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Alcance político de El Capital

Hernán A. Ortiz Rivas

En pocos años se cumple una centuria y media de la publicación de una obra monumental: El Capital (1867-2017), escrita por un hombre de inteligencia superior, Karl Heinrich Marx Pressburg, cuya vida estuvo dedicada por completo al estudio de las ciencias y a las luchas sociales, cuando el modo de producción capitalista era el eje de la historia universal, especialmente en Europa.

Mural de Diego Rivera.
Mural de Diego Rivera.

Frente al tiempo señalado, publicación del tomo primero de El Capital, septiembre de 1867, hasta nuestros días, cabe preguntar: ¿qué permanece vigente de esta obra magistral? Todo, sostienen unos. Nada, opinan otros. En este simple aviso, hacemos algunas consideraciones muy breves y ligeras sobre el interrogante planteado, como una invitación a los lectores para que se sumen a dar sus respuestas.

Como es bien sabido, la elaboración de la obra se llevó a cabo, rodeada por muchas penurias del autor y abundantes correcciones, porque Marx era muy perfeccionista; por esto, afortunadamente, quedaron muchos manuscritos como rica herencia científica y literaria. Más de 24 años de estudio de economía del capitalismo de su tiempo fueron necesarios para producir unas 500 páginas, correspondientes al tomo I de El Capital, cuyo tiraje inicial fue de mil ejemplares, hecho por el editor Otto Meissner de Hamburgo, edición que no tuvo la salida esperada, como ocurre a veces con las grandes obras.

En primer lugar, se debe destacar que el propio Marx decía que su libro tenía un alcance político, en carta al dirigente obrero Klings (4/10/1864), porque se trataba del mayor “golpe teórico a la burguesía del que jamás se repondrá”, y en otra carta a Becker, también un líder proletario, le escribía que su obra era “el más temible proyectil que se ha lanzado nunca contra la cabeza de los burgueses y terratenientes” (17/4/1867).

En efecto, El Capital rebasa su enorme potencial científico sobre un modo de producción concreto, para erigirse en poderosa arma de la revolución al servicio de todos los explotados del mundo, tema y problema que no suele valorarse, en los estudios sobre El Capital, porque presentan la obra como un tratado de economía, que sin duda lo es, pero al mismo tiempo contiene muchas páginas de historia, derecho, literatura, arte, sociología, sin pretender que sea una especie de biblia del mundo burgués.

El objetivo de El Capital, según su autor es “desvelar la ley económica del movimiento de la sociedad moderna”. Lo que equivale a decir que Marx descubre los factores históricos objetivos de la sociedad capitalista o sociedad burguesa, que ocultan tanto el nacimiento como la superación de ésta sociedad, integrada en su base por “un inmenso arsenal de mercancías”, siendo la mercancía su forma elemental; por lo cual su estudio debe partir de la mercancía, que ocupa la Sección Primera de El Capital, junto con el dinero, del cual decía con fino humor que nadie había escrito tanto sobre “el dinero” como él, teniendo tan poco en sus bolsillos.

Interesa precisar que Marx, en su obra capital, estudió la estructura económica fundamental de la sociedad capitalista, sin olvidar toda su riqueza cultural, política, artística, ideológica, técnica, por lo cual estamos frente a una obra colosal que cubre muchos factores integrativos de dicha sociedad, tan completa y diversa, que sus detractores descuidan para situarla únicamente como obra de economía, pasada de moda, porque estudia una etapa ya superada en estos momentos por realidades nuevas diferentes al capitalismo del siglo XIX.

Es cierto que el valioso estudio de Marx corresponde a la etapa mercantilista del capitalismo, rebasada por su fase superior imperialista vigente en la actualidad, pero tal circunstancia en ningún momento permite desconocer su valor permanente, porque a pesar de los cambios ocurridos en casi siglo y medio de su aparición, la sociedad en la que vivimos la mayor parte de los humanos continúa siendo capitalista, en su esencia y forma; por ello, la obra de Marx, El Capital, no envejece, sigue como poderoso instrumento teórico de estudio y como arma contundente de la lucha de clases para la edificación del socialismo en el mundo entero.

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