La creación de realidades imaginadas, otro acto de la magia del fútbol
Juan Carlos Hurtado Fonseca
@aurelianolatino
Gabriel Muñoz recuerda en detalle aquel sábado 7 de diciembre en el estadio Pascual Guerrero, cuando alentó al América de Cali en la final de 2019: “Desde que estábamos en la carretera se sentía ambiente de título, caravanas de hinchas entrando a Cali, todo el mundo muy festivo”.
Las barras estaban confiadas porque el partido de ida había quedado empatado. “Fue una de las cosas más bonitas porque era el desahogo que estábamos esperando, después del sufrimiento de la B y de once años sin ser campeones”.
Recuerda quiénes anotaron y cómo fueron las jugadas de los goles que le hicieron al Junior de Barranquilla.
Así puede rememorar lo visto y lo vivido cualquiera de los millones de hinchas del deporte más popular del mundo. Sin embargo, este es un fanático muy particular, vive esta pasión en otra dimensión, es uno de esos aficionados que solo puede encontrarse en el estadio de Macondo: Gabriel Muñoz es ciego.
La enfermedad
Nació con esclerocórnea. Explica que de niño veía solo por los lados de los ojos, por lo que le hicieron trasplante de córnea, cirugía en la que descubrieron que en su ojo izquierdo tenía glaucoma, “que iba a ser de baja visión hasta que lo perdiera. Luego me hicieron otro trasplante de córnea en el derecho. La idea era salvármelo para que pudiera ver lo mejor posible por si en algún momento el glaucoma me quitaba la visión del izquierdo. Pero cuando tenía año y medio me salió una catarata en el derecho y en la cirugía me entró un Estafilococo dorado que es una bacteria sumamente peligrosa, entonces, era perder el ojo o que se fuera para el cerebro y el daño sería más grave. Quedé con el ojo izquierdo con baja visión y sin ver por el derecho”, expresa mientras manipula su bastón blanco.
Durante su infancia solo pudo ver colores, aunque con el 15% de una visión normal. A los 21 quedó en tinieblas.
Con braille se graduó de secundaria y estudió música. Es baterista y cantante de rap.
La pasión por el fútbol y por el América de Cali la heredó de su papá. De niño jugaba con balones con cascabeles a los que les “daba pata” contra las paredes de su casa. “En el colegio, a todos los chinos del curso les gustaba mucho el fútbol y jugábamos con balón sonoro”, evoca con sonrisa complaciente.
Todo eso afianzó su pasión para sentarse frente al televisor a escuchar los partidos o para ir al estadio. Y ahora, en redes sociales, que sigue en su celular con un programa que le lee y otro que describe imágenes, está pendiente del equipo.
La imaginación en el estadio
A sus 30 años, Gabriel va al estadio y “ve” los partidos por televisión. En las gradas, es común verlo dirigiendo su “mirada” hacia el campo, alentando con cánticos de su barra, el Disturbio Rojo, emocionándose con las buenas jugadas y hasta protestando con palabras soeces por los pasajes sosos del encuentro.
Los gritos del público le permiten saber la ubicación del balón y lo que pasa en la cancha, no escucha por radio: “No me gusta porque me gusta estar alentando y no me concentro. Por las reacciones de la tribuna uno sabe cómo está jugando el equipo. Si está bien todo el mundo está eufórico, se escuchan los buenos comentarios, cuando el equipo va atacando siempre está el que dice ‘vamos’, ‘pegale’, ‘cambiala’, ‘tocala’. Cuando estamos jugando mal se escucha el murmullo, se nota que la gente está ofendida. Al América lo veo con los ojos del diablo, es una pasión que vivo con el corazón del diablo”.
Mapa mental de la cancha
Al escucharlo en el televisor lo vive de manera diferente, con mayor conocimiento de los movimientos por las explicaciones de los comentaristas. “Si quiero analizar lo táctico, grabo, en la noche lo pongo en el televisor, lo escucho y puedo entender los detalles”.
Para que viviera mejor su apasionamiento, cuando era pequeño su padre le hizo un recorrido por una cancha: “Me decía, ‘Este es el arco, este es el área chica, este es el área grande, esta la línea de la mitad’. Y como yo lo jugué, pues uno aprende a hacerse un mapa mental de la cancha”.
Asegura con propiedad que el escudo de su equipo es el más bonito. Lo dibuja con su índice derecho sobre una servilleta, mientras expresa lo que para él significa: “La connotación del diablo es como lo que no está bien. Hay muchas curiosidades de la humanidad que la religión ha tildado de diabólicas sin serlo, que caben dentro de la figura del diablo y es una figura súper representativa de lo que es el América”.
El onceno para 2025
En el ámbito internacional, sigue equipos como el San Pauli de Alemania, que le gusta porque reivindica ideales antifascistas, libertarios, que es de migrantes y marginados por el sistema.
También el Rayo Vallecano por ser de un barrio obrero en Madrid: “y que también es un equipo tirado hacia la izquierda. Me simpatiza Chacarita Juniors en Argentina, Boca, me gusta el Unión Berlín que es un equipo de obreros de fábricas de acero, de lo que fue la Alemania comunista, y tuve la oportunidad de ir a su cancha”. Gabriel también ha viajado a Chile y Argentina a ver a los diablos rojos en torneos internacionales.
Con la llegada de Juan Fernando Quintero al onceno escarlata asegura que se forma un tridente poderoso con Cristian Barrios y Duván Vergara, sin embargo, hace falta: “Tienen que traer un 9 de verdad porque si esos tres cracks le van a filtrar balones a Pipe Gómez y a Holgado, estamos en la olla”.
Su vida y su arte los vive con la misma pasión que goza el fútbol. Por eso, cuando sus amigos le preguntan: ¿Si existiera una cirugía para recuperar la visión, se la haría? “Yo les digo ¿pa’ qué?, ¿pa’ decepcionarme de un montón de cosas que están mal en este mundo? No me gustaría ver, ya aprendí a vivir así…”
El América ❤ es la pasión de un pueblo