Durante muchos años estos espacios fueron intervenidos por personas pertenecientes a la clase alta del país. Sin embargo, en la actualidad existen diversos procesos que proponen el diálogo de las comunidades con su patrimonio
Anna Margoliner
@marxoliner
Para comprender el rol de los museos en la actualidad, es necesario remontarse a los orígenes de estos espacios como los conocemos. En la antigüedad las primeras civilizaciones occidentales se preocuparon por recopilar en espacios específicos artefactos que seleccionaban, ya fuera mediante la guerra o con fines rituales funerarios, por ejemplo. Es precisamente en la Antigua Grecia donde aparece la figura del mouseion, un espacio consagrado a las musas en donde se exponían obras de arte.
Durante la Edad Media y la Edad Moderna existían espacios similares, cuyo fin estaba relacionado principalmente con la recopilación de especies vegetales, minerales y arte. La conquista de América significó para la modernidad la recopilación de especímenes desconocidos para Europa, pues eran endémicos de las nuevas tierras conquistadas. De esta forma, estos espacios empezaron a tener una connotación científica, aunque seguían siendo espacios privados.
Connotaciones educativas
Cuando finalizaba la modernidad y se abría paso la contemporaneidad, los espacios museales adquieren connotaciones educativas y, de alguna forma divulgativas en Inglaterra y Francia, respectivamente. Así lo menciona la plataforma Eve Museos: “Se abre el Ashmolean Museum (Oxford, 1683) a partir de las colecciones de John Tradescant y de Elias Ashmole, que se constituirá en el primer museo universitario de la historia –el de la Universidad de Oxford– orientado a la educación y la investigación.
“En París, el ministro de finanzas de Luis XIV de Francia, Juan Bautista Colbert (1619-1683) distribuye la pinacoteca del rey por los palacios del Louvre (1681), Tullerías y Versalles. Esta, junto con los bienes decomisados a las órdenes religiosas y a la nobleza durante la Revolución Francesa (1789), así como por el interés de los ilustrados por la ciencia y la educación, posibilitan la creación del Museo del Louvre el 10 de agosto de 1793, como Museo de la República y Museo Central de las Artes, que fueron sus primeras denominaciones”.
En Colombia
En el proceso de independencia en Colombia estuvo influenciado por las ideas francesas e inglesas con respecto de la consolidación de los Estados-nación. Por lo tanto, adquirieron muchas de las instituciones que se formaron allí.
Una de ellas fue el espacio museal que coincidió con la búsqueda de las riquezas naturales del territorio nacional. De esta manera, el primer museo, el Nacional, “abrió sus puertas al público el 4 de julio de 1824, fecha en que el vicepresidente, general Francisco de Paula Santander lo declaró oficialmente creado. El Museo Nacional se instaló inicialmente en la antigua Casa Botánica, y el día de inauguración exhibió colecciones de zoología, entomología, botánica, mineralogía, paleontología y arqueología; con el transcurso del tiempo a estas piezas se sumaron otras de carácter histórico y artístico”.
En la actualidad, se debate sobre la ley de museos, cuya base más reciente se publicó el año pasado. La Política Nacional de Museos, en la cual se relata que durante: “La segunda mitad del siglo XX fue muy importante dentro de este proceso de redefinición del concepto de museo y de su relación con la sociedad y el territorio en el cual se inscribe. En América Latina aparecen como puntos de referencia importantes la Mesa Redonda de Santiago de Chile (1972) con la concepción del museo integral y la Declaración de Quebec (1984) que genera los principios básicos de la denominada Nueva Museología. En 2007, con la Declaración de Salvador de Bahía, se ratifica la importancia de los museos como agentes de cambio social y su integración activa con las comunidades”.
Igualmente señala la conformación de espacios museales distantes de la intervención e intencionalidad burguesa con que estos fueron concebidos inicialmente, para responder a necesidades culturales y de expresión de las diferentes comunidades y grupos sociales que habitan el país. Así, en Colomba, la práctica de lo que se ha denominado museología social se expresa en los museos comunitarios que inician en la década de 1980 con la creación del Museo Comunitario de Mulaló y el Museo Comunitario de San Jacinto, transformando “el discurso de la representación, es decir, la forma como los sujetos colectivos de base comunitaria quieren ser significados, reconocidos, valorados y dignificados, […] a partir de la visión de la propia comunidad”.
Museos y Mujeres en Colombia
“Históricamente, al menos para el caso colombiano, las mujeres han desempeñado diversos cargos. De hecho, si miramos los rangos, siempre han existido más directoras de museos mujeres que hombres, en cierta parte porque durante mucho tiempo se creyó que la labor museal era una actividad más de carácter ornamental, coctelera. Durante muchas décadas, por ejemplo, en el Museo Nacional era común que el cargo directivo lo asumiera la esposa de alguna figura pública. De ahí en adelante los cargos han sido variados”, dice la historiadora Viviana Arce Escobar, quien estuvo a cargo del área de educación de los Museos Colonial y Santa Clara con respecto a la interacción entre mujeres y museos.
Para Arce Escobar, las mujeres han participado activamente en estos espacios: “siempre ha habido una tendencia a que haya un buen porcentaje de las mujeres, lo que había que entrar es a revisar es en qué y cuáles son las áreas en las que las mujeres se desempeñan dentro del mundo museal. Es más común encontrar, por ejemplo, que la coordinación y el trabajo de las áreas educativas de los museos sea liderado y en gran parte desarrollado por mujeres, mientras que las áreas de curaduría o las de museografía son principalmente de hombres. No necesariamente ha ocurrido así, sin embargo, es más común encontrarse hombres que mujeres. Las mujeres han tenido mayor relevancia”.
En el caso de los museos que son resultado de los procesos comunitarios, en Colombia existen muy pocos y en Bogotá aún menos. “La única experiencia comunitaria museal que conozco es el Museo del Vidrio. Eso es un oficio artesanal liderado principalmente por hombres. Ellos recibieron bastante asesoría por parte de la maestría de museología de la Universidad Nacional y ahí participaron un grupo de museólogas en el diseño de lo que iba a ser el Museo del Vidrio. Ahora, si nos centramos a ver la colección y demás, nos vamos a dar cuenta que predomina el legado artesanal y tradicional de los hombres vidrieros. No obstante, en este momento el Museo del Vidrio es dirigido por una mujer, que es una importante gestora cultural que ha mantenido el espacio a flote a pesar de los inconvenientes”, puntualiza la historiadora.
Diálogo con el patrimonio
Si bien los museos no aparecen con la intencionalidad específica de ser lugares destinados para la investigación o la conservación del arte con miras al establecimiento de un discurso nacional, vale la pena destacar la importancia que tuvo la “democratización” de estos espacios durante la Revolución Francesa y su consolidación como puntos de encuentro en torno a estos fines.
Sin embargo, su rol dentro del engranaje del simbolismo del poder, ha mantenido aislados a ciertos grupos sociales que no se ven representados en estos espacios que, al menos en el caso del Museo Nacional de Colombia, estuvo dirigido durante muchos años por las esposas de personajes destacados en la política, porque seguían siendo pensados para las élites.
En la actualidad, además de los esfuerzos que existen por parte de estas instituciones para ser accesibles a la población en general, existen diversos procesos a nivel nacional que proponen el diálogo de las comunidades con su patrimonio.
