Nury Martínez (*)
El Instituto Colombiano de Antropología e Historia, ICANH, en el 2018, presentó un documento titulado Conceptualización del campesinado en Colombia, en él define “Campesino: sujeto intercultural, que se identifica como tal, involucrado vitalmente en el trabajo directo con la tierra y la naturaleza, inmerso en formas de organización social basadas en el trabajo familiar y comunitario no remunerado o en la venta de su fuerza de trabajo”.
En el actual gobierno del cambio, y de acuerdo con las dimensiones planteadas desde la conceptualización del campesinado, es necesario mencionar que desde organizaciones campesinas como FENSUAGRO, en la dimensión territorial permanece constante el desafío de la distribución de la tierra y la implementación de proyectos productivos basados en la agroecología; hasta la fecha siguen siendo pocos los campesinos que poseen la cantidad de tierra adecuada para garantizar el desarrollo pleno de su vida en el campo.
Colombia es uno de los países más desiguales en términos de distribución de la tierra en América Latina. Según datos del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC), el 0,4 por ciento de los propietarios concentran el 61 por ciento de la tierra productiva del país, mientras que el 69 por ciento de los propietarios poseen apenas el cuatro por ciento de la tierra. Por tal razón, es necesario hacer énfasis en que en estos datos se está hablando de las personas propietarias, sabiendo que existen también importantes desafíos en materia de titularidad y que una gran parte del campesinado colombiano no tiene tierra.
Un desafío de gran importancia para hacer que la estructura del Estado, el aparato burocrático, trabaje en función de la legislación agraria para hacer que los factores contemplados en el reconocimiento del campesinado como sujeto de derecho, y la declaración de los derechos del campesinado y otras personas del campo, puedan resultar en muchas más acciones concretas, en el menor tiempo dentro de los territorios campesinos.
Las organizaciones como FENSUAGRO tienen claro el papel que hay que seguir desempeñando para darle más estructura en el espacio legislativo a la serie de proyectos, decretos, normas, leyes que ayuden a que el campesinado, y la demás población rural, tenga garantía de derechos. Se requiere un cambio en la narrativa dominante sobre la agricultura y la alimentación, reconociendo y valorando el papel esencial del campesinado en la construcción de sistemas alimentarios.
Podemos construir un país donde el campesinado sea reconocido como sujeto social de derecho desde las acciones en los distintos territorios, garantizando de esta manera el empoderamiento como protagonistas de algo tan fundamental dentro del derecho a la alimentación, y donde se reconozca su papel central en la construcción de un futuro cimentado desde la reforma agraria integral y popular, la unidad entre los pueblos y la necesidad geopolítica de poder gozar de una soberanía alimentaria. Para lograr esto, es fundamental que tanto personas de la ciudad como del campo unan esfuerzos en el reconocimiento y defensa de los derechos. ¡Derechos campesinos ya!
Presidenta de FENSUAGRO. Las ideas expuestas en esta columna hacen parte de la construcción colectiva en FENSUAGRO (*)