domingo, mayo 25, 2025
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El megaproyecto del siglo XXI

La economía y el comercio de América Latina, Europa, África y Asia quedarán interconectados por tierra y mar a través de la nueva Ruta y Franja de la Seda, una etapa más hacia la globalización

Iván Posada P.

Desde 2013, China viene implementando el megaproyecto comercial más ambicioso del siglo XXI: la Ruta y la Franja de la Seda. Este plan busca interconectar al país asiático con Europa, Asia, África y América Latina vía terrestre (carreteras, ferrocarriles) y marítima, mediante puertos estratégicos.

Este proyecto coincide con el declive del dólar estadounidense como medio de pago en las transacciones internacionales, así como con el consecuente deterioro de la economía de este país. Esta situación se agudiza aún más por las desesperadas medidas de Donal Trump de imponer aranceles a sus socios comerciales ─entre ellos China─ en un intento por detener el avance de la segunda economía mundial.

En el marco de la reciente cumbre China-Celac, el Gobierno de este país se comprometió a invertir 9.000 millones de dólares en créditos para el fomento de América Latina y el Caribe. Las relaciones entre Colombia y China, que se han consolidado desde hace varios años, no sólo se basan en el intercambio comercial de bienes y servicios, sino también por la inversión para infraestructura, ciencia y tecnología.

Un ejemplo destacado es la farmacéutica china Sinovac, que proyecta entrar en sociedad con Bogotá y la nación para producir vacunas y productos farmacéuticos en Colombia, con operaciones previstas para el 2028. Este tipo de acuerdos contribuirá al desarrollo del país, pues hay transferencia del conocimiento y tecnología que le quedan a nuestra nación y a la mano de obra nacional.

En infraestructura, ya existen proyectos para renovar la red férrea del país para transporte de carga y pasajeros, de tal forma que la producción destinada a la exportación se pueda transportar hacia los puertos por este medio, mucho más eficiente y económico que el actual obsoleto sistema de carreteras. De igual forma, la construcción del metro de Bogotá está a cargo de una empresa china.

La Ruta de la Seda

El presidente Gustavo Petro anunció en esta cumbre la adhesión de Colombia a la Ruta y Franja de la Seda, hecho que fortalece aún más las relaciones comerciales con China. Actualmente, a la fecha, es el segundo socio comercial de Colombia después de Estados Unidos, aun así, las importaciones chinas a Colombia ya superan las provenientes de Estados Unidos, y China se ha consolidado como el principal inversionista asiático en Colombia.

Esta adhesión incluye el objetivo de superar el déficit de la balanza comercial entre ambos países, es decir, la diferencia entre lo que exportamos e importamos, estimada en unos 14 mil millones de dólares anuales.

El documento firmado no constituye en sí un tratado comercial, es un memorando de entendimiento para luego plasmarlo en un acuerdo de carácter vinculante. Su importancia radica en que abarca varias áreas de cooperación en telecomunicaciones, salud y agroindustria, capacitación de mano de obra colombiana en inteligencia artificial y ciencias médicas, áreas estratégicas para el desarrollo de cualquier país.

El Nuevo Banco de Desarrollo

Otro paso importante que ha dado el Gobierno nacional para diversificar sus relaciones económicas internacionales es la solicitud su ingreso al Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), cuyos miembros son los países del bloque BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Esta entidad tiene como fin movilizar recursos para proyectos de desarrollo y asistencia técnica, y cooperación en países emergentes.

Colombia ingresaría en calidad de país prestatario, lo que le permitirá acceder a préstamos con tasas de interés bajas para financiar proyectos de desarrollo (energías renovables, infraestructura, salud, etc.).

La adhesión de Colombia a esta entidad le permitirá acceder a créditos en condiciones favorables para, entre otros objetivos, enfrentar las amenazas del cambio climático y las recurrentes crisis económicas globales.

Esta membresía de Colombia en el NBD representa una alternativa frente a entidades de la banca multilateral como el Banco Mundial, donde EE. UU. es el mayor accionista con una participación del 18 por ciento del total de la financiación.

Esta posición de EE. UU. le otorga poder para limitar y condicionar desembolsos e incluso imponer cláusulas adicionales a los países solicitantes de financiación como, por ejemplo, reducir las mesadas pensionales, incrementar tarifas de servicios públicos, todo un paquete de ajustes para asegurar el pago de nuevos empréstitos.

El ingreso del país a este NBD se materializará una vez se haga el desembolso inicial de 500 millones de dólares, lo que indica el grado de compromiso de Colombia con el fortalecimiento de la cooperación Sur-Sur.

El negacionismo

Como era de esperarse, Estados Unidos, a través de Marco Rubio, jefe del Departamento de Estado, calificó esta adhesión de Colombia a la nueva Ruta de Seda como “decepcionante y contraproducente”. Como medida represalia, Washington no apoyará proyectos de desarrollo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en los que participe capital chino, incluso los recursos ya comprometidos para el metro de Bogotá.

Estas medidas de retaliación reflejan el negacionismo del gobierno norteamericano para admitir que ya no pueden imponer al mundo sus condiciones, entre ellas, indicarle a un país con quién pueden o no establecer relaciones comerciales.

Las condiciones geopolíticas y económicas de hace treinta años no son las mismas de ahora. Nuevas alianzas y actores emergentes están disputando el liderazgo de la economía mundial, relegando a un segundo plano la hegemonía de Estados Unidos y Europa.

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