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Klaus Fuchs, benefactor de la humanidad

El físico llegó al equipo que daría las últimas puntadas a la fabricación de la bomba atómica, porque Oppenheimer valoraba todos sus aportes teóricos

José Ramón Llanos

Como ya dijimos Klaus Fuchs empezó a colaborar con los rusos desde la época en que vivía en Gran Bretaña. Tan pronto se enteró que se trasladaría a los Estados Unidos a proseguir los trabajos para fabricar la bomba atómica les informó a sus contactos. Entonces le orientaron para que entrara en contacto con Raymond, cuyo verdadero nombre era Harry Gold. En su primer encuentro en USA establecieron las modalidades de los siguientes.

En el segundo encuentro con Harry Gold, Fuchs le entrega información sobre el plan de investigación atómica de Estados Unidos y los puntos ya desarrollados. Le entregó los cálculos matemáticos de la difusión gaseosa, precisamente elaborados por él, considerado el más destacado científico en esa especialidad.

En junio de 1944 Fuchs le proporciona a los científicos soviéticos planos y esquemas de la bomba. Pocos días después les manda un plano con detalles precisos de la planta de difusión gaseosa situada en Tennessee y el programa de los logros del Proyecto Manhattan, así se denominaba en clave el plan para fabricar la bomba atómica.

Desaparición fértil

Los soviéticos y su enlace Harry Gold estuvieron muy preocupados entre junio de 1944 y el otoño de ese año, ya que Klaus Fuchs había fallado al primero y al segundo encuentro de esa estación. Cuando el superior de Gold, Yakovlev se enteró que Fuchs había fallado a dos encuentros pensó lo peor ya que si el FBI hubiera capturado a Fuchs le hubiera sido fácil identificar el rol del consulado ruso en toda la trama de espionaje.

Además, también hubiera descubierto a otros científicos que estaban colaborando en la misma red. Toda la red de espionaje se puso en alerta porque prácticamente Fuchs había desaparecido sin dar ninguna explicación.

Se enteraron que Fuchs salió un día con un gran equipaje. Gold acude entonces, a la hermana de Fuchs que vivía en Massachusetts quien le informa que el había sido trasladado a algún lugar del suroeste y que volvería a encontrarse con ella en la navidad. En realidad, Fuchs había sido ascendido ya que Oppenheimer había considerado que su aporte era esencial para culminar la fabricación de la bomba atómica por ello fue trasladado a Álamos, donde la seguridad se había endurecido. Desde esta posición Fuchs iba a proporcionar información más valiosa sobre la fabricación de la bomba atómica experimental y su explosión en Alamogordo.

En la nueva posición Fuchs les informaría a los soviéticos todos los pormenores de la primera explosión de la bomba atómica, sus efectos devastadores pero una información aún más valiosa les enteró que la bomba atómica ya no sería lanzada sobre Alemania, sino sobre Japón. Como se ve la desaparición de siete meses de Fuchs resultó altamente fructífera para los científicos soviéticos que preparaban su bomba atómica. Esta fue tres veces más potente que las de USA.

La alta formación teórica de Fuchs había hecho que Oppenheimer valorara tanto sus aportes que consideró que debía pertenecer al equipo que daría las últimas puntadas a la fabricación de la bomba atómica. Cuando se presentó un problema de difícil solución para determinar el mecanismo final que desencadenaría la explosión de la bomba, Oppenheimer le pidió ayuda a Rudof Peierls quien aceptó “siempre y cuando pudiera contar en su equipo con Tonny Skyrme y Klaus. [1].

Este hecho lo valora altamente Peter Watson quien comenta: “Los rusos contaban con un espía que además era un matemático de primera clase, en el corazón mismo del programa atómico anglo-norteamericano”. [2]

En la medida en que con el tiempo se identifica más claramente que los generales norteamericanos responsables del uso de la bomba atómica, entre otros Groves, tenían un desconocimiento de la radioactividad, se valora aún más lo positivo que resultó para la humanidad el espionaje de Emil Klaus al facilitarle a Rusia que con prontitud pudiera obtener su bomba atómica.

La irresponsabilidad inhumana de los Estados Unidos con el hombre era de tal magnitud que al ordenar el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki eran ignorantes de los niveles de destrucción de este dispositivo. Por ejemplo, John. J. McCloy subsecretario de guerra dijo: “Cuando lanzamos la bomba, antes de lanzarla y en el momento de lanzarla, no teníamos una idea precisa del daño que causaría”.[3]

Ni la barbarie sirvió para chantajear a Stalin

En el primer artículo con este tema relatamos que tanto Churchill como Truman estaban equivocados al creer que podrían chantajear a Stalin “para forzar a la Unión Soviética a abandonar el sistema comunista y empezar a parecerse a cualquier democracia de corte occidental -por eso Churchill tenía la sensación de estar ante un momento “sublime de la Historia”-.[4]

Pero en realidad por su formación política comunista, por su personalidad, no era posible utilizar cualquier arma por potente que fuera para chantajear a los soviéticos. Stalin y los científicos rusos eran conscientes que en dos o tres años podrían fabricar unas bombas atómicas con más potencia que las de los norteamericanos.

Sabían que los norteamericanos apenas disponían de cuatro o seis bombas atómicas. Pero también sabían que no contaban con los medios de transporte para hacerlas estallar en Rusia. Stalin al enterarse del estallido de las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki conocía las verdaderas razones de los Estados Unidos para lanzar esas bombas por eso opinó:

“La guerra es la barbarie, pero utilizar la bomba A es una superbarbarie. Además, no había ninguna necesidad de utilizarla. ¡Japón estaba condenado!”. Molotov igual que Stalin sabían que las bombas contra Hiroshima y Nagasaki estaban motivadas por el horror de sacrificar al pueblo japonés para tratar de intimidar a Rusia. Incluso estando reunido Stalin en Potsdam le comentó a Beria: “Hiroshima ha sacudido el mundo. El equilibrio ha quedado destruido y eso no puede ser. La bomba A es un chantaje, la forma de hacer política exterior de los norteamericanos”. [5]

El conocimiento de documentos secretos de los militares norteamericanos, las memorias de Churchill y Truman, también los documentos secretos de Stalin les dan la razón a los argumentos y propuestas de Niels Bohr y a las motivaciones de Klaus Fuchs para pasar la información a los científicos rusos que permitieran que rápidamente pudieran fabricar sus armas atómicas para producir el equilibrio entre las armas de los rusos y norteamericanos.

Por eso con el tiempo, el mundo científico y el mundo político han valorado positivamente las propuestas de Niels Bohr y el espionaje de Klaus Fuchs.

Es necesario destacar dos hechos que hablan del científico Emil Klaus Fuchs, los últimos años de su vida los pasó en la RDA como subdirector del Instituto Central de Física Nuclear de Rossendorf, fue miembro del Comité Central del partido y en 1979 recibió la orden de Karl Marx. Había nacido en Manheim en 1911 y murió en 1988 en la RDA.

Watson termina su libro así: “Pero sus delitos y traiciones -los de Klaus Fuchs-, sus arteros engaños, su deslealtad y taimada astucia llevaron al mundo a un paisaje congelado por el terror y, de ese modo, nos salvó a todos del desastre”.

1[1] Peter Watson, Historia secreta de la bomba atómica. Editorial Planeta S.A. Colombia. Noviembre de 2020. P 358

2[2] Ibid. P360

3[3] Ibid P. 379

4[4] Ibid. P 385

5[5] Ibid. P, 385

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