martes, abril 16, 2024
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“Kutamba era un constructor de utopías”

En Granada, Antioquia, asesinaron al activista del Pacto Histórico, Julián David Ochoa. El joven se destacaba en su territorio por un abnegado liderazgo en defensa de la naturaleza. Amigos de la víctima exigen justicia

Yessica Arandia

Los órdenes de la guerra que se han desarrollado en el país tienen la lamentable consecuencia de regular los asesinatos a líderes y lideresas sociales, el juvenicidio y la violencia estatal. Estos están incrustados en las entrañas del país y son propios de la desigualdad que causa el capitalismo en su configuración territorial particular, difíciles de confrontar en términos de construcción de paz, puesto que implica la superación de por lo menos dos siglos de violencia.

A una semana de las elecciones presidenciales, donde Gustavo Petro y Francia Márquez ganaron gracias entre muchas cosas, a su proclama de un cambio por la vida, se ha conocido el asesinato de dos integrantes del Pacto Histórico: el testigo electoral Roberto Rivas asesinado el mismo día de elecciones en Guapi, Cauca, y el del joven Julián David Ochoa, activista del movimiento político en Antioquia asesinado el 27 de junio.

A propósito de haber documentado aquí la persecución y represión contra jóvenes participantes del paro nacional y líderes sociales de territorios como el Cauca, en el presente escrito se tiene la oportunidad de dialogar con Kanábico Objetor, líder del Pacto Histórico en el departamento antioqueño y antimilitarista, amigo y compañero del joven asesinado más conocido por su nickname en sus redes sociales “Kutamba Kizirimbembe”.

El riesgo de ser líder/esa social

Según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, Indepaz, desde la firma del Acuerdos de Paz han sido asesinados 1.327 líderes, lideresas sociales y defensores de los derechos humanos en diferentes territorios de Colombia. En los informes de 2022 del instituto se reporta que hasta el momento han sido víctimas de homicidio 89 líderes y lideresas y 21 firmantes de la paz.

Se ha dicho también que, desde el estallido social de 2021, han sido asesinados 83 jóvenes. Otro informe de Indepaz documenta que se han ejecutado en 2022 por lo menos 44 masacres y sumando desde 2020 se tiene la cifra de 231, con un total en los últimos tres años de 877 víctimas1. Todo durante el gobierno saliente de Iván Duque y bajo el orden de guerra que sigue imperando en diversas regiones del país.

Como lo ha afirmado a nivel internacional el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y otras organizaciones internacionales, Colombia es el país con menos garantías para ejercer la labor de líder social y defensa de los derechos humanos. La cantidad de asesinatos denota una crisis humanitaria que merece atención constante y urgente. Lastimosamente a Julián David le correspondió engrosar las cifras por ser un líder social, un defensor de la naturaleza y ejercer su militancia política en el oriente antioqueño.

Defender la tierra y los ríos

Con este tweet, la representante electa Luz Marina Múnera denuncia el asesinato del activista del Pacto Histórico

La región oriental del departamento de Antioquia (como por ejemplo sucede en Urabá) tiene la lamentable connotación de ser un territorio en disputa ambiental, entre otras situaciones, por la ejecución de megaproyectos de infraestructura (como proceso de industrialización) y de explotación de recursos naturales, con una conflictividad armada fuerte. Desde los años ochenta hay presencia armada de las FARC-EP y el ELN, y desde los noventa ha imperado la influencia paramilitar, agudizando la violencia en el territorio.

En medio de este contexto, Julián David Ochoa desarrollaba su labor social como defensor ambiental en el municipio de Granada, desde donde se oponía a proyectos de extractivismo y fundamentalmente trabaja realizando pedagogía, ingresando desde el año pasado al movimiento Pacto Histórico.

Según Kanábico, “David Kutamba como lo conocí hace alrededor de nueve años, fue un joven interesado en la defensa del medio ambiente, de los ríos de la madre tierra, con un discurso muy arraigado en la defensa de la tierra como un espacio soberano que por derecho a todos los seres humanos nos pertenecía. Cuando él empieza a visitar algunos procesos organizados de juventud en la zona nororiental de Medellín, donde conoce al colectivo Claus Nariz Obrera, empieza un trabajo como activista ambiental”.

Despedir a un joven líder social

“Desde las organizaciones sociales y desde el Pacto Histórico, desde la gente que conocimos y trabajamos con Kutamba le exigimos a la institucionalidad celeridad para que puedan esclarecer los hechos y puedan darles rostro y nombre a los autores de este vil asesinato”, afirma Kanábico.

Con respecto a los móviles del asesinato de Julián David, continúa: “No sabemos con certeza quien está detrás, pero sabemos que en la zona del oriente antioqueño predomina un fuerte control territorial por parte de grupos paramilitares que se disputan con algunos residuos de disidencias de las FARC y con algunos sectores de milicias del ELN en algunas zonas.

Desde el Pacto Histórico, fui yo quien inicialmente hice pública la denuncia de que había sido asesinado un activista del Pacto en Antioquia, en un pueblo que está plagado de paramilitares que campean a la sombra de las fuerzas militares del Estado. El Pacto se pronunció a través de la congresista Luz María Múnera quien ha pedido de manera pública se tenga prioridad para que exista una investigación seria”.

Tener que despedir a otro joven, a otro líder social además de doloroso, implica conocer su labor política y hacerle memoria, con ello Kanábico finaliza: “A David, sobre todo, le reconozco su trabajo, su voz, su rebeldía, y su labor en la defensa de los derechos humanos y recursos naturales, era una voz rebelde en contra de la explotación minero-energética, un joven de 30 años que dejó una hija. Ese era el ‘rasta’, el parcero y el compañero de construcción de utopías, era un constructor de utopías por un mejor país”.

El mensaje del líder del Pacto Histórico en Antioquia es concreto: “Es urgente decirle a este país que aquí no nos podemos seguir matando por la forma de pensar, y que lo que buscamos a propósito del gobierno electo, es un Acuerdo por la vida, por la dignidad y la justicia social”.

1 Indepaz (2022). Masacres en Colombia durante el 2020, 2021 y 2022. Observatorio de DDHH, conflictividades y paz.
2 PNUD (2010). Oriente antioqueño: análisis de la conflictividad. Área de paz, desarrollo y reconciliación.

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