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La izquierda tiene que leer bien al enemigo

Para que haya mercado se necesita infraestructuras: carreteras, ferrocarriles, aeropuertos, naves, entre otros. En su mayoría, estos soportes son desarrollados por los Estados

Alberto Acevedo

González Ponte nació en Oviedo, Asturias, en 1993. Es licenciado en Filosofía de la Universidad de Oviedo y máster en Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología por la misma universidad. Actualmente, es el director de la Agenda 2030 en el Principado de Asturias, y responsable de Formación (Educación) de Izquierda Unida.

Recientemente publicó El capitalismo no existe. Necroteología del mercado, un libro que ha recibido una crítica favorable y ha suscitado polémica en los sectores de izquierda. Para muchos de sus lectores, este escrito constituye una brújula valiosa para orientarse en tiempos de incertidumbre.

La obra recoge la batalla filosófica de quien nos invita a pensar la política, no como reconciliación de los santos en la tierra, sino de los seres humanos como son. El que quiera armonía celestial, que se vaya al cielo, como diría el filósofo marxista español Manuel Sacristán.

Con el objetivo de promocionar su libro, González Ponte visitó Bogotá y estuvo en las oficinas de VOZ.

En su libro ‘El capitalismo no existe’, usted se refiere a la necroteología del mercado. ¿Qué pretende con esta tesis?

Necro, en el sentido que le da el prefijo, alude a una política de gestionar la muerte, de no solo administrar la vida y, sobre todo, de gestionar la muerte de la población civil.

En relación con el título y el subtítulo, cabe preguntarse ¿por qué el capitalismo no existe? La respuesta debe entenderse en condicional. Es decir, el capitalismo no existe si por capitalismo se entiende el libre mercado. En la práctica, el mercado nunca es libre.

El Estado nutre el mercado

Los mercados necesitan de los Estados para sobrevivir. Lo que el sociólogo marxista Immanuel Wallerstein llamaba el sistema mundo. Los Estados, como sabemos, son la fuente nutricia de la cual se alimentan los mercados, son como sus progenitores. Por eso, un mercado nunca es libre de los marcos estatales, siempre necesita parámetros nacionales. Esa es la explicación. Entonces en mi libro desarrollo una serie de argumentos por los cuales se entiende la tesis de que el mercado no es libre, el capitalismo no existe.

Para que haya mercado se necesita acaparar tierras, recursos energéticos, materias primas, minerales, materiales. Es decir, se requiere de procesos extractivistas que permitan la producción de mercancías que circulen en los mercados. Como señalaba Rosa Luxemburgo, previamente tiene que haber un acaparamiento de tierras, de materiales y de recursos energéticos.

Por eso, nunca hay explotación de fuerza de trabajo sin expolio, sin despojo de dichos materiales. En segundo lugar, porque para que haya mercado se necesitan infraestructuras, carreteras, ferrocarriles, aeropuertos, naves, entre otros. En su mayoría, estas infraestructuras son generadas por los Estados, luego no es cierto que el capital quiera privatizar todo, o que la empresa privada lo quiera privatizar todo.

Los Estados son los que invierten

La empresa privada, para maximizar sus beneficios en manos de unos pocos, de una minoría social cada vez más centralizada, riqueza cada vez más concentrada (capital), transfiere costos a los Estados, que sean estos los que inviertan y los que abastezcan. Posteriormente, ella maximiza sus beneficios y acumula más capital.

En el libro, sostengo que es falso que la riqueza surja de emprendedores individuales, supuestamente más inteligentes que el resto de la humanidad. La inteligencia ─como señalaría Marx─ siempre es una construcción colectiva.

Trump está desarrollando un modelo de gobierno de los superricos, que rompe las reglas de la globalización. ¿No es esa una muestra de que el capitalismo se renueva?

El capitalismo es un gen mutante, está en continua mutación. Los que somos marxistas partimos de la tesis de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Es decir, el capital tiene un problema muy fuerte, no es perfecto, de ahí también que el capitalismo no existe, en el sentido de que no existe como una perfección absoluta, como una unidad de acción completa.

