martes, abril 30, 2024
InicioEdición impresaDenis Diderot: a tres siglos de su natalicio

Denis Diderot: a tres siglos de su natalicio

Hernán A. Ortiz Rivas

El 5 de octubre se cumplieron 300 años del nacimiento de un hombre de un gran talento, Denis Diderot, oriundo de París, de familia pequeño burguesa, precursor ideológico de la revolución francesa de 1789, hijo esclarecido de la Ilustración, una de las personalidades más prestigiosas en el Siglo de las Luces, autor de una obra voluminosa, desconcertante tanto por su diversidad como por su profundidad, en temas de filosofía, literatura, matemática, arte, novela, cuento, drama, ensayo, tradición, director de una empresa cultural de suma importancia, un monumento espiritual en todos los tiempos: La Enciclopedia de las Ciencias, las Artes y los Oficios, empresa que congregó a los mejores intelectuales europeos, a la cual Diderot dedicó 1.259 artículos.

La Enciclopedia fue la máxima obra del racionalismo militante en todas las ciencias sociales y las naturales del momento; no hubo conocimiento científico, literario, artístico, etnológico que hubiese escapado al interés recopilador y hermenéutico de sus autores, liderados por Diderot.

Hegel y Marx valoraban sus obras

Hegel valoraba en alto grado las obras de Diderot, especialmente El sobrino de Rameau, citado con mucho afecto en su Fenomenología del Espíritu. Otro tanto le ocurría a Marx, al decir en una entrevista que Diderot era su autor favorito en prosa. En la actualidad, el gran pensador francés no tiene el mismo prestigio de su tiempo; sin embargo, continúa figurando en la historia del pensamiento humano, como escritor de primera línea.

Por la naturaleza de este artículo, solamente vamos a recordar unas pocas actitudes culturales de Diderot, de plena vigencia en nuestra cultura. La primera se relaciona con su crítica a la religión, su ateísmo. Otra tiene que ver con su posición frente a la monarquía, el Estado, los derechos, y la tercera se refiere a su anticolonialismo.

Diderot fue un ateo convencido, que iba más lejos que Spinoza, al pregonar que Dios era la naturaleza. Diderot negaba la existencia de Dios, al que consideraba una trampa para engañar al pueblo, lo mismo que la creencia en el alma separada del cuerpo, única realidad, llena de vida, mientras que la primera ha sido creada por mentes fantásticas.

Su teoría política

La teoría política de Diderot no se apartaba de la predominante en su tiempo, que partía de la diferencia entre un humano natural, sin soberano, con igualdad e independencia, y un ser social en medio de subordinación de varias condiciones. El primero pertenecía a la prehistoria y el segundo a la antigüedad hasta llegar a su tiempo. A este último se llegó mediante un “pacto que se aproxima, une y liga entre sí una multitud de seres anteriormente aislados”. El Estado es una sociedad civil en la cual una multitud de humanos se unen, bajo la dependencia de un soberano, para gozar de protección, seguridad y felicidad, que faltaba en el estado de naturaleza.

Para Diderot, el Estado debe oscilar entre una monarquía a la inglesa y el despotismo ilustrado, esto es: una monarquía moderada. A pesar de sus críticas a la monarquía y el Estado absoluto, al final de sus días fue admirador de Catalina de Rusia, quien le compró la biblioteca y lo protegió en varias ocasiones. A esta reina le recomendaba que un Estado no debiera ser gobernado por las sotanas, sino por las ideas, a la tecnología “se la tiene que reducir a dos hijas”, le decía. El Estado para su progreso siempre tiene que basarse en las leyes económicas del comercio, la agricultura, la industria.

Su anticolonialismo

Otra actitud admirable de Diderot fue su anticolonialismo, frente a todos los imperios europeos de su tiempo, particularmente Inglaterra, Portugal y su patria, imperios que habían extendido sus dominios al África, Asia, América. Sus protestas se dirigían contra la trata y la esclavitud de los negros en África, a quienes los imperialistas explotaban sin compasión.

Diderot intercedía ente los reyes europeos para frenar los tratos crueles, la explotación sin límites de las colonias de Asia y América, cuyo levantamiento saludaba con mucho entusiasmo, especialmente los de América del Norte, donde se iban a establecer los Estados Unidos. El anticolonialismo de Diderot era un canto a la libertad, la igualdad y la dignidad de los pueblos del mundo, posiciones muy valiosas en un intelectual del siglo XVIII, que reprobó los saqueos, despojos y rapiñas de los imperialistas en las colonias del África, Asia, y América.

RELATED ARTICLES

Most Popular

Recent Comments