Una de las más reveladoras declaraciones en la historia del país se escuchó en la audiencia de William Gacharná, exdirector de la cárcel La Modelo, ante la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP. Confesó la construcción de túneles, fosas comunes, desapariciones forzadas y uso de carne humana para embutidos
Valentina Bolaño Senior
Era 1999 y William Gacharná caminaba altivo por todos los rincones de la cárcel La Modelo. Vistiendo de manera formal, mostraba ser una persona de autoridad y poder dentro del penal, pero los reclusos sabían que eso estaba muy alejado de la realidad. Entre 1999 y 2001, época de director del penal, el control lo tenían los paramilitares quienes fabricaron túneles para escapar y hacer fosas comunes.
“Estoy más que convencido. Nuestro control era mínimo, ellos tenían muchas áreas para poder operar, el área de terreno de La Modelo es un área muy extensa y, señor magistrado, imposible que nosotros, guardianes, pudiésemos capturar todos los túneles que ellos fabricaban”, dijo Gacharná cuando aceptó haber trabajado junto con los paramilitares en su dirección.
La confesión del exdirector abrió nuevamente el debate frente al papel de las cárceles y la corrupción que se vive dentro de ellas, pues no se respetan los derechos humanos de los reclusos. Las volvieron espacios de guerra, de torturas y de corrupción por parte de los directores. Es necesario un nuevo diseño de política carcelaria basada en el respeto de los derechos humanos de los reclusos.
Embutidos, carne molida y dolores familiares
En su confesión, decía que era un espectador de lo que ocurría en la cárcel, sabía de las desapariciones, las torturas y los cuerpos en los túneles, pero nunca investigó sobre eso. Asimismo, con crudeza narró sobre la carne humana y su fabricación como embutidos: “Se hablaba de que a las personas las desaparecían en ácido clorhídrico, las cocinaban en las marmitas del rancho, unas ollas de vapor inmensas, hasta que se deshicieran. Había una microempresa promovida por los paramilitares que era de embutidos, salchichones y carne de hamburguesa que decían que la fabricaban con carne humana”.
Sus declaraciones rápidamente fueron remplazadas en los titulares de las noticias por los incendios forestales en el país. Los crueles actos que pasaron en esos años siguen siendo uno de los episodios más escabrosos en el conflicto armado, por tal razón, el presidente Gustavo Petro reaccionó ante las nulas investigaciones que hacían los directores en el centro penitenciario: “Pavoroso. Los desaparecidos en la cárcel terminaron como carne molida en los expendios”.
Ahora bien, entre incendios y dolores, varios usuarios en internet respondieron a la audiencia reservada, uno de ellos es el firmante de paz Andrés Mauricio Zuluaga, más conocido como Martín Batalla, quien en su cuenta de X comentó que no solo fueron los embutidos con carne humana en La Modelo: “Fui prisionero político en la cárcel de Bellavista, Medellín, en los años 2005 y 2006; un día repartiendo los alimentos del almuerzo nos salió un dedo humano. Se hicieron las respectivas denuncias ante la administración del INPEC, entregando las pruebas correspondientes, pero nunca hubo respuesta; paralelo a esto, los días de visitas femeninas, nos tocaba presenciar ver a madres llorando por no encontrar a sus hijos, los cuales habían visitado apenas hace una semana”.
De igual forma, la concejala de Bogotá, Ana Teresa Bernal, recordó la impactante declaración: “Me veo, ante todo como ciudadana, como ser humano y como mujer, en la obligación moral de condenar enérgicamente los hechos aberrantes que han salido a la luz sobre la situación de los presos en la Cárcel La Modelo. Es inaceptable que se hable de cuerpos picados y prácticas antropofágicas. La vida, según nuestra Constitución Política en el artículo 11, es un derecho fundamental inviolable y el artículo 12 prohíbe tajantemente someter a cualquier persona a torturas o tratos crueles y degradantes”.
Los tiros de gracia
Las declaraciones de Gacharná son fundamentales si se considera que La Modelo fue central en el conflicto armado colombiano. Allí existieron confrontaciones entre la guerrilla y los paramilitares, además de secuestros, asesinatos selectivos, torturas y violaciones al interior del penal.
Uno de estos episodios ocurrió el 20 de abril del 2000, cuando desapareció Carlos Andrés Giraldo al interior de La Modelo, un personaje cercano a los paramilitares. El jueves 27 del mismo mes encontraron su cuerpo descuartizado y en bolsas negras. Esa misma tarde, como retaliación, asesinaron a un paramilitar quien estaba infiltrado para recoger información sobre Popeye y Miguel Arroyave, entre otros.
Desde ese momento se desató la mayor masacre en una cárcel colombiana. El paramilitar José Alberto Cadavid ordenó que se cerrara el centro penitenciario. “Los hombres de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, de los patios tres, cuatro y cinco del ala sur de la cárcel desfilaron con brazaletes negros con las siglas de este grupo al margen de la ley y comenzaron a disparar contra los reclusos del ala cuatro”, relató en su momento El Tiempo sobre la masacre.
Así pues, cuarenta y dos reclusos fueron asesinados con tiro de gracia por los paramilitares. El 28 de abril celebraron y bebieron y fueron hasta el ala norte de la cárcel para enfrentarse a los guerrilleros.
Nuevas políticas carcelarias
Las cárceles necesitan de manera urgente cambios estructurales en sus políticas, estrategias y directivos. El objetivo principal siempre debe ser el respeto por los derechos humanos de los reclusos y de la construcción de una sociedad justa y sin delincuencia. No son espacios de guerra, no son espacios para la corrupción, son espacios para la resocialización.
Se debe procurar no volver a repetir uno de los momentos más crueles en el país: las torturas en las prisiones. Así pues, la JEP defiende la dignidad de los colombianos, revelando los degradantes y perversos actos que sucedieron en el conflicto armado. La JEP poco a poco devuelve la confianza en el Estado y en que sí puede haber justicia y verdad.