El ruido mediático armado por la filtración de las declaraciones del exdirector de la UNGRD se produce en una de las mejores semanas para el gobierno Petro. Un episodio más en la estrategia de desestabilización
Federico García Naranjo
@garcianaranjo
Esta semana, la atmósfera informativa del país se sacudió con la tormenta provocada por la filtración de una declaración confidencial, ante la Corte Suprema, del exdirector de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), Olmedo López. En ella, López asegura que direccionó contratos por orden de varios congresistas, los ministros de Interior y Hacienda y otros altos funcionarios del Gobierno. Incluso asegura que la UNGRD gestionó contratos con el ELN.
Esta declaración, filtrada ilegalmente por ser parte de la reserva procesal, se suma a las filtraciones de las negociaciones de López con la Fiscalía en busca de un principio de oportunidad. Además, incontables veces López y su subalterno, Sneyder Pinilla, han sido entrevistados por los medios corporativos de comunicación donde, sin contrapreguntas y sin exhibir prueba alguna, han intentado enlodar a numerosos funcionarios.
La gravedad de las declaraciones de López, sin importar si su filtración a los medios fue ilegal, no puede subestimarse. Los organismos de control deben hacer las respectivas investigaciones y castigar a los responsables. No obstante, el ruido mediático no debe hacernos perder de vista que estamos en medio de un golpe blando en marcha y que el lawfare, como táctica jurídica, forma parte medular de la estrategia. Se trata de debilitar al Gobierno señalando a sus funcionarios para crear una sensación de ingobernabilidad y corrupción generalizada. Entonces, ¿qué hay detrás?
Un gobierno eficiente
La pasada fue tal vez una de las semanas que ofreció mejores noticias para el Gobierno y para el país. A la sanción de la reforma pensional, que garantizará un bono para los ancianos más vulnerables y que avanza hacia la cobertura total de los jubilados en Colombia, se sumó el dato del DANE que informa la reducción de la pobreza monetaria y de la pobreza monetaria extrema. La primera disminuyó al 41,2 por ciento y la segunda al 11,4 por ciento. Este logro se debe, entre otras cosas, como señaló el presidente Petro en su discurso de instalación de las sesiones del Congreso, al aumento del gasto público en atención a los más vulnerables y al buen comportamiento de los precios de los alimentos.
Uno de los factores que han impulsado la reducción de la pobreza ha sido los giros directos que el Gobierno está haciendo a las IPS, prescindiendo de la intermediación financiera privada. La eficiente gestión de la ADRES, que ha aliviado la situación financiera de numerosos centros de atención médica, ha repercutido positivamente en la calidad del servicio y, por ende, en la calidad de vida de los usuarios.
A lo anterior se suma el crecimiento económico interanual reportado de 5,5 por ciento en abril y de 2,4 por ciento en mayo. Este crecimiento del PIB, si bien no es igual en todos los sectores, sí es un síntoma de que la economía colombiana recupera la senda de la reactivación. El propio presidente advirtió que sectores como el turismo, los servicios y la agricultura están impulsando el crecimiento, pero que la industria sigue rezagada.
Finalmente, se supo ─o mejor, se ocultó─ la noticia de que Colombia ganó un pleito a la compañía minera multinacional Eco Oro, que exigía el pago de una indemnización de 1000 millones de dólares por la cancelación de un contrato de exploración en el páramo de Santurbán. Por otro lado, se anunció que se llegó a una cobertura del 95 por ciento en la gratuidad en el acceso a la educación superior pública y que más de 10.000 nuevos miembros de las Fuerzas Armadas han podido ingresar gratuitamente a las escuelas de formación.
En resumen, un buen momento para el Gobierno y para el cumplimiento de las promesas hechas en campaña y por las que votó la mayoría del pueblo colombiano. Un buen momento, también, para que la oposición desate un ruido mediático por la filtración de una declaración hecha hace casi un mes. Es decir, tenían la grabación y esperaron la oportunidad para sacarla a la luz pública.
Ruido con Olmedo
El contenido de la grabación, de ser cierto, es escandaloso. No obstante, tanto López como Pinilla han desfilado por los medios y por la Fiscalía sin exhibir pruebas, más allá de chats y pantallazos sacados de contexto. Eso sí, no devuelven la plata que se robaron y para quedar en paz con la ley pretenden pagar cinco años de cárcel más una multa ridícula. La UNGRD ya fue admitida como víctima en el proceso judicial contra estos personajes y el Gobierno aspira a recuperar la mayoría del dinero robado.
Ante estas revelaciones, no está mal que los periodistas investiguen y revelen hechos de corrupción, al contrario, debe ser su papel. En cambio, lo que no es propio del oficio periodístico, y sí de la propaganda política, es utilizar informaciones segmentadas y no contrastadas ─como las declaraciones de Olmedo López─ para crear climas de opinión. No es que lo dicho por Olmedo no sea importante, es que hay noticias mucho más importantes que se ocultan por el ruido producido por la repetición incesante de la noticia de Olmedo en todos los medios y a toda hora.
La petición de perdón a la sociedad hecha por el presidente Gustavo Petro y el reconocimiento de la responsabilidad política que le corresponde, por ser quien nombró a Olmedo en el cargo, es un gesto de autocrítica y, por tanto, de madurez política. De alguna manera, Petro se anticipa, se hace responsable, se adueña de ese espacio del debate (su dignidad no está en juego) y sigue adelante con su propuesta de acuerdo nacional.
Las últimas encuestas de opinión realizadas por el Centro Nacional de Consultoría ─tal vez, la única firma encuestadora seria de este país─ muestran que la popularidad de Petro no disminuye. Es sorprendente. Todos estamos sometidos a una avalancha de información que, dependiendo del algoritmo, nos vende un relato catastrófico de país, pero la gente que votó por el cambio sigue ahí, firme, sin ceder un centímetro. Ese es el lado positivo, la politización de la sociedad que pasó de elegir entre opciones que defendían el mismo modelo de sociedad (liberales y conservadores, por ejemplo), a elegir entre opciones que defienden modelos distintos de sociedad.
Polarización
El lado negativo es que el relato hegemónico de los medios corporativos instala en muchas personas un discurso basado en la rabia, el miedo y el clasismo. Rabia por el deterioro de su calidad de vida, culpa de Petro. Miedo al diferente, al pobre, al venezolano, miedo a perder lo conseguido con esfuerzo porque Petro va a expropiar. Y clasismo porque se construye sobre una lógica de la prosperidad personal sobre aquellos que no son capaces.
Nos queda la pedagogía revolucionaria. Llevar la conversación ─hoy convertida en un intercambio de insultos─ hacia el debate, es decir, hacia la búsqueda de una mejor verdad. Y para eso es fundamental la información veraz y completa. Las tendencias mundiales muestran que tanto el pensamiento crítico como la desinformación avanzan, es decir, hay un aumento de la politización de la sociedad y, a causa de la desinformación, también de la polarización en el debate público. Por eso, el debate sereno, constructivo y fraterno es difícil, pero necesario. Y es cierto, puede ser con tu primo.