miércoles, mayo 1, 2024
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El Octavo Congreso del PCC: Inicio de la senda leninista

José Ramón Llanos

La construcción del Partido Comunista Colombiano, ha sido obra de la lucha tesonera y valiente de los miembros de la dirección, de la militancia y del apoyo del pueblo nuestro, a lo largo de 83 años. En ese lapso la organización ha soportado la persecución cruenta y sistemática de la extrema derecha y también de algunos sectores del partido liberal. Incluso durante algunos años la persecución de la iglesia católica.

El Partido Comunista Colombiano nunca más abandonó la senda del marxismo-leninismo, entendiendo su carácter creador, no dogmático y de aplicación concreta a la realidad colombiana.
El Partido Comunista Colombiano nunca más abandonó la senda del marxismo-leninismo, entendiendo su carácter creador, no dogmático y de aplicación concreta a la realidad colombiana.

Debemos reconocer, además, que en los años cuarenta la dirección del Partido en cabeza de Augusto Durán, bajo la influencia del browderismo, desorientó la acción partidaria, puso en peligro la existencia misma del PCC y diseñó políticas y acciones que reñían con los principios y las tácticas de un partido revolucionario. Las consecuencias de estos errores no se hicieron esperar: “el brusco descenso, afirmaba Gilberto Vieira, de la votación de nuestro partido en las elecciones de concejales hizo visibles las consecuencias del revisionismo que había debilitado nuestra lucha por las reivindicaciones proletarias…”.

Ante el deterioro de la influencia de los comunistas en el movimiento sindical y popular, las bases del partido exigieron cambios de la política y de la táctica de lucha. La dirección duranista apeló al autoritarismo y a procedimientos antileninistas para continuar con sus acciones erráticas, sin embargo, en diciembre de 1945, durante el III Congreso del Partido, se presentó y discutió el informe llamado “Los errores de Browder y su reflejo en Colombia,” con ese debate se inició el desmonte parcial de las políticas revisionistas y oportunistas, pero no se pudo derrotar y erradicar las orientaciones del duranismo.

El Cuarto Congreso, reunido en mayo de 1946, respondió al clamor de las bases que pedían más democracia interna y una política más radical frente al gobierno de Mariano Ospina Pérez. Mas el grupo de Augusto Durán saboteaba la nueva política y los intentos de fortalecer la línea leninista, mediante el fraccionalismo, por lo cual el Comité Ejecutivo, con apoyo de la militancia convocó, un Congreso extraordinario para resolver los problemas que entrababan el funcionamiento del Partido.

El rescate del Partido

El 17 de julio de 1947, se reunió el Quinto Congreso del PCC en Bucaramanga, es probablemente el evento partidario de más radical y profunda confrontación ideológica en la casi centenaria historia de los comunistas colombianos. La peligrosa coyuntura caracterizada por la naturaleza retardataria del sector de la burguesía que representaba el presidente Ospina Pérez, exigía un Congreso unitario de los comunistas, elaborando una política que blindara al Partido ante los riesgos de una persecución cruenta y bárbara.

El debate enfrentó a la minoría derechista y oportunista, que practicaba el fraccionalismo y la mayoría del Partido que defendía la necesidad de “una reconstrucción leninista de la organización”. Finalmente se impuso la racionalidad revolucionaria y el Congreso a la par que aprobó la naturaleza antiimperialista y agraria de la revolución colombiana, restituyó el nombre de Partido Comunista, a la organización. También se aprobaron críticas a las tendencias extremo izquierdistas y seudorrevolucionarias que pretendían ocultar la falta de trabajo con una fraseología altisonante.

El Quinto Congreso aprobó nuevos Estatutos y un Programa, que a decir verdad, tenía muchas falencias e imprecisiones al caracterizar la situación económica y social del país. En cambio, la Declaración Política tuvo dos grandes aciertos: la crítica a la colaboración liberal con el gobierno conservador y el talante antidemocrático, autoritario y represivo de Mariano Ospina Pérez. La historia demostró lo acertado de esa valoración.

Por la senda leninista

Los primeros aciertos en la identificación de los rasgos de una situación política, como consecuencia de la aplicación de marxismo leninismo, los encontramos en la definición de la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla, cuando el partido liberal y la prensa de ese partido, contribuyeron a la pasividad del pueblo, creyendo que ese gobierno de facto garantizaba la democracia y la convivencia en nuestro país.

