron por el monte, pero la comunidad se dio cuenta y con linternas se les atravesaron y no los dejaron seguir. Por eso, los policías se devolvieron al batallón del ejército que queda cerca al casco urbano”.
Hasta el momento la comunidad sigue en negociaciones con la policía y la Defensoría del Pueblo. Los habitantes se mantienen en que no van a permitir que la policía continúe en medio de sus casas y exigen una reubicación, que no sean sus casas ni los lotes que se han comprado para la construcción de una escuela.
Así mismo afirman que ante las declaraciones del general Rodolfo Palomino de acusar a los líderes de la comunidad de ser auxiliares de la guerrilla, y de patrocinar esta clase de hechos, “si van a detener a los responsables del desalojo de la policía, tendrán que detener a toda la comunidad, porque fue la comunidad la que se movilizó, no un líder o dos”.