domingo, mayo 12, 2024
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Barrio San Francisco de Cartagena: Tres alcaldías y todavía en escombros

Las sucesivas alcaldías de Cartagena han sido tan pasivas como antes en cuestión de suelo y de urbanismo, como no sea para construir grandes condominios especulativos para multimillonarios nacionales o extranjeros.

En pocas horas el barrio San Francisco desapareció; 1.200 familias quedaron en la calle.
En pocas horas el barrio San Francisco desapareció; 1.200 familias quedaron en la calle.

Libardo Muñoz

El 13 de agosto de 2011, 1.500 casas de las lomas de San Francisco fueron tragadas por profundas grietas que se abrían paso frente a las miradas horrorizadas e incrédulas de sus habitantes, familias que en los últimos 40 años levantaron paredes y techos con recursos precarios y grandes esfuerzos.

En pocas horas, como si se tratara de las fauces de un monstruo invisible, lo que fue un barrio activo, dicharachero y alegre en medio de las privaciones de lo elemental, desapareció, y 1.200 familias quedaron en la calle, expuestas al sol y a la lluvia.

Algunos enseres, trastos de cocina, electrodomésticos, muebles, ropa y gallinas fueron rescatados a las carreras por las familias de San Francisco, para las que comenzó un peregrinar menesteroso por un laberinto de oficinas y funcionarios sin capacidad política y administrativa para atender la emergencia.

San Francisco se levantaba en las estribaciones occidentales del cerro de La Popa, albergue de una gran franja de la pobreza de Cartagena. Padres de familia, mujeres cabeza de hogar, obreros, fueron edificando sus casas como pudieron, sobre antiguos botaderos de basuras, muchos años antes de la aparición de los llamados rellenos sanitarios, marginados por los altos costos de la tierra urbana que en Cartagena tienen proporciones absolutamente demenciales, al alcance sólo de los ricos. Ese fue el San Francisco de los primeros pobladores, hoy abuelos o ya fallecidos. La falla geológica en la que se hundió San Francisco fue acentuada por las fuertes lluvias de fines de 2010, cuando cayó sobre Cartagena en una semana, toda el agua de un periodo de invierno completo.

El presidente Santos y la primera dama se hicieron fotografiar en medio de las ruinas de San Francisco, cargaron recién nacidos y abrazaron ancianos, es decir, lo de siempre cuando la pobreza da hasta para montar un espectáculo.

Sin soluciones

Pero la solución nunca llegó a San Francisco después de tres alcaldías, como lo denuncia hoy una delegación de antiguos habitantes del barrio. Todos los vecinos de San Francisco buscaron albergue donde parientes o amigos, otros volvieron a armar como pudieron techos con pedazos de zinc, se produjo un estallido social que dispersó familias, rompió lazos de unión y de hermandad vecinal, creó una tragedia silenciosa, que se agregó al ofensivo marginamiento que se ve de bulto en la Cartagena popular, la del 36% de pobreza.

En Cartagena de manera oficial no existe en el momento un proceso de suelo urbano que permita producir vivienda de interés social, rótulo creado por el capitalismo salvaje, para hacinar pobres, donde, como lo dijo el poeta Luis Carlos López, la cocina queda al lado de la letrina.

Las sucesivas alcaldías de Cartagena han sido tan pasivas como antes en cuestión de suelo y de urbanismo, como no sea para construir grandes condominios especulativos para multimillonarios nacionales o extranjeros.

Para comprobar lo anterior basta pasar por las tierras del norte, más allá de La Boquilla o Punta Canoa, sembradas de torres de cristal, verdaderos sueños de la elegancia y la comodidad levantados a gran velocidad.

El llamado Plan de Ordenamiento Territorial de Cartagena es un instrumento más de la corrupción para orientar y planificar las construcciones según le convenga a los poderosos del capital. Eso puede resumir la desgracia de San Francisco, un barrio de pobres.

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