Gabriel Becerra Yáñez (*)
El país transita por un período de agudización de la confrontación social y política que, difícilmente, como tendencia va a cambiar en el corto y mediano plazo.
Tampoco sorprende que así sea, pues es la consecuencia lógica de proponerse cumplir con el Programa de gobierno mediante proyectos de reformas sociales que buscan cambiar en algunos aspectos estructurales las relaciones laborales y garantizar los derechos a la pensión, la salud y la educación, en el segundo país más desigual de la región.
No hay nada más peligroso en el contexto del régimen colombiano actual que querer desmontar privilegios de las elites empresariales y políticas, como los que hoy detentan reducidos conglomerados económicos en la salud, las pensiones, la propiedad de la tierra, el mundo del trabajo y, en general, todo aquel aspecto de la vida en la cual la mercantilización durante los últimos 40 años se ha venido imponiendo como un credo incuestionable.
El presidente en la primera reunión que sostuvo con la bancada electa y los voceros de los partidos del Pacto, por allá en julio de 2022, resaltaba a propósito de los desafíos que se venían para el proyecto político, esencialmente la idea de las reformas y el acuerdo nacional. Decía, en líneas gruesas, que “la tarea principal debería ser en este momento histórico ayudar a democratizar. Reformar es democratizar la economía, la tierra, el acceso a los derechos sociales, la política, la paz total, de ahí que las reformas sean el cambio, y para ello, lo mejor es trabajar un Acuerdo Nacional”. También propuso en aquel momento la idea del partido único hoy en discusión.
Fue en esta perspectiva que, por encima del nombre de Alexander López, apoyó el de Roy Barreras para que fuera presidente del Senado y el Congreso durante la primera legislatura, tejiendo alianzas con los partidos declarados en su momento de gobierno, período en el cual se avanzó en leyes importantes, pero no en reformas estructurales.
Y, en ese momento, también advirtió en una corta frase que subrayé en apuntes, lo siguiente: “A no ser que la derecha se desate…” y advirtió en el contexto de la región la experiencia y el riesgo del golpe blando y lo ya vivido en la Alcaldía de Bogotá, donde el procurador ultraconservador Ordoñez lo destituyó.
Una parte de las elites y las derechas están desatadas, no solo en Colombia sino en la región, nunca han dejado de estarlo. Y la respuesta a esta amenaza, que no es simplemente contra el gobierno, el presidente, el proyecto político de cambio y la perspectiva de una salida democrática a la crisis estructural, no puede ser otra que ayudar a potenciar la fuerza organizada, unida, amplia y movilizada del pueblo, su poder soberano y constituyente.
Quienes busquen no tomar partido ante esta disputa, podrán como en otras historias y países, terminar del lado equivocado, en el mismo anden con la reacción.
(*) Representante a la Cámara por Bogotá, Pacto Histórico