Sobreproducción

La tendencia de la tasa de ganancia en resumidas cuentas ¿qué significa? Que en el modo de producción capitalista hay una sobreproducción en el sentido de que se genera siempre más capital constante, esto es, maquinaria, mercancías en circulación, infraestructuras, etc., respecto a la inversión en fuerza de trabajo.

Dicho en otras palabras, la fuerza de trabajo no puede absorber todas las mercancías que el capital genera. Entonces, el capital tiene una serie de trampas, una serie de mecanismos para seguir en aumento, para acumular más riqueza.

La paradoja desde los años 70 es que el capital norteamericano está en una situación de estancamiento productivo, pero aumenta sus beneficios. Esto es paradójico: cómo puede ser que se produzca menos o peor y se acumule más capital. Esto se da por una serie de mecanismos que tiene el capital.

Las tesis libertarias de Milei, con otros gobernantes de talante similar al suyo, y el resurgimiento de la ultraderecha fascista, ¿no son una tabla de salvación al capitalismo?

No hay que ser perezosos, yo sé que bajo la noción de neoliberalismo o bajo el paraguas del neoliberalismo englobamos asuntos que son muy distintos. Es verdad que en la real politik, yo cuando me pongo la camiseta no de filósofo de la economía, sino de político institucional o de los movimientos sociales, condeno el neoliberalismo porque no me da tiempo de hacer un análisis científico marxista.

Leer bien al enemigo

Pero sí puedo sacar un momento para señalar temas a distinguir: uno de los principales autores de la escuela austriaca fue Ludwing von Mises. Este era racista, sostenía que los pueblos no capitalistas, que estaban en vías de desarrollo, eran atrasados, estaban en esta situación porque se lo merecían, porque no habían emprendido suficientemente bien, porque culturalmente eran inferiores y genéticamente estaban peor dotados.

La izquierda tiene que leer bien al enemigo para saber la magnitud de aquello a lo que nos enfrentamos. Von Mises tiene un discípulo que fue Murray Rothbard. Este ya no se define en este punto como neoliberal, sino que está en una posición libertaria, que se caracteriza o que connota por ser en políticas sociales de extremísima derecha. Esas posiciones, ¿cómo las podríamos etiquetar? Paleolibertarismo.

El libertarismo, libertarios como Milei, está en contra del Estado. Y el paleolibertarismo, en política social, es de extrema derecha. Esta corriente está en contra del aborto, del colectivo LGBTI, de los métodos de reproducción, de la contracepción, considera que las mujeres son inferiores, que las personas lesbianas son enfermas, etc.

No hay un planeta B

Podría algún lector despistado preguntarse, ¿cómo, se acabó el capitalismo? ¡Si es lo que tenemos! ¿O sí hay una alternativa, en los BRICS, por ejemplo?

Hoy se habla de un mundo multipolar. No es que vayamos a un mundo multipolar, es que ya estamos. Estados Unidos tiene un serio problema, que es el de la deuda. Es el primer imperio, de la historia de la humanidad, que es un imperio de importaciones, no de exportaciones. Eso lo hace muy dependiente, y, en este caso, ha sido dependiente de China.

Hace cuatro décadas, China era uno de los países más contaminantes del mundo. China se dio cuenta del problema, no hay un planeta B. La Tierra no es inagotable, los recursos son finitos. El problema es que el capitalismo vive de espaldas a los recursos porque el imperativo, el mandato del capitalismo es acumular productos malditos, producir por producir.

Se trata de una producción ciega porque no se da cuenta que los recursos se van agotando. Lo que ocurre es que eso lleva a las guerras comerciales. En ese contexto, China comprendió que había que hacer una transición energética fuerte y tomó medidas para reducir sus niveles de contaminación. Diría que es un ejemplo de hacer planificación ecosocial.

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