El PCC, en cambio llamó al pueblo y a los sectores no comprometidos con la dictadura a la formación del Frente Democrático, para facilitar la unidad de acción de la clase obrera. También orientó al Partido para que organizara la “autodefensa de masas contra la violencia oficial y reaccionaria.”

La consolidación de la organización y su carácter marxista leninista, se inicia en el 19 Pleno que discutió en la clandestinidad en agosto de 1956, en el segundo punto del orden del día el Proyecto de Programa, que debía reemplazar el Programa vigente que había sido aprobado en el Quinto Congreso. De igual manera el Pleno propuso oponer al “Frente Civil de la burguesía,” el Frente Nacional y Democrático contra la Dictadura, apoyado en cinco puntos programáticos.

Pero en realidad la discusión más enjundiosa y profunda sobre el Programa del Partido se dio en el seno del Octavo Congreso (1958), que empezó ratificando lo que había aprobado el 19 Pleno: “sin un programa justo y científicamente concebido no es dable al Partido trazar ni principios estratégicos acertados ni orientaciones tácticas que nos permitan utilizar en cada momento, en beneficio del pueblo colombiano, las nuevas situaciones que los cambios van trayendo”.

Finalmente, el Congreso decidió aprobar el Informe Presentado por Álvaro Vásquez, en el cual se afirmaba que el Programa discutido no expresaba “un conocimiento profundo de la compleja realidad nacional”. Por tanto, no debía ser considerado sino como una declaración programática.

A pesar de las limitaciones anotadas, este documento contenía una certera valoración del imperialismo y su dominio sobre la burguesía, así como también la explotación de los principales recursos naturales, especialmente el petróleo. Igualmente mostraba la alianza de los grandes monopolios nacionales y los latifundistas con el imperialismo.

El Octavo Congreso, definió las “tareas fundamentales y la tarea principal del Partido… La reorganización legal del Partido en todo el país y el crecimiento de su influencia entre el pueblo, especialmente entre la clase obrera”. De aquí surgió el doble reto de organizar la clase obrera y conducirla hacia la unidad de acción. Se puntualizó en la necesidad de estudiar y aplicar el marxismo-leninismo, especialmente al análisis de nuestra realidad y nuestra historia.

Crítica al Frente Nacional

A lo largo de los debates los comunistas, elaboraron la primera y más certera crítica hecha en el país a la hegemonía implantada por la burguesía mediante el llamado Frente Nacional, y su sistema paritario fue considerado como una “dictadura de la gran burguesía atemperada por algunas normas del estado burgués de derecho.” Por tanto el PCC se comprometió a redoblar su lucha contra el régimen excluyente, que beneficiaba a la burguesía, a los latifundistas y al imperialismo estadounidense y refinaba los métodos de sometimiento y manipulación del pueblo.

Para contribuir a la justa ponderación del significado del Octavo Congreso, mencionaremos algunos de los temas debatidos: la contradicción principal de la sociedad colombiana; la crisis, las soluciones de las clases dominantes; las soluciones progresistas. La actitud de las clases sociales y su papel durante las dictaduras; el papel de algunas superestructuras sociales; los partidos políticos colombianos; sobre algunas cuestiones ideológicas; análisis autocrítico de las orientaciones del VII Congreso del PCC; los errores idealistas e “izquierdistas” de nuestro partido; sobre algunas cuestiones ideológicas; la alianza obrera y campesina.

En esta coyuntura tan grávida de acontecimientos positivos y perspectivas plenas de tantos retos y desafíos, vale la pena llamar la atención sobre la connotación que hizo el congreso tantas veces referido, sobre la concepción leninista del periódico: “agitador, propagandista y organizador colectivo… Sin periódico, cualquier propaganda, cualquier agitación sistemática es imposible.” Ese aserto fundamentó la decisión de convertir el quincenario Voz de la Democracia en un semanario.

Por lo expuesto anteriormente, consideramos que con el Octavo Congreso el PCC inició su tránsito por el sendero trazado por Lenin, el Décimo Congreso (1966) aceleró esta dinámica y trazó su derrotero definitivo.

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