Esgrimir el garrote contra Panamá hace parte de un proyecto en extremo proteccionista, de cerrar el mercado norteamericano, y por extensión el latinoamericano, a productos chinos que compitan con empresas norteamericanas
Ricardo Arenales
Aunque voceros del Comando Sur de losComando Sur han dicho que una invasión a Panamá es “poco probable”, y sería una carta que tendrían en cuenta solo en el evento de que la mayor presencia de tropas en la región no logre la meta de “recuperar” la vía fluvial, los hechos dicen otra cosa.
Despachos de prensa indican que la Casa Blanca ordenó al Ejército estadounidense elaborar planes inmediatos para que incrementen el número de tropas en Panamá, y se dispongan a ‘recuperar’ su emblemático canal, como ya lo planteó el presidente Trump.
Una colaboración más estrecha con las fuerzas públicas panameñas o que los militares se apoderen de Canal por la fuerza, son opciones contempladas por el Comando Sur, según revelaron funcionarios estadounidenses familiarizados con la planificación.
Conocida esta estrategia, el canciller de Panamá, Javier Martínez-Acha Vásquez respondió a la noticia y reiteró que su país “se mantiene firme en la defensa de su territorio, de su canal y de su soberanía”. Sin embargo, el funcionario descartó la posibilidad de enviar tropas militares al lugar, como medida de defensa.
Ejercicio soberano
“El canal es de los panameños y lo seguirá siendo”, dijo el funcionario, quien recordó en conversación con la prensa local que el paso naviero es operado por los panameños y que en caso de amenaza a su funcionamiento es Panamá y su jefe de Estado, y no una fuerza exterior, el único que puede convocar a otros países para defender la operatividad de la vía fluvial.
La alusión a este ejercicio soberano, viene al caso porque la idea de Trump de incrementar la presencia de tropas norteamericanas en esa zona tendría como objetivo disminuir la influencia de China, especialmente en el acceso al canal.
Trump viene afirmando, desde diciembre pasado, que el canal de Panamá está en manos de China, y así lo ha han reiterado diversos funcionarios de ese país. Además, que el canal estaría administrado por el “Partido Comunista chino”, ese país poseería dos bases militares en sus riberas, los puertos de Balboa y Cristóbal, y estaría cobrándose tarifas altas a los buques norteamericanos que pasan por aquí, según Trump. “Algo grande va a pasar”, ha dejado entrever Trump como amenaza, si Panamá no modifica la situación descrita por él.
Competencia con China
Donald Trump sabe que miente, cuando afirma tácitamente: “El canal de Panamá está siendo operado por China. ¡China!… Nosotros se lo dimos a China. Y ellos (Panamá) han abusado. Ellos han abusado de ese regalo (La Prensa, 13 de enero de 2025).
Y sabe también el presidente de los Estados Unidos que el quid del problema es otro: la política exterior y comercial de Trump intenta ser una respuesta a un proceso objetivo de deterioro económico y político de Estados Unidos, que cada vez más le cuesta competir con la influencia de los capitales chinos.
Esgrimir el garrote contra Panamá hace parte de un proyecto en extremo proteccionista, de cerrar el mercado norteamericano, y por extensión el latinoamericano, a productos chinos que compitan con empresas norteamericanas. La intención es cortar donde pueda el avance de capitales chinos. Estamos frente a una competencia que parece andar hacia una confrontación de bloques económicos parecida a las que dieron origen a la primera y segunda guerra mundiales, recordó hace poco un analista.
Intervencionismo
Para no ir muy lejos, recordemos la virulencia en las declaraciones del secretario de Estado de los Estados Unidos, la semana pasada, cuando criticó el proyecto de construcción del metro de Bogotá, con asesoría y capitales chinos, insinuado que ello podría dar paso a una pronta descertificación de Colombia por parte de Estados Unidos. ¡Semejante grosería intervencionista en los asuntos domésticos latinoamericanos!
Las frecuentes amenazas del presidente Trump producen repudio en la mayoría de la población panameña, cuya historia está colmada de episodios de lucha contra la expoliación y la intervención extranjera de la ruta de tránsito y del canal, en la que intereses imperialistas se fusionan con la casta oligárquica local para saquear los recursos naturales y la fuerza laboral panameñas.
Pero además han desatado una oleada de solidaridad de pueblos y gobiernos latinoamericanos, que reviven los esfuerzos de integración regional alrededor de objetivos comunes. Es lo que ha pasado recientemente con la defensa del canal de Panamá. Fuerzas progresistas latinoamericanas ven en la defensa del Canal, la defensa del continente latinoamericano por construir su propio destino, de manera soberana, sin injerencia extranjera de ninguna índole.
¿Invadirá Trump?
Es lo que han expresado organismos como Caricom, la Celac, el Alba y gobiernos como los de Colombia, México, Brasil, Venezuela, Cuba y otras naciones del continente.
Siendo Panamá un lugar relevante en la geopolítica mundial, a Estados Unidos le preocupa la presencia de China en el istmo, al menos desde 2017, cuando se normalizaron las relaciones diplomáticas entre ambos países. Pero hace décadas que China es el segundo ¿usuario del canal, después de los Estados Unidos, por lo que las relaciones diplomáticas eran una necesidad lógica.
¿Hasta dónde llegará el presidente Trump con sus amenazas? No es del todo claro. En particular porque cada paso que da cuenta con la complicidad del presidente panameño José Raúl Mulino, y de la cúpula oligárquica comercial y financiera local, de reconocida cobardía frente al imperio.
Hay quienes especulan con que Trump alberga entre sus planes la idea de crear una base militar y apoderarse de la zona directamente. Habrá que ver. ¿Se reeditarán los hechos de 1903?
Otros debaten en torno a quién controla el país y quién se beneficia del canal. Un debate que resulta legítimo y necesario.