sábado, febrero 8, 2025
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Columna libre: El fallo sobre la adopción

La tradicional mojigatería reinante en Colombia pondrá de su parte para complicar la aplicación de esta sentencia y procurar que la homofobia de hoy se extienda mañana hacia sus hijos.

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Rodrigo López Oviedo

Cada vez es mayor la preocupación por el deterioro sistemático a que viene siendo sometida la Constitución Nacional y el detrimento que en consecuencia sufre una de las más amplias cartas de derechos del continente.

Aunque en algunas ocasiones la Corte Constitucional ha mostrado disposición a cumplir su función, que no es otra que la de defender la Constitución, han sido más las veces en que ha sido tolerante ante esperpentos jurídicos de todo tipo, como aquel conocido acto legislativo que creó la llamada Regla Fiscal, a través de la cual se permitió al Gobierno que supeditara su obligación de atender los derechos de la población a consideraciones presupuestales. En la práctica, la Regla Fiscal vació la Carta de sus contenidos más importantes.

Pero, el pasado cuatro de noviembre, esta Corte le regaló al país una nueva excepción a su actitud permisiva al salir en defensa de las parejas homosexuales y determinar que al momento de definirse una adopción, estas parejas no pueden ser objeto de ninguna discriminación derivada de tal condición, lo cual implica que deben ser tratadas igual que a parejas heterosexuales.

Esta decisión va de la mano con abundantísimos hallazgos científicos que han llevado a la comunidad científica, especialmente a sicólogos y sexólogos, a emitir pronunciamientos acerca de que jamás un niño podrá afectarse en su sicología o en su moral por la sola orientación sexual de quienes lo acojan en adopción, lo cual hace infundado argüir que en interés de los derechos del niño, deba proscribirse toda posibilidad de que sea adoptado por parejas del mismo sexo, que sería tanto como creer que estas no tienen también derechos, entre otros al de ver reforzada su unión conyugal con la presencia de un nuevo ser, al cual brindarle mancomunados sentimientos de amor y protección.

Por supuesto que la tradicional mojigatería reinante en Colombia, de la cual ya dio muestras la directora de Bienestar Familiar al señalar que no aplicará el fallo hasta no conocerlo en su integridad (después dirá que hasta no hacer los aprestamientos institucionales necesarios, o dará cualquier otro pretexto para seguir por el camino de la discriminación que tanto ha golpeado a estas parejas), esa tradicional mojigatería pondrá de su parte para complicar la aplicación de esta sentencia y procurar que la homofobia de hoy se extienda mañana hacia sus hijos.

Por eso es necesaria una Constitución enunciativa, como la actual, pero también verdaderamente garantista de los derechos y conveniencias populares, como nunca la hemos tenido, y con suficientes mecanismos que dificulten su sometimiento a regresivas reformas, como las que han deteriorado la que se escribió en el 91.

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