miércoles, mayo 1, 2024
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Ética y dignidad de un preso político

Luis Carlos Domínguez Prada*

He recibido de la Penitenciaría de La Dorada (Caldas) una carta del prisionero de guerra Leonardo Chaux Hernández. Y esa carta, a la manera de la prueba reina que un juicio político demandara sobre el estado de conciencia, la firmeza ideológica y la convicción revolucionaria de un militante, habla con creces de esos tópicos. Lo más admirable, en medio de las condiciones de horror en las que el Estado recluye a quien sabe su enemigo, a despecho de su propia normatividad y de su discurso sobre la legitimidad moral y política de la dominación que ejerce. Son condiciones de ignominia que -ilusos que somos algunos- pensaríamos no se compadecen con la identidad de género que en últimas se comparte.

Leonardo Chaux Hernández, poco después de ser capturado
Leonardo Chaux Hernández, poco después de ser capturado

¿Qué dice Leonardo Chaux Hernández? A propósito de una visita que quien esto escribe hizo a esa penitenciaría acompañando una misión parlamentaria a las cárceles del país cuyo propósito era hacer un diagnóstico de la situación de los presos políticos, así como recabar de ellos ideas constructivas con relación a los diálogos de paz Gobierno-FARC, a propósito de esa visita repito, llevé algunos ejemplares del semanario VOZ y de la revista de análisis político Taller que edita el Partido Comunista y de la cual soy director.

Tal el antecedente. Y estos, apartes de la carta:

“…Por todo ello y acuciado por la máxima necesidad me animo a solicitar por su intermedio a quienes corresponda de la casa editorial de VOZ, para que si pueden me fíen una suscripción anual más la de Taller. Yo les garantizo que el año entrante (noviembre 2013) al recobrar mi libertad honraré cumplidamente la deuda más los importes de envío.

De antemano le agradezco camarada que comprendo y acepto, si el resultado de esta petición -¿inaudita?- resultara improcedente.

Aquí en este patio hay compañeros que sé a pie juntillas que me harían ese favor. El asunto con ellos (narcos), es que no hacen favores. Compran voluntades y por eso no recurro a ellos.

Camarada, disculpe este abuso inducido por el imperio de la necesidad y atenuado por mi esperanza de su comprensiva solidaridad.

Con mis mejores deseos por su pleno bien,

Abrazo fraterno

Simón Bernate.

Nota: La revista que me dejó Ideas para la Paz nos ha resultado fundamental para ahondar nuestra mejor comprensión de la superestructura agraria para desde la clandestinidad o desde la legalidad crear pensamiento crítico y ganar voluntad de acción de nuestros bien amados hermanos campesinos.

Hasta siempre”.

¿Qué decir de una misiva tal? Que tiene reminiscencias de Miguel Hernández, de Antonio Gramsci y hasta de los clásicos españoles. Y que sobran las palabras. Tal vez, apenas aproximadas, las del título de esta nota en modesto reconocimiento de la mística y pundonor de las que da fe el remitente, mismas de los miles de presos políticos que atiborran las prisiones colombianas.

* Miembro de la Comisión de Solidaridad del Departamento de Derechos Humanos del Partido Comunista.

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