Países como México, El Salvador y Costa Rica anunciaron que no enviarán candidatas suyas al concurso Miss Universo, que coadministra el grupo financiero Trump. La Alcaldía Mayor de Bogotá anunció que renuncia a su postulación como sede del próximo concurso.

Pocas veces en la historia, las declaraciones de un aspirante a la presidencia de los Estados Unidos han generado tanto repudio y al mismo tiempo tanta cohesión entre la comunidad latina como en esta ocasión, después de conocerse, el 16 de junio pasado, las declaraciones de tinte racial del candidato republicano Donald Trump.
Con ocasión del lanzamiento de su postulación, el multimillonario Trump arremetió contra la comunidad latina, y particularmente contra el pueblo mexicano al señalar que los inmigrantes provenientes de ese país han llevado drogas y cometido crímenes en los Estados Unidos. Amenazó con que “México lo pague” si llega a la Casa Blanca, y advirtió que tenía entre sus propósitos construir “un gran muro” para contener el flujo de ciudadanos indocumentados de ese país.
La comunidad latina en general se sintió afectada por las declaraciones racistas del aspirante republicano y desencadenaron una serie de reacciones, que han tocado el mundo financiero y amenazado el futuro del emporio industrial, de bienes de propiedad raíz y de reality shows del magnate Trump.
El aspirante conservador, lejos de retractarse frente a sus ofensas al pueblo mexicano, se ha ratificado en su odio racial y xenófobo. Las reacciones tampoco se han hecho esperar.
Países como México, El Salvador y Costa Rica anunciaron que no enviarán candidatas suyas al concurso Miss Universo, que coadministra el grupo financiero Trump. La Alcaldía Mayor de Bogotá anunció que renuncia a su postulación como sede del próximo concurso.
La cadena Univisión, la de mayor sintonía en el mundo hispano de los Estados Unidos, fue la primera en romper nexos con el magnate. También lo hicieron la NBS y Televisa, ésta última propiedad del magnate mexicano Carlos Slim.
La actual Miss Universo, la colombiana Paulina Vega Dieppa, en una actitud independiente y valiente, se solidarizó con la comunidad latina y criticó las declaraciones racistas del dueño del concurso. “Encuentro los comentarios del señor Trump injustos e hirientes. Como colombiana y como Miss Universo quiero mostrar mi apoyo y avalar los sentimientos de la comunidad latina (…) Reconocer y aceptar las diferencias es el primer paso en el desarrollo real y sustancial”, dijo la soberana colombiana.
Como multimillonario capitalista, Trump ha tenido una vida egoísta, excluyente, codiciosa y discriminatoria, y por sus declaraciones aparece ante muchos copartidarios de su partido como un bocón, incómodo ante la intención republicana de acercarse al voto latino.
Sus ataques contra la comunidad latina y los inmigrantes resultan cuando menos un sinsentido en un país que se edificó sobre el trabajo de esclavos e inmigrantes. Trump mismo tiene un abuelo paterno oriundo de Alemania, y su madre es originaria de Escocia.
La cuestión es que el discurso de odio del magnate conservador despierta simpatías en un sector de opinión norteamericano, especialmente en las clases medias, que de manera errónea se sienten desplazados por el posicionamiento de la población latina en su país. Para el analista Norberto Emmerich, doctor en ciencias políticas, tan desagradable discurso fue bien recibido en las filas de su partido y le brinda la posibilidad de aglutinar todo el electorado del Tea Party. Suena asqueroso en América Latina, pero expresa una tendencia del electorado de ese país, indica el analista.
Trump ocupa hoy el segundo lugar en las preferencias del electorado conservador, con 12% de intención de voto, frente al 19% de su rival republicano Jeb Bush. Por fortuna, ese 12% no es lo suficientemente representativo para asegurar que su posición implique la posibilidad de ocupar el despacho oval de la Casa Blanca.