domingo, junio 16, 2024
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Defender la alegría

Jaime Cedano Roldán

Nada más oportuno para el complejo momento político de Colombia que la convocatoria de la Asamblea Nacional por las Reformas, la Paz y la Unidad, anunciada esta semana en rueda de prensa en la Plaza de Bolívar, por parte de voceras y voceros de significativos procesos sociales.

El encuentro no solo es oportuno y necesario ante la existencia de los desestabilizadores planes que existen contra el gobierno, y el llamado que hace el presidente Gustavo Petro al pueblo colombiano de que, ante los ataques a las reformas sociales, es necesario defender esos cambios en las calles y a fortalecer, como se plantea en la convocatoria, la construcción del sujeto político que impulse las transformaciones más allá de los acuerdos electorales, e incluso, de las reacciones que requieren los planes y movilizaciones de la derecha desestabilizadora.

Muy positiva la imagen que observamos en la rueda de prensa de la Plaza de Bolívar en la que se anunció la Asamblea Nacional. Imagen de unidad y de convergencia política y social, aunque se escucharon voces que llamaban la atención sobre la necesidad de ampliarla con la vital presencia de las organizaciones y plataformas de las mujeres, de la juventud popular, de la gente de los barrios y de los territorios, esenciales hoy y determinantes en la larga historia de movilizaciones que condujeron a la conquista del primer gobierno popular en la historia de Colombia. La Asamblea es para defender los cambios, para opinar e incidir sobre ellos y para definir el rumbo, con mirada larga, del devenir político y social del país. El llamado en la Plaza de Bolívar fue claramente unitario. Invita a la diversidad política, social y territorial del país a apropiarse de la convocatoria, sabiendo que no se está en el comienzo de un proceso, sino en la continuidad de los encuentros y diálogos regionales realizados por todo el país sobre los caminos posibles de la convergencia unitaria, democrática y popular que se necesita.

La Asamblea plantea claramente la contradicción fundamental del momento, la disputa con las fuerzas más reaccionarias del país, que pasa por la defensa del gobierno del cambio y su apuesta por la construcción de una Colombia diferente a la que hemos conocido durante 200 años. La defensa de la institucionalidad democrática no es para que se mantengan los mecanismos y formatos de poder de toda la vida, sino para que haya un proceso constituyente plenamente democratizador de esa institucionalidad que hoy genera privilegios, exclusiones y el corrupto enriquecimiento de quienes mantienen secuestrada buena parte Estado.

Un encuentro para avanzar en la batalla de ideas contra las tesis políticas reaccionarias y las aventuras golpistas, y también en las autocríticas necesarias.

Como diría Mario Benedetti, un encuentro para defender la alegría como un derecho. Defenderla de dios y del invierno, de las mayúsculas y de la muerte, de los apellidos y las lástimas, del azar, y también de la alegría.

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